Lebrillos y ladrillos son protagonistas en el día de San Juan de Fuentes. En los "altaritos de San Juan", arcilla y agua se funden en los lebrillos bajo las portadas de ladrillo que los alarifes Ruiz Florindo llevaron en el barroco a uno de sus mejores exponentes. Coincidiendo con el solsticio de verano, el día más largo del año y la noche más corta dan paso a un nuevo ciclo, un renacer cada año, algo que la arcilla simboliza como ningún otro material.
El uso de la arcilla en los lebrillos de los altaritos de San Juan representa dos ideas de enorme importancia: la renovación y la reencarnación. La arcilla se puede reciclar infinitamente en su estado crudo mediante la gestión de sus niveles de humedad. Esto alude a las infinitas posibilidades del barro y la capacidad de empezar, de renacer o reencarnarse: empezar de nuevo. Uno de los objetos que más me fascinan por su valor antropológico es el lebrillo: sí, el popular lebrillo de barro cocido, habitual en las casas de aquéllos que nos criamos en pueblos de Andalucía.
El uso del lebrillo formó parte del ritual del lavado de la ropa de forma colectiva, presente en los populares lavaderos y en los ámbitos domésticos con lebrillos de grandes dimensiones fijados a la estructura de las viviendas. Por otro lado, los de menor tamaño usados para la preparación de la comida y, cómo no, de los tradicionales dulces. El olor de las especias, la mezcla pastosa de huevo, azúcar, harina... que nos recuerdan a nuestras abuelas y madrinas preparando gañotes, pestiños o piñonate.
La arcilla, asimismo, es el material utilizado en la arquitectura vernácula, especialmente en zonas como la nuestra, donde carecemos de canteras próximas de piedra. El ladrillo de barro cocido, la teja cerámica... están presentes en la arquitectura de la campiña sevillana o la vega del Guadalquivir, en las zonas próximas a caños, riberas o ríos, donde el material de origen es de fácil extracción. Las innumerables barrerías que fueron desapareciendo de la trama urbana de nuestros pueblos y ciudades son prueba de ello, restando algunas que son exponentes de supervivencia y puesta en valor de una cultura milenaria.
REhabilitar, REformar y REacondicionar nuestro entorno deben ser objetivos de un nuevo ciclo condicionado por el cambio climático, la responsabilidad y el interés medioambiental.