Como todos los años, los cernícalos primilla (Falco naumanni o como los llamamos en Fuentes, "primillas") nos visitan para anidar. Esta especie que llegó a tener 100.000 parejas reproductoras en España en el siglo XIX, pasó a tener 5000 parejas en el siglo XX y fue catalogada como especie en peligro de extinción. Actualmente se han recuperado algo y a partir del 2011 ha dejado de ostentar este dudoso honor.

Estos "pequeños halconcillos" son fontaniegos como el que más y podemos llamarlos así con todo derecho ya que nacieron aquí como otras especies migratorias: la tórtola, la codorniz, etc.  Vuelven cada año a su pueblo para criar, tienen una fuerte querencia. Tal es así que si se perdieran aquí, posiblemente no volverían como especie, ya que los de otros lugares no abandonarían sus querencias de siempre. Es un privilegio tenerlos como vecinos, dan vida a nuestro entorno y causa admiración en quienes nos visitan.

Estos días, observándolos, he visto a algunos niños señalando con el dedo o sorprendiéndose cuando al asomarse a la reja del Castillo del Hierro y sus casas vecinas han visto cómo salían casi de sus tejados. Acostumbrado a verlos, igual que al pueblo, no me llaman la atención, pero me alegra que vueelvan cada año. Comentaba un vecino de que hacia años que no veía cernícalos, yo le contesté que son vecinos nuestros que vienen a su casa de verano, el Castillo del Hierro, y sus inmediaciones... Solo tenía que mirar bien.

A veces choca esa extraña sensibilidad ecológica que hace parar todas las obras porque están anidando los cernícalos, para después de terminada la obra no dejar ni un solo hueco para ellos. En este caso no fue así. Aquí se respetaron esos pequeños huecos en la torre, aunque nuestra conciencia ecológica está todavía a años luz de otras sociedades.

Antiguamente anidaban en muchos huecos de andamios que quedaban en las casas antiguas. Hoy día queda poco de esto y casi todos anidan en este castillo fontaniego que los alberga desde antes del siglo pasado. Desde antes del inicio de la reforma del castillo algunos amantes de los animales, entre ellos el propio ayuntamiento de Fuentes de Andalucía, agentes de medio ambiente, Paco Barcia el veterinario y el que escribe nos preocupamos de que las grietas y agujeros de las paredes se respetasen para que anidaran.

Gracias a esto podemos disfrutar de este pequeño halcón que, junto a vencejos y golondrinas, alborotan y dan carácter a las veraniegas tardes de nuestro pueblo. Antes, cuando vivíamos más en la calle ¿qué niño no ha criado un "aguilillo" de los que caían de los nidos? Íbamos a la plaza por pitracos para alimentarlos, uno de nuestros entretenimientos.

Durante días he estado admirando sus majestuosos y acrobáticos vuelos intentando captarlos cuando crían su pollada, a veces frustrado por la rapidez con que cambian de dirección cuando ya lo tenía, otras veces viendo el tumulto que se forma cuando los padres los visitan para alimentarlos, las peleas para hacerse ahora con un pequeño ratón, ahora una cigarra o bien un topillo. A veces, cuando ya vuelan, los alimentan en pleno vuelo, otras veces el que consigue la presa se va volando para comerla tranquilamente.

En fin, todo un espectáculo este vecino nuestro que, tras protagonizar una durísima travesía por el desierto del Sahel, llega a su pueblo fontaniego para criar. Después del verano, como tantos emigrantes, toda la familia volverá a abandonarnos para buscarse el pan en otros lares. Miremos por ellos y hagamos su vida un poco menos difícil. No todos los pueblos tienen un castillo y no todos los pueblos tienen cernícalos primilla.