Encarar los problemas que nos surgen en nuestra vida cotidiana es una cosa que no se hace fácil para nadie, y el hecho de que cada una seamos de una manera hace que cuando nos enfrentamos a situaciones adversas ideamos nuestros métodos, nuestras fórmulas para salir adelante. ¿Pero qué pasa cuando nos quedamos bloqueados o no tenemos la capacidad para encontrar soluciones? ¿A qué se puede deber ese bloqueo emocional y personal en el que nos vemos sumidos en ocasiones frente a nuestros problemas?

La falta de formación y de información nos suele llevar a un estado de incertidumbre, y en ocasiones de incapacidad frente a nuestros problemas. Esto es algo que se ha podido corroborar durante los últimos años frente a todo lo que ha conllevado la pandemia del COVID-19, y que sigue con bastante vigencia en la actualidad (guerras, inestabilidad económica, sequía…). Todo ello se pudo ver plasmado en Sevilla en la ponencia “La aventura de volver a la normalidad”, y es que su desarrollo fue el perfecto ejemplo de cómo los seres humanos somos seres sociales que necesitan de un apoyo comunitario en aspectos clave como la salud mental.

¿Qué queremos decir con ese mínimo de habilidades mencionadas? Pues que, la adquisición de una serie de recursos a través de la formación nos ayuda a las personas a hacer frente a nuestro día a día de una forma mucho más orgánica y completa; la importancia de tener una base cultural y social amplia implica una mayor capacitación y racionalización para con nuestra realidad y con nuestro entorno.

Tal y como expuso Pedro Cabezas, Médico epidemiólogo y experto en Medicina Preventiva, la situación de pandemia no es una condición nueva para la humanidad, aunque sí lo sea para nuestras generaciones; y es que el hecho de tener y conocer de referencias anteriores sobre situaciones similares nos hace evitar caer en errores pasados y aplicar aquellas pautas de eficacia para la solución de determinados problemas. Uno de los errores en la percepción de la situación sanitaria de la pandemia y la vacunación según Cabezas ha sido precisamente el no centrarnos en abordarla desde un contexto estrictamente sanitario e histórico, y optar por hacerlo desde un punto de vista mediático y de opinión.

Si en lugar de dejarnos llevar por ese cauce, nos centramos en informarnos y hacernos eco de cómo se han desarrollado dichos procesos, de la cantidad de recursos empleados y de los controles y garantías con los que se hacen, la percepción personal cambia.

¿Y cómo se puede paliar esta falta de formación y desarrollo personal? Pues una de las soluciones pasa por la creación de espacios de debate, que nos sirvan como motor para cultivar un saber diverso y como apoyo necesario, para que podamos darles forma a nuestras capacidades y mejorar el autoconocimiento. Estos espacios son un aliciente tanto respecto al aumento del conocimiento individual como a la expansión de las inquietudes y del sentido crítico, cualidades fundamentales para tener las herramientas necesarias para hacer frente a situaciones complejas.

“Me pasa algo, pero no sé lo que es”. El doctor Rubio utilizaba este ejemplo de conversación con sus pacientes como reflejo perfecto de las situaciones personales que se generan cuando no se tiene determinado nivel de recursos intelectuales o socioculturales; las personas tendemos a buscar la tranquilidad y estabilidad, algo que se consigue más fácilmente si gozamos de unas pautas y de experiencia para desenvolvernos en diferentes entornos. Un contexto como el de la COVID ha supuesto que de manera individual estemos aún en estado de alerta constante, lo que se traduce en situaciones de ansiedad, aislamiento e irascibilidad. Es aquí donde entra en juego ese autoconocimiento.

Para ello, salir de la zona de confort puede ser una opción inteligente; y no queremos valernos de esta expresión de una manera abstracta y productivista como suele ocurrir, sino más bien desde una perspectiva personal. Esto es algo que nos atañe a cualquier persona, pero más aún a los que nos encuadramos dentro de la generación Z. Se tiende a dar por hecho que nuestra generación se ahoga en un vaso de agua, que no es capaz de hacer frente a la realidad de manera seria, y que ello se debe a la comodidad con la que nos hemos criado y educado, lo cual choca con el contexto actual. Y es que el hecho de que nos limitemos a la comodidad de lo cotidiano puede llegar a suponer una serie de limitaciones a la hora de enfrentar la realidad; puede que no sea algo de primeras fácil, pero si poco a poco conseguimos conciliar esa cotidianidad con espacios y contenidos como los mencionados, nuestro abanico de recursos será mucho más rico.

La existencia de un tejido social, cultural e intelectual fuerte nos lleva a un nivel de autoconocimiento que hace que nuestra manera de afrontar todo aquello que tiene su dificultad y complejidad de una manera mucho más segura, nos facilita la búsqueda y consecuente hallazgo de respuestas. El autoconocimiento es el medio para llegar al empoderamiento personal.

Juan Pedro Segura Almenara es estudiante de Derecho y Ciencias Políticas de la UPO, colaborador del Instituto Internacional BAKUN de Sevilla y participante en la conferencia "La aventura de volver a la normalidad. La experiencia de la pandemia".