Después de "Bienvenido a tu geriátrico", llega a su mesa camilla "Comando Madre", la nueva entrega del dúo José Osuna y Rafael Fernández que causa furor entre los fontaniegos y campaneros talludos. Pese al término bélico, Comando Madre tiene más que ver con la paz que con la guerra. La paz del regazo y el consejo, el sosiego del socorro materno. Aunque a veces son las hijas las que acuden al rescate de las madres, padres, hermanos, cuñados... ¿Por qué será que las cuidadoras siempre son mujeres? Son madres o hijas. El nuevo libro será presentado este viernes, a las 20:30 horas, en el castillo de la Monclova.

Del día a día del geriátrico al día a día de la butaca en la salita con ventana a la calle, de la cocina al cuarto de baño o al televisor. Niña, ¿te preparo un gazpacho? O mejor llevo los niños al colegio. Mujeres que muchas veces han tenido que renunciar a vivir sus propias vidas para dedicarse a cuidar a un familiar. Sin apenas formación para ello. Atrapadas por la rueda de las obligaciones sin derecho a queja. Ni reconocimiento.

El nuevo libro de Rafael Fernández y José Osuna se organiza en misiones, como en las series bélicas. Mujeres al rescate. "El primer título fue Código Madre, haciendo un símil con el Código Azul, que es cuando se pulsa el botón de alarma en un hospital", dice Rafael Fernández. Pulsas el botón y ahí está la madre. Antes de la pandemia las familias echaban mano de las residencias para atender a sus mayores. Era el recurso clásico. Ahora muchas se valen de los centros de día o de algún familiar "sacrificado". Madres o hijas, principalmente. Y lo cuentan José y Rafael en este libro.

Una de las misiones para una hija consiste en atender a un padre con cáncer y a una madre con Alzheimer. Dos enfermos en casa. No hay salida posible. Otra misión es para una madre con hijo drogodependiente. Insultos, agresiones, dolor... Todo se lo traga ella. Otra tarea del comando es para una nieta que cuida de su abuelo porque lo prefiera antes de que vaya a una residencia. Y hasta para una mujer que se ve en la obligación de cuidar a un hombre vecino que se ha quedado solo. Josefa tiene 89 años y cuenta cómo fueron sus primeros años trabajando en el campo y, una vez casada, soportando el alcoholismo del marido, el machismo. La madre de Josefa cuidó de su padre y ella cuidó de su marido hasta que murió. Ahora la cuida su hija. Y lo cuenta todo mientras, sentada en la butaca, mira la calle por la ventana.

Misión para una colombiana que se ve echada de su trabajo de cuidadora porque con el estallido de la burbuja inmobiliaria ya hubo personas de aquí dispuestas a aceptar un trabajo que antes de 2008 les parecía indigno. Trabajos que nadie querrá cuando pase la crisis y de nuevo tendrán que asumir las inmigrantes. Todas las historias son reales, bastantes de Fuentes y de La Campana. No en balde, José Osuna es fontaniego y Rafael Fernández es campanero. Radiografía de una sociedad cambiante.