En los libros de historia no aparece, ni aparecerá nunca, el nombre de Antonio Hidalgo. Perdió una guerra y ganó otra, pero no fue ni un general ni un héroe. Un simple y anónimo soldado raso. Por eso no figura en ningún memorándum de ninguna batalla, aunque libró una lucha tan desigual contra las injusticias, que acabó costándole la vida. El fontaniego Antonio Hidalgo fue uno de los cientos de miles de masacrados en los campos de concentración nazis por aquella gigantesca máquina de matar llamada fascismo que echó a andar el 18 de julio de 1936 en España, se extendió por todo el mundo en 1939 y segó la vida de 60 millones de seres humanos (40 millones civiles y 20 millones soldados) hasta su derrota el 2 de septiembre de 1945.

Antonio Hidalgo Moreno no aparece, ni aparecerá nunca, en los libros de historia porque la historia la escriben los vencedores y él fue uno de los vencidos. El 3 de septiembre mataron a su padre y a su hermano, José Hidalgo Guerrero y Sebastián Hidalgo Moreno. Antonio logró escapar y pasar al lado republicano, en el que luchó hasta que tuvo que huir a Francia, donde fue confinado en un campo de concentración en la costa mediterránea. La invasión de Francia por las tropas alemanas, en junio de 1940, hace que Antonio, como otros españoles que habían luchado contra el franquismo, se incorpore a la defensa de la línea Maginot. No tarda en caer en manos de las tropas alemanas, que lo recluyen primero en el campo de concentración de Mauthausen y después en Gusen. Finalmente, fue gaseado en el castillo de Hartheim.

Placa en memoria de Antonio Hidalgo

En los libros de historia no aparece, ni aparecerá, pero en la calle Ancha de Fuentes, junto a la casa donde vivió, habrá desde este fin de semana una placa con su nombre. Para que su memoria perdure para siempre. Perdió la guerra incivil española, pero ganó la segunda guerra mundial, aunque demasiado tarde para conocer la libertad que trajo consigo. Este fin de semana Antonio, de la familia de los Cachete, asesinado cuando tenía 28 años, no entrará en las páginas de los libros de historia, pero dejará huella en una placa grabada en el suelo de su calle fontaniega, a la que volverá por medio del homenaje que la Asociación Fontaniega Familiares de Víctimas del Franquismo.

El sábado a las 11, en el ayuntamiento, familiares suyos y miembros de la asociación rememorarán los incontables sufrimientos a los que fue sometido, primero por el franquismo, que asesinó a su padre y a uno de sus hermanos, y después por los nazis, que lo asesinaron después de someterlo a trabajos forzados y a todo tipo de humillaciones. Su único delito fue pensar. Ni siquiera por pensar diferente, simplemente por pensar porque los totalitarismos sólo aceptan la obediencia, nunca el pensamiento. Pensar estaba prohibido. En el acto de este sábado intervendrá también Ángel del Río, delegado de la Asociación Amical Mauthausen en Andalucía. Después, los asistentes acudirán a la calle Ancha para asistir a la colocación de un "ladrillo de la memoria", junto a la casa donde vivió y depositar flores de homenaje.

El homenaje continuará el domingo con una representación teatral de alumnos del instituto Ruiz Florindo, que interpretarán la obra "6781", número de preso asignado por los nazis al fontaniego Antonio Hidalgo. Será en el salón de la Huerta, donde a continuación será proyectado el documental "Rotspanier" (Rojos Españoles) del periodista Rafael Guerrero. Antonio Hidalgo no aparece, ni aparecerá nunca, en los libros de la historia que se enseña en el instituto de Fuentes, pero los alumnos saben ya que fue hubo un fontaniego víctima del holocausto nazi. Y todos los fontaniegos de hoy del mañana conocerán su martirio cuando, al pasar por la calle Ancha, vean un ladrillo metálico (hay miles iguales repartidos por toda Europa con los nombres de las víctimas del nazismo) que les informará de que un vecino de esa casa fue gaseado en el castillo de Hartheim.

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