A veces los héroes aparecen en los libros de Historia, en las leyendas de los pueblos. Son el origen de una civilización, de un imperio tal vez. Son recordados, cantados en las canciones y las escuelas. Tienen estatuas en parques y jardines, sus nombres son pronunciados con respeto, tienen su día donde se les ofrecen flores y se les rinden homenajes delante de su imagen, real o imaginaria porque a veces sus vidas se pierden en la niebla del tiempo. A veces no se tiene certeza de su aspecto físico, ni de su existencia. Otras u otros, todos las recuerdan por cercanas y admiradas, porque supieron trabajar por el bien común. Otras veces, muchas veces, los héroes son invenciones del poder o fruto  de la necesidad de crear identidades, unir pueblos, marcar diferencias frente al otro.

En la ciudad de Bafatá (Guinea-Bissau) si estos días preguntas cerca del río Geba si conocen a un héroe te responderán describiéndote a un blanco, corpulento que se alimenta de mancara (cacahuete) y se hace entender sin problemas por todas y todos sin necesidad de saber lenguas extrañas a la suya. Ya sabemos que los héroes poseen cualidades extraordinarias, ajenas al resto de los mortales.

Sí, existe este héroe en Bafatá y mora en Radio Mulher. Cada día baja al río Geba. No es una  invención del poder ni del pueblo, es un ser mortal como tú y como yo, pero parece estar hecho de otra materia. Es incansable trabajando a orillas del río perforando la tierra en busca de algo tan necesario como es el agua que las mujeres necesitan para los huertos y que hasta ahora tenían que transportar cubo a cubo hasta los pequeños huertos, fuente principal de sustento para sus familias. Las mujeres, ya sabemos, sostienen el mundo.

Petete Mancara, así lo llaman, cada día bajo un sol implacable, sorteando dificultades que a otra persona harían desistir, trabaja sin cesar para construir un pozo que bombee agua hasta los huertos y así facilitarles la vida a las mujeres, aunque sea un poco. Ellas, heroínas anónimas también, sin saberlo.

Yo he visto cosas que no creerías en nuestro héroe: repartir caramelos con la alegría y la inocencia de un niño, llorar ante la injusticia, la pobreza y el hambre, hacer reír y reír con las mujeres, incitarlas a la rebelión contra la opresión del machismo. Cuando todo parece perdido, él sigue y sigue luchando, trabajando para conseguir el sueño de los demás, especialmente de la mujeres que trabajan hasta la extenuación, igual que él. Mujeres que saben organizarse, ayudarse mutuamente ante la adversidad y saben reconocer a un héroe, a su héroe del río: Petete Mancara.

Estoy segura que cuando pase el tiempo y el recuerdo del  paso de unos blancos y blancas por Bafatá se pierda como lagrimas en la lluvia, como  diría el último replicante en Blade Runne, la figura de un blanco corpulento que se alimentaba de mancara, José Muñoz Beltrán, estará en el imaginario del pueblo de Bafatá.