Muchos niños de Fuentes creen que los Reyes Magos vienen de oriente para traerles juguetes y golosinas por Navidad. Otros muchos creen que los Reyes Magos son los padres. Lo que ninguno sabe es que los verdaderos Reyes Magos han sido durante toda su vida Eduardito, Rafael y Antonio. Ellos eran los que preparaban las canastillas con los pastelitos que aparecían a los pies de sus camas la mañana del 5 de enero de cada año. Mientras todo Fuentes dormía, las noches anteriores Eduardito, Rafael y Antonio amasaban, daban a la masa forma de guitarrita, torito o pistolita, la pintaban con clara de huevo y la horneaban con pasión de rey mago. Cuando el día de los Reyes pasaba la cabalgata por sus puertas, ellos seguían en sus obradores, afanosos, callados, felices a su manera.

Por lo tanto, este año por primera vez los Reyes Magos serán de verdad los Reyes Magos: Eduardito Pérez, Rafael Fernández y Antonio Hidalgo. La designación -dulce elección- viene a hacer justicia así a los desvelos de tantos años de los tres jubilados de Fuentes que más azúcar han puesto en los paladares del pueblo. Azúcar para el pueblo podría ser el lema de esta trimonarquía. Ninguno de los tres es emérito, que se sepa. Aunque no se sabe bien si es el momento más adecuado, dado el precio que ha alcanzado el azúcar, a 1,35 euros el kilo, en los últimos meses. Dicen que exclamó Eduardito "¿Y eso quién lo paga?" cuando el alcalde le comunicó la noticia. El ayuntamiento sólo paga una pequeña parte. El resto corre de cuenta de los reyes, que para eso pertenecen a la realeza y tienen mano en multitud de negocios del pueblo para arrimarle color, juguetes y golosinas a la cándida infancia fontaniega.

Tres Reyes Magos dispuestos a la acción

Y allá que van los tres grandes de oriente en busca de ayuda para su enorme gesta del 5 de enero. La logística, lo primero. Las emociones, después. Superado el momento Halloween, los polígonos industriales de Sevilla y Écija están hasta la bola de almacenes, chinos por supuesto, con todo lo necesario y mucho más para montar una cabalgata inolvidable. Los trajes de Melchor (Eduardito), Gaspar (Rafael) y Baltasar (Antonio) los pone el ayuntamiento, pero los pajes y otros integrantes del séquito real corren por cuenta de la realeza. Realeza que nombra, y esto no es cosa común de encontrar, el presidente de la república local que es el alcalde.

Estos reyes, como todos, arrastran consigo a toda la familia y alguno, hasta a los vecinos. Todos quieren salir junto al trono a repartir alegría a manos llenas. No todos los años tiene a un abuelo de rey mago. Por eso, los gastos de la familia real no los paga la república. Cada uno asume lo suyo. De azul la cohorte de Melchor, de Rojo la cohorte de Gaspar y de Verde la cohorte de "Basaltar". Los otros gastos, a escote. Los tres reyes se han puesto de acuerdo para comprar de manera mancomunada, le restarán lo que aporte en donaciones el comercio local y lo que quede, a escote. Economía de escala y austeridad tanto en el gasto público como en el privado. Uno para todos y todos para uno. Un saco de 60 juguetes, 10 euros. Diez kilos de caramelos, 30 euros. ¡Qué disparate, cómo se ha puesto el azúcar!

Mosqueteros del pastel, uno para todos y todos para uno

El azúcar está por las nubes, pero los Reyes Magos son Reyes y Magos, así que habrá que hacer algo original, diferente. Ya está, tiramos entornaos en la cabalgata. ¡Y suspiritos y palmeras de huevo y piononos y medias lunas! No, sólo entornaos porque los suspiritos iban a llegar a las manos de los niños bastante perjudicados. La chacina está más arriba que el azúcar, en la estratosfera, pero tal vez haya bolsa al vacío con lonchitas de serrano. Y bolas con descuentos para el desayuno en algunos bares. Y bolsas de papas fritas. Y ganchitos... Todo es posible, pero lo seguro es que los tres van a volver al obrador para hacer unos mil entornaos que repartirán el día de Reyes, dulces Reyes.

Lo cierto es que los tres Reyes Magos están como niños con zapatos nuevos. Como si de pronto hubieran regresado a sus infancias. Aunque en sus infancias los Reyes eran muy diferentes. Un lapicero y ibas que te matabas. El padre de Rafael sacaba todos los años un camión grande de plástico y lo cargaba hasta arriba de chucherías. Allá iba el niño Rafael por la acera del casino hasta la calle las Flores, Carrera arriba y Carrera abajo con su camión de golosinas. Después, el padre devolvía las chucherías a la vitrina, el camión al almacén y decía "¡ea, hasta el año que viene. Niño, a acallarse, que la cosa está mu mala". Cuando Rafael se hizo grande tampoco hubo Reyes porque esos días había que trabajar el doble que todo el año.

También para Antonio y Eduardito, cuantas más celebraciones traía el almanaque, más trabajo tenían que hacer. El más veterano en la jubilación es Eduardito, que cerró la tienda en 2012, aunque desde 1988 no trabajaba el obrador. Después fue Rafael, en 2015, y por último Antonio, que cerró en 2018. Después de muchos años -cincuenta, sesenta años- en la trastienda de los Reyes Magos. Y de pronto saltan a lo alto del trono, les da la luz del sol y se pueden poner a repartir juguetes y golosinas como locos. Cuando se lo comunicaron sintieron una enorme alegría, aunque dos de ellos ni siquiera lo habían soñado nunca. Rafael tuvo que decirle hace años a Manolito Morente que no podía por motivo del trabajo.

Hubo una vez tres Reyes Magos. Después hubo tres mosqueteros. También hubo tres tenores. Y hasta tres tristes tigres. Ahora hay tres dulces Reyes Magos felices como niños. Van a darlo todo y esperan no defraudar a nadie, especialmente a los niños. En el recorrido van a tener ocho puntos de recarga de provisiones y aún les parecen pocas. Al día siguiente les dolerá todo el cuerpo, pero va a merecer la pena, dicen a coro. El alma la tendrán hasta arriba de dicha porque, por fin, los niños de Fuentes van a saber quiénes son de verdad los Reyes Magos. Ni los que vienen de oriente cabalgando camellos ni los padres que vienen del supermercado, sino Eduardito, Rafael y Antonio. Los tres dulces Reyes Magos de Fuentes.