Durante el resto del año, falda por debajo de las rodillas, escote recatado, buenos modales, caminar con pasitos cortos, compostura... En carnaval, desparpajo, ironía, descaro. ¡Libertad!. Las mujeres se visten de hombre y los hombres, de mujer. Muchas mujeres encendieron sus primeros cigarros en público vestidas de máscaras. O lucieron sus primeros pantalones. Mujeres galácticas contra el maltrato, contra la desigualdad, contra el sometimiento. La revolución feminista de Fuentes empezó en el carnaval mucho antes de que existiera el feminismo. Una de esas mujeres revolucionarias fue Antonia Caraballo cuando, en 2000 sacó la primera murga compuesta sólo por mujeres.

Pregunta.- ¿Fue difícil salir a la calle con aquella primera murga de mujeres?

Respuesta.- ¡Claro, fue complicado! Nos costó tanto que tuvimos que taparnos las caras con máscaras por la vergüenza que nos daba. Salimos de amas de casa y sin más instrumentos musicales que tapaderas de cacerolas. Para la gente fue un choque, pero para nosotras fue una revolución. Sacamos pocas canciones, pero eran picantonas, que eran las que nos gustan a las mujeres que formábamos la murga. Luego, una vez superada la prueba, al año siguiente no tuvimos que vestirnos de máscara, aunque salimos con un antifaz.

P.- El lenguaje de doble sentido, la crítica social, la desvergüenza de las letras picantes encajaban mal en el estereotipo de las mujeres en una sociedad machista. ¿Tuvisteis problemas?

R.- No, ninguno. La gente nos acogió muy bien. Ya en el año 2000 no era posible negarse a aceptar que las mujeres nos expresáramos con libertad. El carnaval siempre fue, mucho antes de nosotras, una ventana de libertad para las mujeres. Ahora bien, reconocimiento a nuestra aportación al carnaval de Fuentes aún no ha llegado. Creo que el machismo está detrás de esa falta de reconocimiento. Las mujeres que han venido detrás lo tienen más fácil. Para nosotras, preparar el carnaval significaba hacer la comida, recoger la cocina, tirar la basura y salir a ensayar.

P.- ¿De dónde te viene la afición por el carnaval y el arte de escribir?

R.- Lo de escribir, la verdad es que no lo sé. Eso te sale sin proponértelo. Es algo natural. La afición por el carnaval es de familia, sobre todo de mi madre, que vieja y todo se vestía. Una vez le dieron a mi hermana, que servía en Sevilla, una enaguas viejas de una mesa camilla. Eran verdes y viejas, pero estaban muy bien y raras de ver en Fuentes. Y mira tú que ese año veo por la Carrera a una máscara vestida con unas enaguas iguales. ¡Era mi madre!

P.- Las personas más serias se transforman en carnaval.

R.- Por completo. Las mejores máscaras de nuestro carnaval suelen ser las personas que pasan por ser serias y aburridas. No las reconoces porque ni se te pasa por la cabeza que esa persona pueda cambiar tanto con solo echarse un trapo por encima. Ese cambio suponía, en las mujeres, libertad para hacer y decir todo lo que el resto del año estaba prohibido. Podíamos ponernos pantalones, fumar, decir lo que pensábamos... Para hacerlo ahora no necesitamos que llegue el carnaval, pero entonces sí. Nosotras fuimos revolucionarias. Hacíamos coplas picantes y también metíamos en ellas a nuestros maridos.

P.- ¿Corre peligro el carnaval de Fuentes con la llegada de la moda gaditana?

R.- La murga a lo mejor se pierde por el gusto del carnaval de Cádiz. Sería una pena porque yo creo que la murga es la síntesis de la chirigota y la comparsa. Los nuevos confunden la chirigota con la murga y son cosas distintas. La murga es muy elemental, primaria, pero tiene la chispa, la espontaneidad. Lo bueno sería que todo sumara, lo mismo que la llegada del disfraz, que no termine con la máscara.

P.- ¿Hace siete años que no sacas tu murga. No tienes ganas de volver a salir?

R.- Claro que sí, muchas. El año que viene es posible. Siempre que se acerca la fecha me bulle el cuerpo, pero en estos siete años ha sido imposible. Disfrutamos mucho en los ensayos, casi más que en la calle. Pero todas tenemos obligaciones familiares que hacen casi imposible sacar tiempo para armar la murga. Complicado no es, pero tiene su sacrificio porque tienes que quedar por la noche durante tres meses antes. El año que viene es probable.

P.- ¿Este año, si hubiera habido carnaval, de qué habrías escrito?

R.- Probablemente, del COVID. Este año ha sido mejor que no haya carnaval.

P.- Entonces miremos para atrás. ¿Te animas a juntar a unas cuantas integrantes de Las Mujeres y, aunque sea sin ensayos ni preparativos, cantarle a nuestros lectores una de aquellas coplas picantes?

R.- ¡Claro que sí, allá va!