Maltrato animal, afición legítima, excusa para delinquir, actividad económica, crueldad arcaica... El mundo de las peleas de gallos es extenso y oscuro, como extenso es el abanico de expresiones que se usan en su defensa o en su rechazo. Cada uno lo califica según su sensibilidad. Una de las características más destacadas de ese mundo es que se mueve en dos planos, el primero legal y segundo ilegal. Otra peculiaridad es que a su alrededor circula muchísimo dinero, la mayor parte negro y de origen inconfesable. ¿Cuánto? Imposible saberlo. Y por último, la normativa que lo regula es tan confusa que hace, por ejemplo, que las riñas sean legales y estén reguladas en Andalucía y Canarias, pero no en el resto del país. Pero se llevan a cabo en todas partes.

En los tiempos que corren, con una sociedad cada vez más preocupada por la naturaleza y los animales, conviene empezar analizando el lado "animalista". ¿Hay crueldad en las riñas de gallos? La respuesta parece evidente si se tiene en cuenta que una parte importante de los animales mueren en las peleas o salen gravemente heridos. Lo normal es que los derrotados sean sacrificados después de haber quedado ciegos por los picotazos del adversario. Se salvan los más fieros que, después de salir victoriosos de tres combates, son seleccionados para la reproducción. Los criadores de gallos de pelea responden a las críticas con los mismos argumentos que utilizan los taurinos: estos animales son criados con mimo y mueren haciendo lo mismo que harían en la naturaleza, peleando con sus iguales. Los pollos de granja de engorde no viven igual y son sacrificados antes.

Explican los criadores que los gallos luchan con sus hermanos nada más nacer. "Entre ellos tiene que haber siempre un líder", resaltan. Líder que será el primero en morir porque irá matando a sus rivales hasta quedar extenuado. Entonces es cuando los otros gallos aprovechan para rebelarse y acabar con él, de cuya lucha saldrá un nuevo líder, que a su vez sucumbirá por la revuelta de la camada aprovechando el momento en el que no pueda defenderse. Las reglas de las riñas fueron creadas por ingleses, de ahí que los pesos de los animales se sigan expresando en libras y onzas. Como en el boxeo, los contendientes tienen que pesar lo mismo y tener los espolones de la misma talla.

La cría de estos animales es tremendamente difícil y requiere unos conocimientos que sólo se adquieren después de mucho tiempo. En Fuentes hay al menos cinco criadores de estos gallos y una afición por las riñas bastante extendida. En este momento puede haber en Fuentes más de 500 gallos de pelea. Una cifra que puede parecer abultada, pero que no es ni la mitad de los que había hace 15 o 20 años. Fuentes ha llegado a tener 40 criadores de gallos de pelea y unos mil animales dedicados a este fin. ¿Decae la afición? Según los criadores, no. Lo que que ocurre es que se han impuesto tantas exigencias sanitarias, trabas administrativas y barreras burocráticas que la mayoría ha abandonado la cría. En Pilas llegó a haber 500 criadores de gallos y quedan menos de 50, según fuentes conocedoras de la situación.

Otro factor que explica la caída en picado del número de criadores son los robos frecuentes de animales. No es extraño porque un buen gallo puede valer 1.500 o 2.000 euros. Además, los animales suelen estar en cocheras a las afueras de los núcleos urbanos y en cuyo interior puede haber animales con un valor de 40.000 o 50.000 euros. Carlos García es uno de los cinco o seis fontaniegos que crían gallos y dice que "aunque alrededor de los reñideros se mueve mucho dinero, de criar pollos no se vive. Si acaso, cubres gastos". Carlos García afirma que su criadero, que comparte con otros dos socios, tiene unos gastos de dos o tres mil euros al año y que le exige una dedicación continua durante los 365 días del año.

APUESTAS ILEGALES

Con los gallos se gana mucho dinero. Pero no con la cría y la venta, sino con las apuestas. Pero ¿las apuestas no son ilegales? Sí, pero existen y son para muchos el principal atractivo de esta actividad. Carlos García asegura que él nunca hace apuestas por encima de 50 euros y que si gana el dinero lo guarda en bote cuyo destino es la compra de alimentos y el cuidado de los animales. Pero reconoce que en los reñideros hay una nube de jugadores capaces de apostar muchos miles de euros en una jornada de tienta. Hasta dos mil euros por pelea y en una tarde puede haber muchas. En Fuentes no hay gente dedicada a eso, pero cuando se organiza una tienta acuden aficionados desde Madrid, Valencia, Murcia y hasta desde Francia. Haya confinamiento o no lo haya.

"Las apuestas son las que sostienen las peleas", según Carlos García. El 80 por ciento de los que se dedican a esto lo hacen por afición "y el restante 20 por ciento lo hace por corrupción", añade. La venta no da dinero, sobre todo, porque la exportación la controla la Federación Española del Gallo Combatiente Español, con sede en Sanlúcar de Barrameda. "La federación ha montado el chiringuito de la exportación de tal forma que sólo los cuatro de siempre ganen dinero".

La teniente jefe del Seprona de la provincia de Sevilla ha declarado a Fuentes de Información que "la mayoría de las detenciones que practicamos en los reñideros de gallos son por delitos que se cometen en el entorno, tales como maltrato animal, tráfico de drogas, apuestas no autorizadas o incluso posesión ilegal de armas". También se encuentran con la utilización de anabolizantes y sustancias no permitidas para la cría de animales. Desde que empezó la pandemia de covid, a esas ilegalidades hay que unir la vulneración de las restricciones de aforo o la ausencia de uso de mascarillas y no respetar la distancia de seguridad. Es lo que ocurrió hace poco tiempo en la intervención de la Guardia Civil en el reñidero de Fuentes.

La teniente jefe del Seprona de Sevilla

El Seprona recibe decenas de llamadas de vecinos denunciando tientas supuestamente ilegales. Denuncias que no siempre son reales y que, a veces, chocan con la ambigüedad de las leyes y con el hecho de que se necesita constancia de que se esté cometiendo un delito para obtener una orden judicial que ampare la entrada en un local que puede ser un domicilio. Muchas cocheras tienen en su interior una vivienda, amparadas por el derecho a la inviolabilidad si no media una orden judicial. El problema es que echar gallos a pelear no es ilegal en Andalucía y en Canarias. "Hay mucha gente que nos pide que intervengamos y no podemos hacerlo siempre porque no tenemos datos suficientes para saber si estamos ante un delito", explica la teniente del Seprona.

El problema es que las tientas son legales en Andalucía y CanariasLo son "sólo si con ellas se persigue la finalidad de la selección para la exportación". No puede haber riñas en el resto del país porque las otras comunidades autónomas no se han acogido a la excepción prevista en la Ley de Protección Animal que abre la puerta a ese tipo de actividad bajo la excusa de la selección de especies. La pelea debe acabar cuando uno de los contendientes "planta la pechuga" para evitar su muerte. Pero en muchos casos la muerte se produce y entonces puede sancionarse a los organizadores por maltrato animal. A los reñideros sólo pueden acudir miembros de las peñas gallistas legalmente constituidas, pero lo normal es que asista gente de todo tipo. Todo el que participe sin ser socio puede ser objeto de sanción, aunque eso ocurre en raras ocasiones. No son espectáculos públicos, deben ser comunicados a las autoridades y no pueden ser publicitados.

Es llamativo que en las intervenciones contra los delitos e infracciones que proliferan en el entorno de las tientas, la Guardia Civil suela identificar a muchas personas, pero pocas son realmente imputadas. Y suelen serlo por actividades ilícitas asociadas a la riña. La teniente del Seprona asegura que "con frecuencia el mundo de la droga nos lo encontramos asociado a la posesión y tienta de gallos de pelea y a la cría y venta de caballos". Al contrario de lo que sostienen los criadores de gallos, la teniente del Seprona cree que la caída en picado de las riñas se debe a la mayor sensibilidad hacia el bienestar de los animales. "Nosotros vemos el rechazo a estas actividades en el aumento del número de denuncias que recibimos por parte de los vecinos pidiéndonos que intervengamos", concluye la responsable del Seprona.