Los hay que coleccionan antigüedades, los hay que guardan trofeos de caza y los hay que atesoran sellos filatélicos o emociones. Otros coleccionan pájaros. Paco Barcia atesora sólo las imágenes de sus aves favoritas. Instantes de emoción. ¿Fotógrafo? No. Mitad ornitólogo, mitad fotógrafo. Veterinario de profesión, Barcia guarda miles de fotografías de las aves que habitan en el entorno cercano de Fuentes. Cercano y no tan cercano porque siguiendo el rastro de algunas especies ha acabado en las sierras de Cabra o Extremadura. Desde este viernes y hasta el día 30 de noviembre expone una veintena de sus mejores fotografías de aves ibéricas en la Casa de la Cultura.

Incapaz de matar a un animal, Paco Barcia caza con su Canon 90D imágenes para su colección, tarea mucho más difícil que la de dispararles con una escopeta de repetición. La pieza más difícil de conseguir hasta ahora ha sido la Carraca Europea, popularmente conocida en Fuentes como "Carlanco". La imagen se puede ver debajo de este texto. El "Carlanco" no es raro de encontrar cerca de Fuentes, pero es un ave tremendamente desconfiada y eso hace especialmente complicado que se pare en el reposadero que le ha preparado el fotógrafo.

Las aves podrían ser clasificadas también por el grado de dificultad que oponen a la hora de dejarse fotografiar. Acostumbradas a los disparos de escopeta, creen que todo ser humano es un peligro de muerte. Algunas exigen semanas y hasta meses de espera paciente hasta que se confían. La obsesión por capturar la imagen del "Carlanco", durante meses, le llegó a desquiciar, reconoce Paco Barcia. Pero una vez el ave comprende que detrás del teleobjetivo no hay una carga de plomo, se deja hacer y hasta parece que elige posar para el amante de la naturaleza. Barcia cuenta que hay empresas especializadas que ofrecen al fotógrafo la posibilidad de captar algunas aves especialmente esquivas para el ser humano. Si no es con esa ayuda de especialistas resulta misión casi imposible conseguir imágenes de algunas especies.

La mayoría de las imágenes expuestas en la Casa de la Cultura han sido captadas después de muchas horas de espera. Muchas de ellas en el entorno de Fuentes, aunque otras ha tenido que viajar Paco Barcia a buscarlas a lugares donde hay ejemplares acostumbrados a las cámaras. El águila perdicera ha tenido que captarla en los montes de Extremadura. Imágenes conseguidas en Fuentes, aunque también en los viñedos de Los Palacios, en la vega del Guadalquivir o en la sierra de Córdoba. Barcia trabaja sistemáticamente la captura fotográfica de las que viven cerca de Fuentes, de las que tiene un censo de más de cien especies que frecuentan la zona en las distintas estaciones del año. Casi todas fotografiadas en los dos últimos años. No hace más tiempo que se inició en esta afición.

La afición de la fotografía de la naturaleza es el escalón que sigue a la pasión por observar el entorno que algunas personas sienten desde la infancia. Se empieza por mirar láminas de un libro o por ver documentales y se acabo armado de unos prismáticos corriendo detrás del primer bicho que se mueve por el campo. Paco Barcia empezó con los libros sobre naturaleza que Milagros, su madre, le traía de la biblioteca del colegio donde trabajaba. Después siguió con "El hombre y la tierra", de Félix Rodríguez se la Fuente, y con los prismáticos que le regalaron en su primera comunión.

Y ha acabado persiguiendo aves por campos y montes. Unos aficionados se conforman con observar las aves con prismáticos, pero otros no quieren reducir la emoción de ese momento al recuerdo impreso en la retina y optan por guardarlo en una fotografía para revivirlo una y mil veces. Es lo que hace Paco Barcia. "La ornitología me ha atraído desde niño y he ido avanzando, primero con los prismáticos y después con la cámara, hasta llegar a atesorar miles de fotografías. En la exposición enseño sólo una pequeña parte de las imágenes que guardo". El tesoro que Paco Barcia muestra en la Casa de la Cultura.

Captar imágenes no es, para Paco Barcia, un sustituto de cazar animales. Nunca ha cazado ni cree que pueda hacerlo jamás. "Respeto a quienes lo hacen, siempre que lo haga cumpliendo las normas, pero me cuesta trabajo entender que haya quienes disfruten matando animales", afirma. Prefiere quedarse con la emoción del momento mágico en el que un ave se posa, mira a un lado y a otro, permanece un instante quieta para que el fotógrafo dispare, y reemprende el vuelo libre, alegre, viva. Como lo era la naturaleza antes de que el hombre irrumpiera con sus armas y sus jaulas. Ese es el tesoro que guarda Paco Barcia en sus archivos y que ahora saca a la luz en la Casa de la Cultura.

Paco Barcia, en una de sus excursiones de fotógrafo aficionado a la naturaleza