Alerta roja por altas temperaturas. En días así es cuando se echa de menos una sombra por las calles de Fuentes. Plena canícula de mediados de agosto. Es medio día y no hay una sombra bajo la que caminar por la Carrera en muchos metros a la redonda. Del cielo cae el sol a plomo, puro fuego. Las paredes son ascuas, del suelo sale vapor, el aire entra en los pulmones como el lengüetazo de un dragón, la piel percibe un tacto de brasa. Y ni una sombra. Del interior de las viviendas llega el sonido de los televisores o el eco del silencio que rezuman las casas vacías. No hay un alma por las calles. ¡Quién se va a atrever con la que está cayendo! Y ni un árbol por la Carrera que proyecte algo de sombra que venga a aliviar la canícula.

La Carrera, la calle Lora, la calle Mayor, la calle Medio Manto, Nueva, la Matea, Cruz Verde, el Postigo, la Rosa, la Huerta... Ni un árbol, ni una sombra en la mayoría de las calles del centro. Y eso ocurre en un pueblo como Fuentes, situado en mitad de la campiña probablemente más calurosa de Europa. Desde luego, la más calurosa de España. Y ni un árbol que dé sombra pese a que está demostrado que una calle bien arbolada registra en verano bastantes menos grados que una desarbolada. Los árboles no sólo dan sombra, sino que enfrían el aire en las peores horas de calor. No es por casualidad ni por mero adorno que la mayoría de las calles de Sevilla estén llenas de verdes naranjos, frondosos plátanos de indias o gigantes magnolios.

Fuentes de Información ha hecho la prueba de recorrer, ayer tarde, varias calles con un termómetro y el resultado es el siguiente:

La diferencia de una calle sin árboles y otra con árboles puede verse en las fotografías de arriba. Ayer a las cinco de la tarde (foto superior) había 44,6 grados en la esquina de la calle la Matea y la calle Lora. La misma temperatura había en la calle San Sebastián, Carrera y Flores. En cambio, en los arbolitos de la feria (foto inferior) había a esa misma hora 37 grados. Son 7,6 grados de diferencia. Es decir, un 17 por ciento menos de calor, suficiente para defender el papel de los árboles como reguladores de la temperatura en una zona urbana.

En el paseíto de la Plancha, donde la sombra de algunos árboles acoge al paseante, el termómetro baja a 41,8 grados. Tres grados menos que en el erial de la Carrera. No es sólo que la sombra baje la sensación térmica. Es que los adoquines de la calzada y las aceras se recalientan menos y, en consecuencia, emiten menos calor a la calle. Caminar por una calle sin sombras es verse sometido a los efectos directos e indirectos del sol. El calor que cae del cielo se suma al que devuelven el suelo y las paredes recalentadas.

(El termómetro de las imágenes refleja dos temperaturas, la de arriba es la recoge el sensor interno y la de abajo el sensor externo, que la real en este caso. La tercera cifra se refiere al porcentaje de humedad relativa).

44,6 grados a las cinco de la tarde en la calle la Cruz Verde

José Elías Bonells, autor del blog "Jardines sin Fronteras" y hasta su jubilación, adjunto a la jefatura de parques y jardines de Sevilla, dice que "la copa de un árbol actúa como un parasol, bloqueando hasta el 90% de la radiación solar, y aumentando la cantidad de calor que perdemos a nuestro alrededor al enfriar el suelo. Los árboles también pueden enfriar los edificios, especialmente cuando se plantan al este o al oeste, ya que su sombra evita que la radiación solar penetre en las ventanas o caliente las paredes externas. Las investigaciones experimentales y los estudios de modelos de EE.UU. Han demostrado que la sombra de los árboles puede reducir los costos de aire acondicionado de las viviendas unifamiliares entre un 20% y un 30%".

Bonells sostiene que "los árboles también se pueden utilizar para abordar un problema mayor: la isla de calor urbano. Durante los períodos de clima tranquilo y soleado, la temperatura del aire puede elevarse por encima de la del campo circundante en hasta 7 ° C, especialmente en la noche. Las superficies duras y oscuras de asfalto y ladrillo absorben casi toda la radiación de onda corta proveniente del sol, calentándose entre 40 ° C y 60 ° C, y almacenando la energía que luego se libera en el aire durante el silencio de la noche, cuando puede quedar atrapado en los estrechos cañones de la calle".

Concluye que "los árboles urbanos pueden contrarrestar este proceso interceptando la radiación antes de que llegue al suelo y utilizando la energía para la evapotranspiración. Esto enfría, igual que la sudoración refresca nuestra piel, reduciendo así la cantidad de energía que queda para calentar el aire".

Este sábado hay alerta roja por altas temperaturas. Calor que vuelve ásperas las calles de Fuentes, huérfanas del abrazo acogedor de las sombras en agosto y de la tibieza de las hojas verdes en invierno. Adoquines y más adoquines, fuego en verano, hielo en invierno. La Carrera es un erial, un caño de lava sin nadie que se atreva a cruzar de una acera a otra. Este calor muerde como un lobo hambriento. La calle Calderero es una caldera, un puchero burbujeante sobre el celofán que sale de los adoquines. La calle se alarga, interminable, dilatados sus extremos por efecto de la temperatura. El verano parece ensanchar todos los márgenes, lo mismo que el invierno los encoge. Igual de apocado anda el paseante en invierno que en verano, aunque en invierno aprieta el paso y se abraza a sí mismo para no helarse y en verano lo afloja para no acalorarse.

Del cielo gotea agua y no es por una tormenta de verano, sino por los desagües de los aparatos de aire acondicionado. Por la carrera, alguien asoma a la puerta, pero el Laure sigue cerrado a cal y canto. Hay un extraño silencio que le devuelve al caminante hasta el roce de las sandalias sobre la acera. De la ferretería de Benjamín brota inesperada, como un espejismo, la invitación a entrar en forma de bocanada de aire fresco. ¿Qué hacer? ¿Seguir? ¿Entrar a tomarse un respiro?

En el ayuntamiento, el paseante se ve acogido por una bocanada de aire fresco. Zumba el aire acondicionado. El alcalde, Francisco Martínez, reconoce que hacen falta sombras en muchas de las calles de Fuentes. Y no descarta que las vaya a haber. Por ejemplo, por medio de árboles en macetones distribuidos en algunas calles y por medio de toldos en otras. Lo de los árboles no lo acaba de ver. De momento prefiere un sistema reversible, por si las moscas. Peatonalizaciones de los centros históricos y arbolados son medidas que no siempre caen bien a todos, especialmente lo primero. También hay vecinos que se quejan de que los árboles ensucian sus aceras con las hojas secas, que hay que barrer... Hay gente para todo.

Los beneficios de los árboles

Extraído del blog "Jardines sin Fronteras", he aquí nueve formas en que los árboles y los parques urbanos contribuyen a hacer las poblaciones socioeconómica y ambientalmente más sostenibles:

1.-Un árbol grande puede absorber hasta 150 kg de CO2 al año, por lo tanto son de gran importancia en una ciudad donde la contaminación suele ser una problemática importante. Los árboles pueden mejorar la calidad del aire, haciendo de las ciudades lugares más saludables para vivir.

2.-Además, en la misma línea que en el punto 1, los árboles grandes son excelentes filtros para contaminantes urbanos y partículas finas. Absorben gases contaminantes como monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, ozono y óxidos de sulfuro. También filtran partículas finas como polvo, suciedad o humo del aire atrapándolos sobre las hojas y la corteza.

3.-Los árboles juegan un papel importante en el aumento de la biodiversidad urbana, proporcionando a las plantas y animales un hábitat, alimento y protección.

4.-La ubicación estratégica de los árboles en las ciudades puede ayudar a enfriar el aire entre 2 y 8 grados Celsius, reduciendo así el efecto de “isla de calor” urbano, una acumulación de calor por la inmensa mole de hormigón, y demás materiales absorbentes de calor.

5.-Las investigaciones demuestran que vivir cerca de los espacios verdes urbanos y tener acceso a ellos puede mejorar la salud física y mental, por ejemplo disminuyendo la tensión arterial alta y el estrés. Esto, a su vez, contribuye al bienestar de las comunidades urbanas.

6-.Los árboles maduros regulan el flujo del agua y desempeñan un papel clave en la prevención de inundaciones y en la reducción de riesgos de desastres naturales. Un perennifolio o árbol maduro de hoja verde permanente, por ejemplo, puede interceptar más de 15 000 litros de agua al año.

7..-La colocación correcta de los árboles alrededor de los edificios puede reducir la necesidad de aire acondicionado en un 30 por ciento y reducir las facturas de calefacción en invierno entre un 20 y 50 por ciento.

8.-Los árboles pueden contribuir al aumento de la seguridad alimentaria y nutricional local, proporcionando alimentos como frutas, frutos secos y hojas tanto para el consumo humano como para el forraje. Su madera, a su vez, se puede utilizar para cocinar y calentar.

9.-La planificación de paisajes urbanos con árboles puede aumentar el valor de una propiedad en un 20 por ciento y atraer turismo y negocios.

Después de enumerar todas estas ventajas, la FAO concluye que una ciudad con una infraestructura verde bien planificada y manejada se vuelve más resistente, y sostenible. A lo largo de su vida, los árboles pueden proporcionar un paquete de beneficios que vale dos o tres veces más que la inversión en su plantación y mantenimiento.