Cuando el domingo el lector lea esta entrevista es probable que Manuel Muñoz esté corriendo en Córdoba la media maratón "Batalla de Ategua", con 46 kilómetros de recorrido y un desnivel de mil metros. Pero el domingo pasado corrió, y ganó, la contrarreloj de Fuentes, después de haber hecho el día anterior, en Estepona, 125 kilómetros con un desnivel de 3.000 metros. Manuel Muñoz es sin duda el protagonista de la semana. Concienzudo, tenaz, competitivo, luchador... En realidad, fue el protagonista de la semana pasada, el domingo, cuando se impuso de nuevo en la principal prueba de ciclismo BTT de Fuentes. La carrera se la quiso dedicar especialmente a su madre, que no pasa por un momento bueno, y Manuel quería dejar grabada para siempre en la retina de ella la imagen de su hijo en la victoria.

Pregunta.- ¿Por qué ha sido especial esta victoria en la contrarreloj de Fuentes?

Respuesta.- Porque yo quería que fuesen mis padres quienes me entregaran el trofeo. Porque no sé qué nos prepara el futuro y quería que mis padres, especialmente mi madre (se emociona) guarde ese recuerdo para siempre. Hasta el mismo domingo no tuve claro que iba a participar, pero me decidí porque quería que fuesen mis padres quienes me entregaran el trofeo. La carrera se la dedico a ellos.

P.- ¿Cuando uno va sobre la bicicleta, a más de 30 kilómetros por hora, en qué piensa?

R.- En el cronómetro, en los que van delante o detrás, en la carretera y en la rueda delantera. No hay tiempo para otra cosa. Para pensar o para disfrutar del paisaje está el cicloturismo. El que diga que compite y contempla el paisaje, miente.

P.- El deporte de competición exige mucho sacrificio.

R.- Mucho. En eso no se gana dinero, sino todo lo contrario, e impone sacrificio. Es un disfrute personal en el sentido de que sientes la capacidad de superación.

P.- ¿En Fuentes eres el mejor?

R.- Eso de ser el mejor es muy relativo, depende de en qué y en dónde. En un tipo de recorrido y en una determinada distancia, soy el mejor de Fuentes, incluso más allá de los de mi edad (51 años). Excepto en cuestas largas o en circuitos técnicos, soy el mejor en este momento. Por ejemplo, en el llaneo solitario, la potencia que tengo no la tiene nadie aquí.

P.- ¿Entre los jóvenes quién podría hacerte sombra?

R.- Fran Gallardo es joven, muy bueno y tiene una bicicleta mejor que la mía. Además, tiene tiempo para entrenar. Otro muy bueno es Carlos Hidalgo, también joven, aunque él tiene menos tiempo para entrenar porque estudia. Cuando tiene tiempo para entrenar, en dos semanas se pone a una altura difícil de batir. El éxito en esto depende sobre todo del tesón, además de las condiciones físicas de cada uno y, por supuesto, de la bicicleta. A mi favor están las pocas pulsaciones que tengo por minuto, siempre por debajo de 50, que es la envidia de los compañeros.

P.- ¿En qué proporción influye cada unos de esos factores?

R.- La bicicleta representa un 30 por ciento, pero si tú no andas... Luego están las condiciones del corredor y su capacidad de sacrificio, el riesgo que esté dispuesto a asumir en la carrera. Yo tengo a favor que tengo buenas condiciones porque he hecho deporte siempre, forma parte de mi vida, he tenido tiempo para entrenar y soy tremendamente competitivo. Compito por naturaleza y soy muy exigente en todo. No tengo necesidad de competir, pero soy así y no estoy dispuesto a dejar de disfrutar incluso aunque eso entrañe riesgos.

P.- ¿Es peligroso el ciclismo de competición?

R.- Por supuesto. Yo me he podido matar alguna vez en una carrera. Porque lo doy todo, arriesgo al máximo. Una vez, en Carmona, caí en una pendiente de cabeza y no me la abrí de milagro. He tenido caídas malas, aunque sin grandes consecuencias, más allá de haberse fisurado una costilla o roto algún músculo del hombro. En las carreras a veces ves deportistas en medio de un charco de sangre. Los compañeros temen ir en carretera por las caídas y por el adelantamiento de los coches, pero yo las peores caídas las he tenido con la bicicleta de montaña. No voy a dejar de hacer lo que me gusta por miedo. Si pasa algo es que estaba para mí.

P.- ¿De dónde te viene esa pasión por el deporte?

R.- No lo sé. En mi caso, la vida es el deporte. Llevo mucho tiempo como socorrista de la piscina municipal, aunque he jugado a fútbol y hecho un poco de todo. En realidad, a la bicicleta llegué con 36 años a raíz de una operación de menisco. El médico me recomendó la bicicleta para reformar la rodilla y para mí fue un descubrimiento. Luego supe que había un club ciclista y me compré una Orbea de segunda mano que me costó 600 euros. Hice mi primer viaje a Marchena con el club y, a la vuelta, por la carretera de la Aljabara los compañeros me tuvieron que empujar porque no llegaba. Desde entonces no he parado.

P.- El mundo de la bicicleta es caro.

R.- Muy caro. Lo que más, las bicicletas, pero alrededor de la bicicleta todo cuesta una pasta: ropa, cascos, guantes, botas, luces... Luego está la inscripción en cada carrera, que no hay ninguna gratuita. Inscribirse en los 101 kilómetros de Ronda cuenta 75 euros y aún así hay tortazos para conseguir un puesto. La carrera de Estepona de la semana pasada costó 40 euros. Tienes que ir y volver, comer... Tengo una familia que me apoya totalmente en lo que hago, y sobre todo quiero destacar a mi mujer, Encarni, pues es la que me da ánimos para que siga haciendo lo que hago. No me pone trabas a nada. Al contrario, cuando dudo algo como correr una carrera, comprarme una bici o cualquier accesorio es ella la que me da el empujón para que lo haga. Y aún sabiendo que entre entrenar y correr le quito tiempo a la familia, ella me apoya al cien por cien.

P.- ¿Cuántas bicicletas tienes y de qué precio?

R.- Tengo cinco bicicletas, la última de ellas una Lapierre de carretera que me costó en enero 3.700 euros, y una Mérida de montaña que me costó 3.500 euros y para la que estuve ahorrando dos años. Además, tengo una Wilier, también de carretera, y una Scop de montaña que me costó 1.700 euros. El deporte de la bicicleta es caro, pero fumar cuesta más caro todavía y encima que dejas la salud.

P.- ¿Dónde estarías si en vez de a los 36 hubieras descubierto en ciclismo con 18 o 20 años?

R.- Eso no lo sabré nunca, aunque me lo he preguntado a veces. No hay forma de saberlo.

P.- Ahora tienes más difícil entrenar.

R.- Sí, el haberme quedado fuera del trabajo del gimnasio es un contratiempo importante. Me hubiese gustado haber seguido donde he estado durante el último año y medio antes de volver a la piscina en junio. El ayuntamiento no ha querido y ahora estoy cogiendo aceitunas. Entrenar por las tardes después de echar la peoná no es lo mejor, especialmente porque pronto se hace de noche enseguida, pero es lo que hay. Algunos días me llevo la bicicleta al campo y entreno después del trabajo Cuando empiece en la finca de melocotones de Villaverde procuraré llevarme la bicicleta y volver con ella. Tesón no me falta y este año llevo hechos 14.123 kilómetros en bicicleta. (Eso es como haber ido y vuelto siete veces a Barcelona)

P.- ¿Este domingo qué competición toca ganar?

R.- El domingo esteré en Santa Cruz (Córdoba) en la media maratón de la "Batalla de Ategua", un recorrido de 46 kilómetros y una pendiente de mil metros. Eso de ganar no está garantizado, aunque la trayectoria que llevo no es mala. A veces, en la competición te llevas sorpresas. Llegas a una carrera y te dices "ajú, aquí tengo poco que hacer". Y de pronto te ves de los primeros, compitiendo con gente muy buena, y con posibilidades de entrar de los primeros. Será porque no me rindo nunca y lo doy todo.