Es de sobra conocido que la Semana Santa tiene múltiples significados. Dos de ellos, fundamentales, son el religioso (fe y culto público de las imágenes) y el cultural (tradición, identidad, familia...) Para José Prats, hermano mayor de la Humildad, el uno va unido al otro como un todo indisoluble. Por eso este año, una vez más, siente un doble desgarro interior. Primero, porque tiene que asistir a la imposibilidad de sacar a los titulares de su hermandad a las calles de Fuentes. Y segundo, porque otro año más, este Martes Santo su casa no se puebla de buena mañana de la algarabía de los cinco hijos y nueve nietos con el apresurado ir y venir de las túnicas, los capirotes, las canastillas, las velas, el incienso, las medallas...

Algunos de los nietos de Pepe Prats (Foto cedida por la familia)

También es conocido que el todo es siempre mayor que la suma de las partes. Y los creyentes creen que el todo es Dios. Tal vez por eso Prats tiene dificultades para quedarse sólo con alguna de las partes. Y en el caso de la Semana Santa, o dura los 365 días de todos los años de la vida del creyente o sólo es una mínima fracción del todo que es la fe. Ese sentimiento se le vuelve dolor inmenso al hermano mayor de la Humildad cuando tiene que enfrentarse al segundo año sin hacer su estación de penitencia con la hermandad de Nuestra Madre y Señora de Consolación y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Señor de la Humildad y Nuestra Señora de los Dolores.

Pepe Prats, hermano mayor de la Humildad

Segundo año sin procesión y doce meses con la ermita cerrada a cal y canto para evitar males mayores a la comunidad de las hermanas de la Cruz, tanto religiosas como residentes. Todos los cultos de la ermita del Postigo fueron trasladados a la parroquia, excepto la misa diaria para las hermanas, celebrada en la intimidad. Este sábado pasado se abrió la ermita de forma excepcional de 11h a 13h para que los fieles pudiesen visitar al Señor de la Humildad y a Nuestra Señora de los Dolores. "Fueron dos horas muy gratificantes porque acudió mucha gente, dada la devoción que los vecinos sienten con el Cristo de la Humildad", explica Pepe Prats.

Hoy, Martes Santo, el templo permanece abierto para que se pueda visitar. El Señor permanece en su lugar habitual, el altar, y la Virgen ha sido situada en el presbiterio. "Es una manera de mitigar el dolor, lo menos que podemos hacer ante la imposibilidad de hacer la estación de penitencia en la calle", dice Prats. Hermanos de la Humildad permanecerán de guardia en la ermita para asegurarse de que se cumplen las normas de prevención del covid. De forma también excepcional, a las 19h, momento en el que debería abrir el portón de la ermita para la procesión, habrá una misa en la parroquia.

Los cinco hijos y los nueve nietos de Pepe Prats son hermanos de la Humildad y es tradición familiar juntarse el Martes Santo para salir juntos en procesión. Los niños, de monaguillos, los mayores, de nazarenos. El abuelo y hermano mayor, al frente de la comitiva, con la enorme responsabilidad de que todo salga bien. Este año, como el pasado, falta todo eso y mucho más. Falta el contacto con todos los hermanos de la Humildad, la convivencia con los costaleros, la algarabía de la calle, las miradas en alto buscando al Cristo. Queda la oración, la espera, el recogimiento de la Humildad.