Dando un paseo por nuestra Vía Verde me llama la atención que, tras las primeras lluvias, en estas tierras de nuestra campiña aparezcan modestas, a ras de tierra, unas bellas flores de color violeta: son las mandrágoras. Mal llamadas malas hierbas de bordes de caminos, tienen con una historia peculiar e interesante con bastantes curiosidades. Se dice que las brujas de toda Europa bajaban en tropel hasta la baja Andalucía en la época otoñal para su recolección.
La leyenda asegura que todas las raíces de la mandrágora se transforman en hombrecitos de verdad, como pequeños duendes, y que se dedican a favorecer al dueño de la misma. Contaban que las raíces de estas plantas gritaban al ser arrancadas y que su grito mataba a la persona que lo hacía. Por ello, las hechiceras usaban el siguiente truco: cavaban alrededor de la raíz hasta dejarla desnuda y luego ataban un perro a la raíz. Llamaban al can, éste la arrancaba y el pobre chucho era el que moría. También contaban que los gritos de las raíces podían enloquecer a las personas. Se decía que crecía bajo los patíbulos donde caían los líquidos de los cadáveres.
Estas plantas eran usada tanto en magia negra como en magia blanca. El cine ha recurrido muchas veces a la mandrágora en películas del género fantástico, casi siempre cometiendo inexactitudes porque la mandrágora no aparece en los brumosos bosques célticos, sino en los soleados prados mediterráneos o en la campiña. Antiguos documentos describen a la mandrágora como una planta que "adormece al primer día y vuelve loco al segundo".
Su conocimiento es muy antiguo, ya que se la nombra en la Biblia -Génesis XXX, 14, 16- y la considera portadora de poderes mágicos. Raquel -la mujer de Jacob- pidió a Leda -la otra esposa de este- las mandrágoras que el hijo de Leda había recogido en el campo. A cambio le dejó que pasara la noche con su esposo. Puesto que la Biblia dice que Raquel era estéril, quizás pensase que esta planta la ayudaría a concebir. Cuando juzgaron a Juana de Arco, la acusaron de usar mandrágora. Dijeron que siempre la llevaba y que gracias a ella pudo soportar mejor el dolor al ser quemada viva en la hoguera. Se cree que, cuando la juzgaron, declararon que oía voces que pertenecían a Satanás. Seguramente serían alucinaciones producidas por ingesta de mandrágora.
Independientemente de supercherías, historias y leyendas, disfruten de esta bella planta en las cunetas de nuestras carreteras. Hay toda una leyenda sobre ella, aunque cada vez se observa menos a causa de los líquidos, el fuego, etcétera.