Este fin de semana he asistido como espectadora a la VII edición de Castra Legionis, magnifico despliegue de espectáculo, recreaciones históricas, conferencias y exposiciones sobe el mundo antiguo mediterráneo, en Gilena. Todo ello posible gracias a un puñado de voluntarias y voluntarios del citado pueblo y la colaboración de hombres y mujeres venidos del norte, del sur, del este y oeste, de todo lugar donde la cultura clásica dejó su impronta. En la tarde del sábado, mientras disfrutaba y aprendía en Gilena, recordé el verso de Safo, la poeta de Lesbos: “Alguien nos recordará en el futuro” y me hacía la siguiente pregunta: ¿realmente las mujeres están presente en la historia?

Durante mucho tiempo hemos sido invisibles. Los libros nos decían que la mujer en la prehistoria solo se dedicaba a la recolección de alimentos y a la procreación. Descubrimientos arqueológicos en Perú y en Granada, entre otros lugares, demuestran que la mujer no solo cazaba, sino que llevaba a cabo actividades artísticas como las pinturas rupestres. La historia nos ha ninguneado o nos ha presentado como pérfidas matronas, brujas o ambiciosas amantes de los poderosos. Para aparecer como personas dignas de ser tenidas en cuenta había que ser la abnegada madre, esposa o hija del héroe. La frese repetida hasta el hastío según la cual “detrás de un gran hombre hay una gran mujer” lo dice todo. Es y ha sido el hombre el protagonista, mientras que el papel de la mujer queda relegado al apoyo, al espacio privado.

Es cierto que el feminismo ha visibilizado el papel de la mujer en la historia, pero aún queda mucho por hacer, porque no existe ninguna ley natural que dicte una superioridad de un género sobre otro ya que los dos son constructos sociales. Pero si algo podemos hacer las mujeres que no pueden hacer los hombre es dar la vida. Por eso la defendemos, la cuidamos y la celebramos. Verdad es que los hombres comienzan a disfrutar, si no de crear la vida, sí de cuidarla y festejarla.

Sí, admirada Safo, las mujeres serán recordadas como defensoras de la dignidad, de la vida, de la libertad. Por ello nuestro recuerdo a Masha Amini, la joven iraní muerta después de ser detenida por la policía de la moral. Su muerte, entre otras muchas, no puede quedar en una noticia de unos días, de ser historia como tantas y tantas compañeras que lucharon y luchan en un mundo donde la ideología del patriarcado impera en nuestras mentes. Seamos como como la poeta de Lesbos, gocemos de la vida, pongamos los cuidados en el centro y que nos recuerden en el futuro como aquellas mujeres que supieron ser profundamente igualitarias y que supieron trabajar   en cada casa, en cada escuela, en cada plaza por una sociedad menos patriarcal y más justa.