Antonio Hidalgo se ha debido de sentir hoy reconciliado con la humanidad y con sus vecinos de Fuentes. El aliento de varias decenas de fontaniegos le ha dado vida de nuevo en el número 11 de la calle Ancha. Para que el olvido no sea su segunda muerte, tan injusta como la primera. Para eso y para la reparación del daño sufrido, la Asociación Fontaniega de Familiares de Víctimas del Franquismo ha organizado este fin de semana una serie de actividades de homenaje a Antonio Hidalgo, de los Cachete de Fuentes, internado por los nazis en el campo de concentración de Mauthausen y asesinado en el castillo de Hartheim.

Como cientos de miles de campesinos, Antonio Hidalgo escapó de la miseria degradante, del hambre de los campos de Fuentes, para caer en la humillación degradante de los campos de exterminio nazi. Más de 1.500 andaluces fueron sus compañeros en aquel viaje al infierno que fue el exilio forzoso y posterior confinamiento en campos de concentración, la viva representación del mal. Lole Morilla Hidalgo, sobrina de Antonio, ha contado esta mañana en Fuentes cómo su madre mantuvo viva la memoria del hermano desaparecido, cómo creía ver su rostro en las fotografías de todos los campos de concentración.

Después fue ella misma la que emprendió la ardua tarea de reconstruir el calvario de Antonio. Visitó Mauthausen, Gusen y Hatheim, puso sus pies sobre las huellas de Antonio y sintió el dolor del olvido de las víctimas, la impunidad de los verdugos y el silencio cómplice de los indiferentes. Ahora hay algo en Fuentes que recuerda que Antonio nació y vivió aquí, que su muerte sirva, al menos, para que aquello no sea posible nunca más. Ha dicho Lole Morilla que "es devastador pensar que, en pleno siglo XXI, aún haya quienes se nieguen a recordar, a enfrentarse a la verdad incómoda de nuestro pasado. La lucha por preservar la memoria de aquéllos que sufrieron en este lugar es una batalla desigual marcada por la indiferencia y la negación".

Aquellos crímenes siguen incomodando a una sociedad que, terminada la guerra, cerró con siete llaves los secretos del exterminio. El antropólogo Ángel del Río ha asegurado en el acto que "tan descomunal fue la barbarie, tan bajo había caído la humanidad, que el mundo entero se sentía incapaz de mirar de frente lo sucedido. Los autores del holocausto no fueron personas incultas ni bárbaras. La sociedad alemana, mitad católica y mitad protestante, estaba compuesta por personas capaces de admirar la poesía y la música, la pintura y la escultura". Aquello no fue fruto de un loco llamado Hitler y de los psicópatas que le acompañaron, sino que contó con el apoyo de gran parte de la sociedad alemana, que fue capaz de "banalizar el mal" que estaban infringiendo. Ángel del Río cree que olvidar y atribuir aquella barbarie a "un accidente de la historia" puede llevarnos a repetirlo.

En el castillo de Hartheim fueron asesinados al menos 500 españoles, uno de ellos el fontaniego Antonio Hidalgo. Después cayeron en el olvido porque, con frecuencia, recordar duele. Como duele que el horror sea contado por quienes lo sufrieron. Los supervivientes de los campos de exterminio se conjuraron para contarlo. Lo han hecho contra la indiferencia y el silencio. Gracias a que un grupo de presos españoles escondieron los negativos, existen ahora muchas fotografías de los sufrimientos de Mauthausen. Los alemanes destruyeron todo rastro de lo que hicieron en el resto de campos de concentración. Tan grandes fueron las atrocidades, que "nadie os creerá cuando contéis lo vivido", sentenció un nazi. Así ha sido y los supervivientes sufrieron su segunda derrota cuando empezaron a contarlo y les decían "ya será menos, exageráis".

En Fuentes no se ha dejado de contar y esta mañana nadie ha respondido con un "exageráis" al relato de Lole Morilla, Ángel del Río y Manu Leonés en el acto de homenaje a Antonio Hidalgo. Antes al contrario, los ojos de muchos asistentes mostraban la emoción y el horror de asomarse al abismo de las atrocidades que son capaces de cometer los seres humanos cuando se adueña de ellos el odio y la sinrazón. Mañana sigue el homenaje a Antonio Hidalgo con la representación, en el salón de la Huerta, de la obra "6781", puesta en escena por alumnos del instituto Ruiz Florindo, y la proyección del documental "Rotspanier", del periodista e historiador Rafael Guerrero.