Nostalgia, dolor, vacío. Esos son los tres sentimientos que Paulino Ruiz es capaz de verbalizar por no poder sacar hoy a la Borriquita. Tres sentimientos, pero seguro que hay otra multitud de emociones que ni siquiera de atreve a intentar expresar. Un sinfín de sentimientos que generan tanto estremecimiento que a Paulino le afloran destellos a los ojos. Veintiún años de capataz de la Borriquita son muchas levantás como para no provocarle hoy escozores en los ojos. Quince años de vicepresidente de la agrupación son muchas pasiones para que no se le agigante un agujero en el pecho.

Dice Paulino Ruiz que esta mañana de Domingo de Ramos será como todas las mañana de Domingo de Ramos, como lo fue el año pasado, primero sin procesiones por culpa de la pandemia. Ducha, desayuno, traje, corbata, misa de bendición de palmas... En esta ocasión, al no poder procesionar, la Borriquita ha bajado del paso y espera a los fieles al pie del altar de la parroquia. "Hemos bajado a los titulares para que la gente pueda contemplarlos de cerca", señala el vicepresidente de la Agrupación Parroquial del Santísimo Cristo de la Paz y Nuestra Señora de la Esperanza. Hay otra forma de sentir la Semana Santa.

Pero, ¡ay!, llegarán las cinco de la tarde y el vacío se hará inmenso, insoportable. ¿Qué será de Paulino cuando no suene el cerrojo del portón de la parroquia? ¿Qué será cuando al silencio del cerrojo le responda el eco del silencio de la callejuela desierta? ¿Qué sin la revirá de la calle Lora? ¿Qué sin la pará frente al portón de par en par de las Hermanas de la Cruz?

Resignación y consuelo. No hay otras respuestas posibles para tantas preguntas. Resignación porque no hay más remedio que quedarse sin procesiones. "Lo primero es la salud", señala Paulino. Meter a cuarenta costaleros debajo del paso, hombro con hombro, sería una locura. Consuelo porque los creyentes pueden visitar a los titulares de la agrupación al pie del altar de la parroquia. Esperar con la esperanza de que el año que viene, entonces sí, Fuentes tendrá una Semana Santa apoteósica. Como no la ha tenido nunca. Fe, esperanza y caridad.