Su silencio, más que su canto, define a la avutarda (Otis tarda). También su prudencia. La avutarda es conocida como "ave muda". Pocos la han visto y muchos ni siquiera han oído hablar de ella. Tal vez por eso la caza de la avutarda no haya sido nunca un tema común en la pintura española. Aunque se cazó. El autor del cuadro que abre este artículo es Adelardo Covarsí Yusta, que dejó constancia de un tiempo en el que la especie aún no había iniciado el camino hacia la decadencia. Hoy, la avutarda está casi extinguida, aunque Fuentes tiene el privilegio de contar con uno de los pocos núcleos de reproducción. Un tesoro escondido.

Mirando el cuadro de Covarsí cuesta trabajo no sentir una profunda repugnancia ante un lance que, cuando menos, resulta inexplicable en el tiempo que vivimos. La avutarda tiene el porte y la importancia del lince ibérico, pero no comparte su suerte. Mientras la defensa del lince ha sido divulgada y protagonizado anuncios pidiendo ayuda para su conservación, la avutarda sigue en el olvido. Y no es menos icónica y representativa que el gran felino. Desde hace siglos las cosas no le han ido bien. La caza, que hasta 1980 estuvo permitida, y los cambios en la agricultura han contribuido decisivamente a condenar el futuro de esta espectacular ave.

España atesora entre el 70 y el 75 por ciento de la especie voladora más pesada del mundo, con hasta 17 kilos. Fuentes de Andalucía es un lugar privilegiado en la campiña sevillana donde todavía habita y defiende su permanencia. Nop hay más que salir de Fuentes y pasar por la finca Pozo Santo y las Peñuelas, entre los llanos de la Mataelvira dirección al arroyo de la Madre, junto a la laguna de los Lirios hay algunas tierras negras con restos de siega, girasol, alpacas y otras de barbecho y garbanzos. Sobre el cielo azul intenso de la Palmosa y el Cerro Limones se pierden en la lejanía las últimas avutardas de nuestra tierra.

En el verano tórrido y seco, en tierras de rastrojos, el agua corre todavía por el arroyo de la Madre abajo. Allí fue, hace más de 10 años, donde vi por primera vez avutardas en libertad. A sólo 5 o 6 kilómetros de Fuentes, entre las suaves lomas donde crecían cultivos de secano y a una distancia prudencial, con prismáticos, pues las avutardas son aves muy espantadizas, pude contemplar, perplejo, un grupo de unos once ejemplares caminando parsimoniosamente, picoteando su alimento, hasta que desaparecieron detrás de una pequeña loma donde se encontraba un remanente de agua cerca de donde tenía la Huerta Emilio el Pajillero.

Desde entonces las busco. Muchos momentos de espera al atardecer, gracias a mi trabajo de guarda rural. Cuando llegan los grupos de aves a descansar a estos rincones de Fuentes, en busca de la protección del arroyo de la Madre y su entorno, vecinas las lindes de Ecija y Marchena. Revives historias leídas sobre los distintos métodos que los furtivos utilizaban para la caza de la avutarda: anzuelos, cajas en el suelo con puertas abatibles, alzapiés, lazos amarrados a una vara que se tensaba al engancharse la pata, mancada (consistente en atrapar a los pollos cuando son pequeños para cortarles la punta del ala y devolverlos a la madre hasta que crecían, en cuyo momento, al no poder volar, resultaba fácil atraparlos, o los originales anzuelos cebados con garbanzos y anclados al suelo, con los que el ave quedaba atrapada por el sedal.

Eran otros tiempos, felizmente superados. Cazaban por necesidad o por ignorancia, pero exterminaban una especie valiosísima. Con estos métodos y la persecución que sufrió se entiende perfectamente el miedo ancestral que las avutardas arrastran y que las hace emprender su huida nada más salimos del coche. Hace días volví a buscarlas y conté 16 ejemplares que persisten aquí. Aquí crían cada año, sobreviven al tórrido calor fontaniego, aisladas en esta tierra inhóspita de terrones y barbechos, un tesoro que oculta estas tierras y que sólo quienes sepan valorarlo tendrán el placer disfrutar de esta riqueza natural. Debemos darle la importancia que tiene este hábitat y el reducto de población de esta preciosa ave, la más pesada que puede volar. Que nunca más se mate una avutarda.