Paco y algunos vecinos se muestran orgullosos durante toda la mañana de la abundancia de cabrillas. En la carretera de la Aljabara, de la gran cantidad que hay, aparecen machacadas por los coches que han pasado estos días. Pero no sólo aquí las ha habido este año, sino que por casi todos los ruedos de Fuentes se han visto personas recogiendo cabrillas. El año está bueno para casi todo.

Muchas cabrillas y gordas. Deben de ser del calibre diez, a tenor del volumen que manejan algunas. Moluscos muy preciados cuando llegan los primeros aires y lluvias de la primavera y la vida despierta entre las cunetas y regajos. Las cabrillas son los familiares mayores de los caracoles. Los caracoles dicen que sólo hay en primavera, cuando luce el sol con fuerza y se desvanecen los crudos fríos del invierno. Las cabrillas, en cambio, son más resistentes.

Ha bastado que caigan las primeras lluvias para que empiecen a hervir en algunas casas las ollas con los primeros guisos de cabrillas. Otala punctata es su nombre científico. La verdad sea dicha, para sorpresa de los que las recogen y les gusta, la temporada no ha podido ser más satisfactoria, ya que pensaban que después del largo verano que hemos padecido, la salida sería casi testimonial. Afortunadamente han dado con un buen sitio donde algunos han logrado coger cabrillas para unos pocos guisos o quizás para venderlas a los bares. Os aseguro que los cubos que llevan son para satisfacer a unos cuantos insaciables de los caracoles y las cabrillas.

Ahora les queda por delante la parte menos grata y, si me apuran, la más laboriosa y estresante: la limpieza de este gasterópodo segregador de abundantes babas. Ardua tarea que echa para atrás a no pocos aficionados. Luego, el cocinado, algo más atractivo. Hay muchas formas de hacerlo, aunque en salsa de tomate es la más común. Igual que los caracoles, cada cual tiene su forma de preparar este manjar regalo el campo. Algunos le añaden hasta unos trocitos de jamón ibérico picado.

Una vez terminada su elaboración se puede acompañar, bien con un buen vinito, cerveza o bien con algún tinto de la última cosecha. El maridaje es perfecto, os lo aseguro. Siento que Internet no haya sabido dar aún con la tecla de la degustación telemática. No todos los inventos pueden ser perfectos, pero, la verdad sea dicha, estamos en un buen año de cabrillas y, en general, de todo lo que se refiere al campo.