Hablo con mi amiga: "Vamos a acudir a la proyección de un documental sobre la segunda República ¿Vienes?  ¿La segunda qué? Ah, sí, claro, la estudié en Bachillerato", dice finalmente. Al final, mi amiga me acompaña y después de la proyección y el coloquio posterior me comenta que se cometió un error vinculando la segunda República con la izquierda. Ella, a pesar de las clases magistrales del Bachillerato, tenía una visión de la segunda República sesgada, estaba convencida de que República es igual a izquierda montaraz y desordenada. No me extrañó. Yo también tuve durante un tiempo esa visión, solo que la cambié pasados los años, después de leer, reflexionar y conversar con personas que tenían a la República como la forma de Estado más democrática y justa.

¿En realidad es así? Según la Real Academia, una república es una “organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado”. Una República no tiene que ser necesariamente de izquierda y aquí se cometió el error de relacionarla con esa opción política. La dictadura de Franco hizo muy bien ese trabajo, tan bien que aún perdura en muchas personas jóvenes que no han conocido ni una república ni una dictadura la idea de vincular república con izquierda e incluso con comunismo, con desmanes y desórdenes.

Corren tiempos inquietantes. La extrema derecha se va adueñando de un discurso que toca las fibras de los sentimientos, las emociones; son sus métodos para crear el miedo, el odio, el no querer ser diferente, el sentirse seguro dentro del rebaño protector donde sentirse caliente y ficticiamente seguro. Seamos todos iguales, pero en el silencio y el no compromiso, parece decirnos en el oído. Ve a lo tuyo, a tus intereses. Votemos cada cuatro años y no pidas más y, si la cosa se pone muy alborotada, si todos los políticos y las políticas son iguales, que venga un salvador de la patria, que yo seguiré siendo un ciudadano o ciudadana ejemplar.

Cada vez oigo con más frecuencia que para no discutir, en el sentido de pelear, no en su verdadero significado de exponer opiniones y puntos de vista sin acritud, es mejor no hablar ni de política ni de religión. Es extraño en una sociedad cada vez más plural, más diversa, la autocensura. Hago un trabajo silencioso y eficaz para algunos.

Decía más arriba que mi amiga pensaba que fue un error vincular república con izquierdas. Siguiendo ese argumento, pienso en la autocensura, en la idea de ver el sistema republicano como algo que me obliga a posicionarme de forma diferente al estatus, el que me hacen creer que es el más idóneo para no salirme del rebaño protector. No es buena idea proclamarme republicana, vaya a ser que fuera del rebaño haga frío y no tenga a punto mi abrigo de última moda. Y no digo de pieles porque está mal visto ¿no?