El año pasado hubo una cifra excepcionalmente alta de fontaniegos fallecidos, 110. Veinticinco muertes por encima de la media de los cuatro años anteriores, situada en 85 fallecimientos anuales. Los años de mayor virulencia de la covid (2020 y 2021) apenas hubo incremento de fallecidos respecto de los precedentes 2018 y 2019. El peor año de la pandemia -2020 con su punto álgido del confinamiento- Fuentes registró un total de 87 fallecimientos, diez más que en 2019 (77) pero sólo uno más que en 2018 (86). La cifra de fallecidos en 2021 fue de 91, diecinueve menos que en 2022. Por lo tanto, la excepción ha sido 2022, precisamente cuando la vacuna contra la covid había provocado la caída en picado de los afectados por coronavirus.

Las cifras previas a 2022 arrojaban una media anual de 85 fallecimientos, pero 2022 ha roto todas las estadísticas de la serie histórica. La alta mortalidad registrada en 2022 hace que la media de los últimos cinco años se sitúe ahora en 90. En los últimos cinco años han dicho adiós a este mundo 451 fontaniegos y fontaniegas. La cifra se eleva a 470 al sumar los 19 fallecidos entre enero y febrero de este año. Los datos de enero y febrero de este año permiten augurar un 2023 algo mejor que 2022. Entre enero y febrero de 2022 hubo 22 fallecidos, tres más que entre enero y febrero de 2023. Otro dato para la reflexión es que el año pasado murieron 110 fontaniegos, pero sólo nacieron 58 niños y niñas. La población de Fuentes, como la de todo el país y prácticamente el continente, sufre un galopante proceso de envejecimiento, con el consiguiente aumento de los fallecimientos y la bajada de la natalidad.

Los datos anteriores proceden del registro civil de Fuentes, dependiente del ministerio de Justicia, que no coinciden con los que ofrece el ayuntamiento. La diferencia no es pequeña puesto que el ayuntamiento contabiliza oficialmente 103 fallecimientos en 2022, siete menos que el registro civil. ¿Cómo es posible? ¿Dónde se han perdido siete muertos, administrativamente hablando, claro está? La única explicación posible es que se han "perdido" en la maraña burocrática y la dispersión que aquejan a los registros de defunciones e incineraciones. Podría decirse que la confusión de los datos ocurre porque los fontaniegos mueren como se muere en el siglo XXI y los registros son del siglo XX, cuando no del IXX.

Antes los fontaniegos nacían y morían en casa. Ahora nacen en los hospitales y, mayoritariamente, también mueren en los hospitales. Sevilla, Osuna o Écija son los lugares donde expira la mayoría de los fontaniegos. De los 110 fallecimientos de 2022, 57 ocurrieron fuera y 53 en Fuentes. De ellos, 34 en Sevilla, 18 en Osuna y 5 en Écija. El año anterior, de los 91 fallecimientos, 49 tuvieron lugar fuera y 42 en Fuentes. La diferencia fue aún mayor en 2020. De los 87 fallecimientos, 50 ocurrieron fuera y 37 en Fuentes. Igual sucedió en 2019: de los 77 fallecimientos, 48 tuvieron lugar fuera y 29 en Fuentes. En 2018 hubo 86 decesos, de los que 51 ocurrieron fuera y 35 en Fuentes.

A esa tendencia a morir en los hospitales -las familias prefieren que los últimos días tengan la atención médica y los cuidados paliativos hospitalarios- se une que antes los muertos eran siempre enterrados en el cementerio de Fuentes. Hasta ahora muchos eran incinerados en los crematorios de Marchena, Carmona, Dos Hermanas o La Algaba. Como consecuencia, la defunción queda registrada en Sevilla, Osuna o Écija (o Barcelona, Benidorm, Palma de Mallorca o Dusseldorf) y la incineración en los crematorios de Marchena, Carmona... y muchas de las cenizas descansan en casa de algún familiar o han sido arrojadas al mar o al campo, pese a que está prohibido. En algunos casos, el ayuntamiento tiene constancia de un fallecimiento cuando la familia requiere apoyo para la liquidación del impuesto de sucesiones. Pero otros hacen esa liquidación a través de una gestoría privada.

Además, los juzgados no tienen obligación de notificar las defunciones al registro civil de Fuentes, aunque la mayoría lo hace, especialmente los de Sevilla, Osuna y Écija. No siempre es así, especialmente los de otras zonas del país y mucho menos los del extranjero. Todo eso explica la discrepancia de los datos. Los fontaniegos constan como nacidos en Fuentes, pero de muchos de ellos no queda constancia de su fallecimiento. Están anotados en el municipio donde ocurrió el deceso, pero no en el registro civil de Fuentes. Si alguien en el futuro quiere saber dónde murió una de esas personas tendrá que preguntar en los registros cada una de las localidades donde pudo fallecer.

Ocurre que no hay un registro único centralizado de las defunciones. Desde 2011 existe una ley que lo crea, pero aún no se ha puesto en marcha. Los juzgados tienen obligación de notificar las defunciones al Instituto Nacional de Estadística (INE), que lo comunica a las haciendas estatal y autonómica a efectos de liquidación del impuesto de sucesiones, a la Seguridad Social para cortar las pensiones y a los ayuntamientos para la actualización del censo.

¿De qué mueren los fontaniegos? De viejos, dicho de forma resumida, aunque oficialmente consten como causas principales los infartos, las paradas cardio-respiratorias, los colapsos multiorgánico, los cánceres o los alzheimer. El dato de los fallecidos por covid es otro motivo para la confusión. La Junta de Andalucía notificó hasta abril de 2022 un total de 9 fallecimientos, pero el ayuntamiento asegura que sólo tiene constancia oficial de tres. Los datos del ayuntamiento indican que en julio de 2022 murieron en Fuentes 12 personas, de las que cuatro fallecimientos fueron a causa de paradas cardio-respiratorias, tres de infarto, tres "incineraciones", una de fallo multiorgánico y una por alzheimer.

Agosto, con esas doce muertes, fue especialmente luctuoso. Lo habitual es que ese mes haya pocos fallecidos. En agosto de 2018 hubo tres, en 2019 quedaron registrados dos, seis ese mismo mes de 2020 (tres según el ayuntamiento) y cinco (seis según el ayuntamiento) en 2021. Este pasado febrero cundido en Fuentes la idea de que ha habido más fallecimientos de lo habitual. Las funerarias, el enterrador y numerosos fontaniegos han asegurado a este periódico que durante el mes de febrero ha habido muchos entierros. Lo atribuían al frío extremo que hizo durante la primera quincena de ese mes. Algún día, incluso con tres o cuatro funerales. Sin embargo, los datos disponibles no corroboran esa opinión. La cifra de fallecidos en febrero de 2023, doce, ha sido idéntica a febrero de 2022. Muy superior a la de febrero de 2021, cuando hubo sólo 4 fallecimientos, aunque enero de aquel año fue peor, con once decesos, frente a los diez de 2022 y siete de 2023. Los dos primeros meses de cada año, por el frío, suelen ser los de mayor mortalidad.