Negros nubarrones ensombrecen el futuro de los vaqueros de Fuentes. La ganadería vacuna, la actividad productiva que tanta riqueza aportó en el pasado a un buen puñado de fontaniegos, parece condenada a desaparecer en un periodo breve de tiempo. Quedan siete de las más de veinte vaquerizas que tuvo Fuentes hace diez años. Casi todas ellas se enfrentan a un horizonte desolador. La principal razón para el pesimismo es que producir leche ha dejado de ser rentable. Los costes de producción están igual o por encima del precio que cobran los vaqueros de la industria láctea. Hay otras razones, como son lo penoso de este trabajo, que no conoce días de descanso, y la ausencia de relevo generacional.

Juan Alberto Fernández "Gato" es uno de los ganaderos que ve poco futuro a este negocio. "La suma de gastos que tenemos que hacer para producir un litro de leche es de 0,36 euros, prácticamente lo mismo que nos paga la industria. Si resistimos es porque además llevamos tierras y porque es lo que sabemos hacer. Los que tenían pocas vacas o estaban en esto sólo como negocio abandonaron hace tiempo". Gato tiene unas doscientas vacas, número similar al de las otras granjas de Fuentes. Sólo una, la de Garranchito, tiene muchas más, unas 800. La suma actual de vacas puede rondar las dos mil, la mitad que hace unos años, cuando se consideraba el municipio con más cabezas de vacuno de toda Andalucía.

La leche en las estanterías de los supermercados parece no valer nada. Un litro de leche se puede encontrar a 0,58 céntimos. Un precio bueno para el consumidor, pero pésimo para el productor. Sobre todo porque ahí aparecen los intermediarios, que además controlan el mercado e imponen sus condiciones. La causa es que las cadenas utilizan con frecuencia el bajísimo precio de este alimento básico para atraer clientes, pero a costa de recortarles tanto los beneficios a los ganaderos que éstos han dejado de encontrar atractiva su producción. Es lo que se denomina venta "a pérdida". Esta práctica de venta bajo el precio de coste fue prohibida por la ley de cadenas comerciales, pero esta norma choca frontalmente con la libre competencia.

Las organizaciones agrarias aseguran que las condiciones impuestas por la industria láctea son inasumibles. Lo ha dicho UPA argumentando que, mientras las distribuidoras reducen el precio de la leche cruda, los piensos han subido entre 20 y 30 euros por tonelada y la luz ha registrado un incremento del 25%. La soja está a 480 euros la tonelada y el maíz a 415 euros. El gasoil estaba estaba a 0,5 y está a 0,63 euros el litro. "El precio que nos pagan por la leche sigue igual que hace 20 años o incluso por debajo, pero los costes no han parado de subir", se queja Leo López, de la vaqueriza de los Bejarano. Y como a perro flaco todo se le vuelven pulgas, la crisis económica provocada por la covid ha atraído al mercado de las materias primas agrícolas a inversores en busca de refugio para su dinero. De refugio y especulación, con el consiguiente aumento de los precios.

El mercado de la leche está controlado por ocho grandes empresas que, sin ser un monopolio, han actuado como si lo fueran pactando el precio que imponen a los ganaderos. Por esas prácticas contrarias a las leyes de la oferta y la demanda, las ocho industrias fueron sancionadas en 2019 con 80 millones de euros. De esa cuantía, 50 millones correspondió a empresas francesas y 30 a españolas. La sanción debería haber liberado las condiciones de venta de la leche cruda en beneficio de los ganaderos, pero la realidad es que siguen sufriendo precios tan abusivos que muchos se ven abocados a cerrar sus negocios. En lo que va de 2021 han cerrado ya 700 explotaciones ganaderas, según datos del sector. Bajan o se mantienen los precios, pero suben los costes y las exigencias de controles de higiene y calidad, ausencia de antibióticos, control de residuos... "A los ganaderos nos culpan de todo, hasta del agujero de ozono", dice otro vaquero.

En una reciente carta remitida a Mercadona por la organización AGRAPOL el sector afirma que "los 11.950 ganaderos que todavía resistimos en este país estamos atravesando una de las situaciones mas críticas -y hemos pasado muchas- en toda nuestra historia. Para confirmar esto, basta con mirar las estadísticas del ministerio en las que se confirma que cada año son casi 1.000 los ganaderos que se ven obligados a abandonar sus explotaciones de vacuno de leche". Para los ganaderos, Mercadona es la gran causante de sus dificultades. "Mercadona comercializa mas del 30% de la leche líquida de nuestro país a través de seis grandes empresas que trabajan en exclusiva para ustedes: Covap, Lactia, Lactiber, Iparlat, Kaiku y Naturleite. Estas industrias marcan el precio que nos van a pagar, una vez que ustedes marcan el precio que les van a pagar a ellos. A nosotros no nos queda mas remedio que decir “amén” y, para más escarnio, firmar una cláusula en el contrato que diga que con ese precio cubrimos nuestros costes de producción, a sabiendas de que en la gran mayoría de los casos es mentira".

También es verdad que los vaqueros llevan años asomados a un sombrío panorama, pero hasta ahora han ido capeando el temporal. ¿Este será el final? Los ganaderos fontaniegos consultados opinan que esto se acaba. Que de esta crisis van a quedar dos o tres explotaciones, a lo sumo. Y que será pronto. Juan Alberto es pesimista. "Esto no es negocio, muchos meses no sacamos ni un sueldo para vivir y si seguimos es porque llevamos las vacas en la sangre". Leo Bejarano matiza que seguirán algunos, pero en muy poco tiempo la ganadería dejará de ser importante para la economía de Fuentes. Como antes ocurrió en muchos pueblos. "Los buenos vaqueros hemos sobrevivido a base de esfuerzo e hipotecas, pero ahora está más crudo que nunca. Los malos vaqueros o lo que estaban en esto sólo como negocio abandonaron hace tiempo".

Las explotaciones agrarias exigen a sus propietarios una dedicación en horas y días de trabajo que no tienen recompensa económica. Catorce o quince horas de dedicación al día, todos los días del año, es un. sacrificio excesivo para tan poco beneficio económico. Casi todos los vaqueros de Fuentes tienen más de 50 años y no se vislumbran jóvenes dispuestos a este sacrificio a cambio de beneficios tan magros. Leo Bejarano agrega que a nosotros nos pilla esta crisis cansados y sin ganas de volver entramparnos para ver si remontamos de nuevo". La única esperanza es que este verano bajen los precios de algunas materias primas como el maíz cuando entre en el mercado la cosecha de los países del este de Europa.

La cooperativa de vaqueros de Fuentes ya sólo agrupa a 6 de los 7 ganaderos que siguen con el negocio. Eran 11 hace pocos años. Y sólo uno de ellos tiene a sus hijos dedicados a las vacas. Lo demás se han buscado otra actividad o han estudiado y no quieren saber nada de las granjas de sus padres. Quedan unas dos mil vacas, algo más de la mitad que había en Fuentes en los buenos tiempos. La única solución al problema sería una subida de los precios de la leche, pero eso parece un sueño si se observa la situación del mercado y el control que ejercen las industrias. "A esto le quedan ocho o diez años como mucho, el tiempo que tardemos en dejarlo quienes ya estamos hartos luchar contra los elementos", coinciden.