En estos días próximos al 8 de marzo leemos, escuchamos, vemos en la televisión artículos, programas, reportajes sobre nosotras las mujeres. Nos hablan de nuestros derechos, de nuestra lucha por una vida mejor para todas y todos. El feminismo siempre busca lo mejor para la mayoría, digan lo que digan los mal informados o mal intencionados. Hoy quiero hablar, agradecer y visibilizar a unas mujeres -también algunos hombres, bienvenidos sean a los cuidados- que cada día recorren nuestras calles.

Las reconoceréis por su atuendo blanco y su andar rápido. Nos las encontramos mañana y tarde, incluso si agudizamos el oído las podemos escuchar dando las buenas noches a personas que muchas veces las esperan como un ángel que en la noche les viene a dar compañía, la misma que ofrecen a lo largo del día. Sin ellas, muchos de nuestros mayores, cada vez seremos más, no saldrían a pasear, a comunicarse con sus amigas y amigos. Son el desahogo de los familiares, 90% mujeres, que cuidan cada día a su madre, padre, suegro, suegra…

Gracias a estas mujeres que cuidan, sus familiares pueden permitirse el tener un tiempo de autocuidado, seguir cuidando. La persona que cuida o ha cuidado sabe lo duro que es. Estas mujeres, algunos hombres, trabajan con horarios partidos, con llamadas veinticuatro horas antes para acudir a un servicio. No dejan de cumplir con su cometido, aunque sobre Fuentes sople un huracán desconocido, llueva o haga 50 grados. Su labor solo es reconocida cuando en nuestra familia las necesitamos, cuando después de una enfermedad inesperada de algún familiar nos vemos desbordadas o cuando nuestra madre, padre, tía o vecina ha entrado en la etapa de dependencia, esa de la que no escaparemos al menos que nos toque irnos antes.

Estas mujeres nos enseñan lo importante que es el cuidado, algo que la mayoría de las mujeres tenemos interiorizado, pero que poco a poco se va quedando atrás en esta sociedad individualista y consumista. Las mujeres y los hombres tenemos el deber de cuidarnos y protegernos para poder tener una vida más digna, más fácil, alegre y las mujeres y algunos hombres, afortunadamente cada vez más, nos enseñan cada día el camino.