Yo no tenía ni idea de la existencia del fontaniego doctor Victoriano Acosta Arce. Me documento y me entero de que ha estado viviendo hasta su muerte en México y que colaboró con el gobierno de la República Española en el exilio, que fue un hombre moderno para su tiempo, catedrático en otorrinolaringología, librepensador y cuidador de Manuel Azaña en sus últimos días.

Victoriano Mateo Acosta Arce nace el 27 de diciembre de 1889 en Fuentes de Andalucía, en la calle Carrera número 18. Hijo de Casimiro Mateo Acosta Castardoy, teniente de la Guardia Civil, nacido en Guanajay (Cuba) y de Natividad Arce Atoche, nacida en Fuentes de Andalucía. Casados en la iglesia Santa María la Blanca de Fuentes en el año 1887.

Sus abuelos maternos fueron Victoriano Arce Aguilar y Natividad Atoche Tortolero, los dos nacidos y vecinos de Fuentes de Andalucía. Sus abuelos paternos fueron Ricardo Mateos Acosta Guerrero y Rita Castardoy Peñalva, los dos de La Habana (Cuba). En el año 1913 se licenció en Medicina en la facultad de Medicina de la Universidad Central de Madrid.

En el 1933 es profesor y ayudante de otorrinolaringología con el catedrático Antonio García Tapia, en la facultad de Medicina de la Universidad Central de Madrid.
Se casa con Juana Altamira Redondo, tercera hija del matrimonio formado por Pilar Redondo Tejerina y Rafael Altamira Crevea, conocida familiarmente como Nela.
En el año 1939, el Tribunal Internacional de La Haya reclamó la presencia de Rafael Altamira, trasladándose su esposa Pilar Redondo, su hija Nela y Victoriano Acosta Arce a esa ciudad con pasaporte de la Junta Militar de Burgos, permaneciendo en La Haya hasta que cerraron el Palacio de la Paz, sede del Tribunal. Poco antes de que las tropas alemanas ocupasen los Países Bajos, Victoriano Acosta Arce, su esposa y sus suegros, se establecerán en Montauban, donde compartieron angustia con Manuel Azaña y su esposa, Lola Rivas Cher.

Victoriano Acosta Arce y su esposa Nela Altamira, llegarían a Veracruz (México), el 15 de octubre de 1941. Estando en México, colaboró con el gobierno de la República en el exilio. Terminó sus días como otorrinolaringólogo. Falleció por causas naturales el sábado 9 de enero de 1971, a los 82 años y está enterrado en el Panteón de Españoles de México D. F.

Juan Manuel Fernández Suárez, conocido como “Xuan Cándano”, periodista y escritor escribió en el periódico “La Nueva España” del 30 de junio de 2005 un artículo titulado “Rafael Altamira, una deuda de Asturias”, donde decía: “Muy cerca de su residencia de Bayona, en Montauban, padecía aún mayor amargura su amigo Manuel Azaña, y Rafael Altamira hizo que su hija pequeña Nela y su marido, el doctor Acosta Arce, cuidaran al presidente republicano en sus últimas semanas de vida. «Rafael Altamira no logra salir de Bayona, donde casi está muriendo de hambre», tituló un periódico entonces.

En el libro “Los seductores Vicios de la Postmodernidad” de Juan Bosco Abascal Carranza, hay un fragmento donde dice: «En el momento de su muerte rodeaban a Manuel Azaña su mujer, el general Juan Hernández Saravia, el pintor Francisco Galicia, el mayordomo Antonio Lot, el obispo Pierre María Théas, la monja Ignace, Nela Altamira y el doctor Acosta Arce.

Según testimonios, Azaña decidió recibir los últimos sacramentos. Tres testimonios existen: el del obispo, el de la carta del médico que le asistía por aquel entonces, el doctor Acosta Arce, y el de quien fuera director de El imparcial y diputado de izquierda Republicana, Ricardo Gasset. El entierro tuvo lugar el día 5. Sus restos fueron depositados en el cementerio de Montauban.»

En el periódico “La Voz de Córdoba” del 27 de abril de 2021 hay un artículo escrito por Adolfo Ariza, titulado “Apunte para la Memoria Historia”, del que se extrae este fragmento: «Segundo. ¿Es oportuno que el perspicaz e imparcial historiador se pregunte sobre una hipotética adhesión de Manuel Azaña a la fila de la santa madre iglesia en el final de sus días? En su exilio en la ciudad francesa de Montauban le visitó en varias ocasiones Pierre Marie Théas, obispo de Montauban, cuya intervención favoreció la conmutación de la pena de muerte de Cipriano Rivas, escenógrafo y cuñado político de Azaña. A favor de esta “hipotética” y “supuesta” conversión se sitúan los testimonios del obispo Théas (quien le habría administrado la penitencia y la extremaunción), así como la viuda de Azaña –Lola Rivas Cherif– el doctor Acosta Arce y Ricardo Grasset, que atendían en esos momentos a Azaña.»

En los testimonios y textos recuperados por su interés en el libro “La agonía de Azaña”, escrito por Enrique Ribas, sobrino de Manuel Azaña, hay un párrafo que dice lo siguiente: «(…) Francisco Galicia, el escultor refugiado en Montauban, figura entre los visitantes —Josefina Carabias recogerá el recuerdo que tenía Galicia de sus conversaciones con Azaña en su libro “Los que le llamábamos don Manuel”—, y alguna vez recibe Azaña la visita de la hija de Rafael Altamira, Nela, esposa del doctor Acosta Arce. Con ellos viene un día una monja, la hermana Ignace, que hacía poco tiempo le había pedido a la señora de Azaña que interviniera ante la legación de México para ayudar a unas familias judías. (…).»

En una entrevista a la revista “Tiempo de Historia” de Isabel Herreros al valenciano Jean Gregory de Valdés, guarda espalda de Manuel Azaña que le acompañó en los últimos días, dice lo siguiente:

"Pregunta.-¿Tuvo incidencia en el estado de salud y de ánimo del presidente el suicidio de su médico Dr. Gómez Pallete? ¿En qué circunstancias se produjo el hecho?

Respuesta.- El día 15 de octubre, el doctor Gómez Pallete ha terminado el examen cotidiano que todas las mañanas realiza al enfermo. Antonio, el mayordomo, entra en la habitación como si nada ocurriese y muy sigilosamente le silba a la oreja del doctor. Es una señal convenida para evitar que Azaña se entere. Cuando el doctor penetra en la habitación del general Juan Hernández Saravia, éste, con el rostro lívido le da la dolorosa noticia que hace un par de horas ha sabido a través de un despacho confidencial. En la madrugada, el presidente de la Generalitat de Catalunya ha sido pasado por las armas. El doctor Gómez Pallete, con la mirada fija en el suelo y el semblante lívido, sale de la habitación en silencio.

Es poco más del mediodía del mismo día cuando todos se hallan en la mesa para la comida. La silla del Dr. Gómez Pallete permanece vacía. Antonio se dirige a la habitación del médico, llama, y al no recibir contestación, abre la puerta, encontrándolo tendido encima de su cama como si durmiera. Pronto comprueba lo ocurrido: el doctor se ha suicidado. Todos recibieron un choque tremendo. ¿Cómo hacerle saber a Azaña la ausencia de su querido doctor? Mal que bien se oculta el suceso al enfermo, y la misma policía tuvo el pudor de no hacer ninguna mención ante el enfermo durante sus diligencias. Entonces Rafael Altamira le dice a su hija Nela y a su yerno el doctor Acosta Arce, que atiendan a Manuel Azaña, que también estaba asistido por el médico francés Dr. De Maulde. Pero Azaña soporta mal la ausencia de su médico de confianza y constantemente pide noticias de él. Dos días después del suicidio su estado empeoró alarmantemente.

Pregunta.- Al parecer fue Ricardo Gasset quien, ante la gravedad del enfermo, pidió a monseñor Théas que acudiese al Hotel du Midi a administrar los últimos sacramentos al presidente. ¿Qué me puede decir sobre ello?

Respuesta.- EI Sr. Ricardo Gasset, sin permiso de nadie, se presentó en el obispado y pidió a monseigneur Théas que acudiese ante el enfermo, pues consideraba que su estado era alarmante y él creía oportuna la presencia del prelado. También Soeur lgnace fue avisada por el Sr. Gasset. Cuando llegan al hotel, frente al enfermo se hallan ya los dos médicos, la señora de Azaña y Antonio. Al penetrar en la habitación, el doctor Acosta Arce rogó a todos los presentes, salvo al obispo, abandonar la habitación. La señora de Azaña, sin inmutarse un instante, le contestó: “Doctor, es de ustedes que mi marido tiene necesidad; por lo tanto, son ustedes y el doctor De Maulde quienes permanecen y los demás salimos”. Y así lo hicieron todos, esperando fuera en el pasillo. El obispo pide a la señora de Azaña hablar con ella unos instantes en privado, cosa a la que esta accede inmediatamente. Todos los presentes se imaginaron el alcance del propósito del prelado.

Pregunta.- Según el testimonio de D. Aurelio Garzón, el presidente recibió, o le fue administrada la extremaunción, ya en estado de coma y sin haber confesado. ¿Me pondría decir cuándo entró en coma Azaña y cómo pudo producirse esta situación?

Respuesta.-Alrededor de las 10 de la noche del día 1 de noviembre, Azaña entra en coma profundo, del que no se recuperará y se espera en cualquier momento el fatal desenlace. El día 3, y hacia las 4 de la tarde, monseñor Théas se presenta en la habitación del moribundo acompañado del Sr. Gasset. El doctor Acosta Arce se halla junto al enfermo. Seguidamente y sin prisa, el Obispo empieza a colocarse los ornamentos, con el fin de proceder a administrar al moribundo la extremaunción, pero la puerta de la habitación se abre de repente, entrando el general Juan Hernández Saravia y el Sr. Garzón del Camino, y éstos le ruegan de manera tajante al Sr. Obispo que desista inmediatamente de sus propósitos, por orden expresa de la señora de Azaña, doña Lola. La escena es un poco violenta, motivada de manera provocadora por el prelado.