Después de dudarlo mucho y sopesar los inconvenientes para mi salud mental y mi precaria economía de joven antropóloga, decidir volver al país que tanto dolor y alegrías me ha dado en mi corta carrera académica. Carrera que he abandonado para dedicarme a tareas agrícolas en un abandonado pueblo de las Alpujarras granadinas. Aquí vivo en comunidad, tranquila, esperando que el mundo se salve o se pierda.
Lo que me hizo volver al país ya conocido de mis lectoras y lectores fue el WhatsApp de una antigua informante, que me pedía ayuda para intentar que el Excel respondiera a un escrito que ella y un grupo de valientes, “las que Resistimos” se hacían llamar, habían dirigido al ser supremo conocido, ya sabéis, como Excel. En dicho escrito me contaba que le pedían información sobre unas promesas que el propio Excel había hecho muchos meses atrás.
En realidad, se trataba de promesas varías: comunidad energética, obras en la Casa del Descanso y convocatoria de elecciones en la misma, animar al pueblo a manifestarse de varias maneras, léase recogida de firmas, ante la falta de compromiso de empresas con malas praxis, atender a la petición de información del proyecto de otra empresa, nada claro, sobre las consecuencias sobre la población y su salud olfativa y un largo etcétera que dejo en suspenso para no cansar a mis lectoras.
Le pregunté a mi informante que cómo podía hacer que el Excel respondiera a su escrito y ella me dijo que tal vez con mis informes hiciera alguna presión para conseguir una respuesta. Ya no trabajo como antropóloga, no obstante, voy a viajar hasta tu país e intentaré hacer algo, le dije.
Así fue como viajé al país allende las montañas y durante una temporada observé la vida y los sueños del mismo. Vi que El Excel y sus palmeros se habían acercado al lado mágico del chamanismo, pero no de aquellos poseedores de la sabiduría de la naturaleza y el sanar conforme a ella, sino a aquellos otros de fuerzas telúricas y sabidurías oscuras para obtener la voluntad de los demás.
De esa manera eran capaces de transformar una voluntad de protestas en un carnaval grotesco, el altruismo del pueblo en una propaganda vergonzante, en un afán de multiplicar los panes y los peces por una cantidad monetaria apenas perceptible. Pan y circo, que eso siempre funciona. Podían transformar el pasado a su antojo, el tiempo era un juguete en sus manos. Todo me pareció gris y falto de energía positiva, todo dominado por las fuerzas del quiero y no puedo, del postureo, de la invisibilidad de los débiles, de los ignorados por razones que algunos no alcanzaban a comprender.
Ante estado de cosas le dije a mi informante que poco podía hacer, solo escribir esto que ahora estáis leyendo. Gracias en nombre de “Las que Resistimos”