Cuando aún resonaban los desacuerdos de los movimientos feministas en las manifestaciones que se han realizado en toda España el día 8 con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Cuando aún teníamos grabadas en nuestras retinas las imágenes de un Gobierno dividido, en una manifestación que recorrió las calles de la capital, Madrid, con dos pancartas diferentes tras las cuales iban las ministras de Podemos y tras otra las ministras del PSOE. Aunque unidas por los mismos intereses, separadas por la ideología.

En Fuentes, pueblo caracterizado por sus reivindicaciones y luchas, un día después a la celebración general, la Asociación de Mujeres AMFU ha celebrado una asamblea para reivindicar el trabajo silencioso y abnegado de la mayoría de las mujeres, mujeres anónimas, mujeres desconocidas, mujeres humildes, pero eso sí mujeres valientes y entregadas a sus quehaceres cotidianos. Un acto humilde que ha servido para dar a conocer los valores humanos de las mujeres a las que se ha querido que sean su ejemplo en este día de celebración dedicado al reconocimiento de todas las mujeres del mundo y a ella han asistido el alcalde y la concejala de Igualdad.

La presidenta de AMFU ha dicho para abrir el acto que el 8 de marzo un suceso trascendental marcó la historia del trabajo y la lucha de igualdad en el mundo entero: 124 mujeres murieron en un incendio de la fábrica Cotton de Nueva York. Este hecho fue el que dio origen al día Internacional de la Mujer, que es una oportunidad para trasformar este impulso en medidas para empoderar a las mujeres en todos los entornos rurales, urbanos y reconocer a las personas activistas que trabajan sin descanso para reivindicar los derechos de las mujeres.

El símbolo del día, el color morado representa el recuerdo de aquellas mujeres porque el humo que salía de la fábrica era de ese color debido a los tintes que estaban utilizando en eso momentos y que representa la unión de todas las mujeres en defensa de sus derechos, al voto, a decidir libremente, a ser independientes, a trabajar, a cobrar un salario digno y a ser tratadas en el trabajo con los mismos criterios que los hombres. Todavía queda mucho por conseguir por las mujeres de nuestro país, que piden igualdad y que se sientan libres y seguras de que sus compañeros o ex-compañeros no van a atentar contra sus vidas y sentir el respeto de toda la sociedad. En este día se tiene presente a las mujeres de otros países, que no pueden alzar la voz, e incluso mostrar sus rostros.

El día Internacional de la Mujer es un día de especial significado para todas las mujeres porque durante una jornada completa las protagonistas son ellas: profesionales, amas de casa, mujeres del medio rural, deportistas, artistas, militares, policías y científicos, jóvenes mujeres y también hombres que creen y luchan por la igualdad real entre ambos sexos.

La asamblea de AMFU del día 9 se ha realizado para recordar los derechos de las mujeres fontaniegas y, a la vez, para hacer un reconocimiento a algunas mujeres de la asociación. Ellas representan a todas las demás, no solo a las mujeres de esta asociación sino a todas las mujeres fontaniegas, porque todas desarrollan un trabajo tanto dentro de casa como fuera.

Isabel, Luisa, María Dolores, Mari, Ana y Concha, protagonistas hoy de este pequeño acto de reconocimiento, son parte de nuestra sociedad, participan en la vida diaria de sus gentes, de las gentes anónimas que día a día van trazando los hilos de nuestra historia local. Son la historia viva del pueblo.

* Isabel. Mujer luchadora y muy dispuesta para todo lo que se la ha necesitado, procedente de una familia numerosa de Lucena. Tuvo, junto a su hermana, que emigrar a Barcelona para buscar un bienestar económico. Trabajó en la Seat y allí conoció a su marido, un fontaniego. Cuando nació su primera hija, el matrimonio tuvo que decidir quién de los dos conservaba su trabajo, si ella o él. Como en aquellos tiempos no había ninguna disposición oficial que reconociese el derecho a la conciliación familiar, ella tuvo que abandonar su puesto de trabajo y quedarse en casa al cuidado de su hija. Acostumbrada al trabajo, se buscó una actividad que le permitiera quedarse en casa y así se dedicó a coser ropa de hombre. Al no ser rentable esta actividad, optó por dedicarse a la limpieza de las casas, lo que le permitía obtener un dinero para su hogar. Llegada la jubilación ambos deciden trasladarse a Fuentes para llevar una vida más tranquila. Y es aquí donde reside.

* Luisa. Todas las mujeres la conocen como Luisa la del vino. Nace en una familia trabajadora del campo que abastecía los alimentos de su despensa de lo que producían los cerdos y gallinas que criaban, así como de los productos de su huerta. Con estos productos hacían un intercambio con los recoveros de los que adquirían otras cosas necesarias para la casa y personales. De pequeña se educa en las Hermanas de la Cruz (como otras muchas niñas de Fuentes). Al estar sus padres en el campo, ella se queda en casa de su tía Rosario para así poder acudir todos los días al colegio de las Hermanas. Los días que se iba con sus padres, ayudaba en las tareas del campo. En las Hermanas de la Cruz era de las más adelantadas, sobre todo en los rezos. Ella recuerda mucho a la hermana Misericordia, que les decía a las demás que con 6 años ya estaba en disposición de hacer la comunión. Ya en su juventud comenzó, como en aquella época, con los bordados y labores. Se enamoró muy joven, con 16 años. Se casó con 27, empezando una nueva etapa de su vida. Sus suegros tenían la fábrica de anís y licores “Rigo” y ella se hizo cargo de la venta de los licores, vinagre, vino y productos alimentarios en la casa. Su marido era el que estaba en la fábrica. Ya vinieron los hijos y ella tenía que compaginar tienda, cuidado de hijos y casa ya que la conciliación en aquellos tiempos no existía. El horario de comercio era permanente, se abría incluso los sábados y domingos. Su suegro decía que el negocio había que cuidarlo mucho. Hoy día, jubilada, disfruta cuidando a sus hijas con las comidas y atenciones que requieren. Además, está dispuesta a colaborar con lo que necesita la iglesia de paños y arreglos de altares.

* María Dolores. Mujer de Domingo, como en el pueblo la conocen. En su juventud desarrolló su trabajo como telefonista. Un trabajo en aquella época muy peculiar pues era el medio de información de todo lo que acontecía. María Dolores comenzó a los 14 años trabajando en Teléfonos como repartidora de avisos telefónicos y telegramas. Estos telegramas, lo mismo te comunicaban una enhorabuena como una desgracia. Por esa época ya pasaba por allí un forastero pidiendo conferencias con Benamahoma, llamado Domingo. ¿ Dónde está ese pueblo?, se preguntaba María Dolores. Entre conferencia y conferencia surgió el amor. Cuando tenía 18 años quedó una vacante siendo ocupada por ella ejerciendo ya de telefonista. Estuvo durante 10 años trabajando. ¿Quién no ha ido a llamar por teléfono a la Carrera?. Cuando se estaba separado de la familia era el único medio de comunicarse con la familia para decir cómo te encontrabas. Ibas a la central telefónica, hacías cola y cuando te llegaba el turno te ponían con el número deseado. Llegaron las cabinas automáticas y con ellas el cierre de las centralitas y el traslado de las operarias o su despido. Ella en esos momentos lo pasó muy mal porque le gustaba su trabajo, disfrutaba de él pero veía que su ilusión de continuar en su trabajo de telefonista llegaba a su fin.
María Dolores ya tenía una niña de 10 meses cuando llegó la modernidad y era muy complicada la elección. Con su familia formada y su marido con un trabajo en Fuentes. El trabajo del hombre se anteponía al de la mujer y ella era la que tenía que quedarse en casa al cuidado de la familia, por lo que tuvo que optar por admitir su despido ya que en aquellos tiempos el trabajo del marido tenía preferencia al de la mujer. Ella siempre ha tenido un buen recuerdo de aquellos años de su trabajo, y en Fuentes siempre se recordará a Pilar, Blanca, María Dolores, Teresa y Aurora entre otras telefonistas. María Dolores ha sido luchadora trabajando en lo que le salía para ayudar a su familia y cuidando a su madre. Ahora está de lleno ayudando a su hijo en el nuevo negocio que ha montado.

* Mari Chía, como se la conoce por todos, es una mujer trabajadora. Tuvo que emigrar a Barcelona cuando ya tenía su familia formada, en los años complicados de trabajo aquí en Fuentes. Se instalaron allí y, a pesar de que su marido tenía un trabajo fijo, ella no se quedaba quieta en su casa, ya que trabajaba en las casas y como tantas otras mujeres en el cuidado de hijos y hogar. Mientras estuvieron en Barcelona, su marido sólo pensaba en su regreso a Fuentes. Fue jubilarse por enfermedad y les faltó tiempo para su regreso. Mari, al llegar aquí, se hizo cargo de la tienda de comestibles de su prima Estefanía en la calle Maestro Vilches (hoy Enfermero Ramón Barcia). Hasta su jubilación ha estado al frente de ella. Una vez liberada del constante trabajo y de atender al público, se pone hacer lo que más le gusta, deporte. Es una buena jugadora de pádel y practica la natación y la gimnasia. No hay nada que se le resista. Ha sido una mujer que ha estado siempre dispuesta a participar cuando se han hecho dulces para las meriendas de la asociación y dispuesta cuando ha venido Canal Sur en ponerse delante de las cámaras para enseñar a la audiencia cómo se elaboran las comidas típicas de Fuentes.

* Ana. Una mujer que su trabajo ha sido en la casa, no desmereciendo a las demás. El trabajo de la casa no tiene horario, ni fin y además no remunerado económicamente, sin darle valor a las tareas y siempre a disposición de los demás. Cuidadora de sus mayores, padre y suegros. La labor de una mujer que cuida a toda su familia sin límites ni fiestas, ni descanso, aún no está reconocida. Las funciones de ama de casa tiene tanto mérito o más que la mujer que esta fuera de ella. Ha colaborado en engalanar su calle en el día del Corpus y ha disfrutado en el coro de la Iglesia con los ensayos y participando en las grandes acontecimientos. Ahora tiene otros problemas y no puede acudir tanto como ella quisiera. Ana fue de las primeras socias de AMFU. La presidenta, en su presentación, recordó que, hará unos veinticinco años, Manolo, su marido, la paró en la calle para decirle qué era lo que les hacía a las mujeres pues cuando recogían la cocina, salían corriendo a la asociación. La duda se despejó cuando fue invitado a unas de las primeras comidas del Día de la Mujer, que hacían en casa de la añorada y siempre presente María. Cuando vio la unión entre todas, Manolo preguntaba si él se podía apuntar también. Ana, sigue con esta lucha que te ha tocado ahora y sobre todo con mucha fuerza y ánimo.

* Concha. ¿Quién no conoce a Concha en Fuentes?. Mujer emprendedora, lo mismo te vende aceitunas que gasitas adornadas para bebés. Empezó con el negocio de compras y ventas a los 14 años. Mujer muy unida a la hermandad del Santo Entierro, siempre pendiente de hacerle los bordados y encajes para su Virgen. Su casa es el centro de reuniones de la vecindad, allí consuela las lamentaciones de unas y otras y les da ánimo ante las adversidades. Le han gustado los carnavales, la cabalgata de Reyes y otras fiestas locales ¿Y qué no le ha gustado a Concha?. La presidenta dijo que Concha llevaba en la asociación muchos años y a todo ha respondido: charlas, viajes, reuniones y siempre dispuesta al beneficio de la asociación. Disfruta mucho en los talleres de una monitora que viene desde Écija, Rafaelita. Ahora está metida de lleno con los preparativos de su hermandad. Concha es un libro abierto de la vida y recuerdos fontaniegos. Estas mujeres representan la auténtica sociedad fontaniega que con su día a día ponen en marcha la actividad social, económica y cultural de nuestra localidad.