Era el 20 de enero de 1972, tenía yo casi 7 años, cuando el padre del actual alcalde, Manuel Martínez "El Pollo", mi hermano Pepe Ricardo y yo llevábamos un cerdo al matadero que el Parro tenía en la calle Calderero. Aquella noche yo iba a ir al cine Avenida a ver la película “El planeta de los simios”. Aquellos dos acontecimientos, la matanza del cerdo y la inquietante película sobre la rebelión de los simios, jamás se iban a borrar de mi memoria.

Será porque las cosas que vive uno de niño, por pequeñas que sean, nunca las olvida. Aquella noche nos acompañó al cine Rafael el Turutu, vecino mío, y se puso con Juan Antonio Matruco a echar la película desde la cabina. Rafael estaba de aprendiz en el cine y era un enamorado de las películas. “El planeta de los simios” era la estrella por aquella época.

El cine Avenida era una institución en Fuentes. Allí están todavía anclados los recuerdos de cientos de fontaniegos de aquellos años. Era muy bonito poder ir al cine Avenida y disfrutar con películas que entonces nos parecían espectaculares: Tarzán, Drácula, King Kong, Fumanchú, Ben-Hur, La Conquista del Oeste… Pistoleros, vaqueros, indios, romanos, dibujos animados pasaban ante nuestros inocentes y atónicos ojos infantiles sentados en las butacas de la matiné. Aquello tenía algo de magia, de misterio.

Por aquel tiempo estaban todas las paredes del pasillo del cine cubiertas de carteleras de películas. Entrábamos y nos encantaba verlas desfilar ante nuestros ojos, disfrutábamos como niños. ¡Como lo que éramos! Era la edad que teníamos y con poca cosa nos divertíamos. El cine Avenida tenía una parte de butaca y otra de gradas. Al principio eran butacas de madera, luego las modernizaron para hacerlas más cómodas. La grada era más dura, aunque con diez o doce años eso importaba poco.

Viví aquel cine Avenida desde 1971 hasta 1984, año que se cerró. Fueron 13 años de cine, desde los 6 años hasta los 18 años. El cine se llenaba y a veces había una cola que llegaba a la calle Lora o a la puerta de Pepe Ramos. Había que esperar para que el portero cortara la entrada. Contaban que tiempo antes la cola llegaba a la tienda de la Anita la Gorda y, por el lado, donde rompían la entrada, hasta la calle Osuna. En aquel tiempo hasta los municipales pegaron algún que otro fustazo para poner orden porque la cosa a veces se ponía fea cuando alguno quería colarse.

En 1971 había cine todos los días, aunque la película de los domingos se repetía los lunes. El resto de los días proyectaban diferentes películas. El cine costaba 8 pesetas la butaca y 6 la grada. La película de los lunes costaba 6 pesetas la butaca, porque repetían, y 8 los domingos. José el Escolástico era muy aficionado a decir en voz alta alguna gracia en medio de la película.

El deporte favorito de otros era meterse con el acomodador, Paco Puro. Algún otro se metía con Pepe la Serrana, una crueldad, pero por aquellas fechas hacía gracia meterse con aquel hombre que, por otra parte, era bastante buena persona.

Había dos cines, uno de invierno y otro de verano. En el de verano crecía la yerba y se ponía como un monte, por lo que había que limpiar para cuándo llegará el mes de junio y colocar los asientos, que eran verdes, pegados. También había que trasladar el proyector a la cabina. La pantalla era grandiosa y de gran sonido. Cuando eran las 11 de la noche el sonido casi se escuchaba en el silo o en el puente de la Lagunilla. Fuentes se silenciaba y la buena sonoridad del cine llegaba lejos.

Al final del verano, en septiembre, el suelo del cine de verano estaba cubierto por una espesa alfombra de cáscaras de pipas. Quitaban de nuevo los asientos, limpiaban un poco, y a esperar la llegada de la siguiente temporada. Desde aquel momento la yerba sustituía a las butacas desde que caían las primeras aguas del otoño.

El cine Avenida contó con una buena plantilla de trabajadores: La familia Veneno servía en los puestos. A finales de los sesenta el taquillero era Fernando el Carnicero, cuya familia era cinéfila. Fernandín era alto, corpulento como el padre. Con gafas. Luego estaban su mujer, su hija Valle, y su hijo Rafaelín y la otra hija, que no recuerdo el nombre. Vivían en la callejuelilla de la iglesia, casi frente del ayuntamiento. Esta familia se marchó a Madrid. Fernando, el taquillero, decían los mayores que era un tío muy legal.

Fernando el Carnicero, Ricardo el Cojo Covacha, Pepe el Estanquero, el maestro música, su hijo, Matruco, Rafael el Turutu, Pepe la Serrana, Paco Puro y las limpiadoras. Cine era sinónimo de pipas, olor a palomitas, a kikos, a avellanas, a garbanzos tostaos, a caramelos y a los chicles que algún gracioso ponía en la butaca para que alguno se sentará y se le pegara en el culo.

Al empezar el cine, siempre el León de la Metro, el Nodo y el tráiler de las películas que iban a ofrecer en un futuro próximo. Esos elementos formaban parte del espectáculo, en especial el rugido del león de la Metro.

Era costumbre en el cine Avenida de invierno ver a las parejitas dándose morreos y cabrearse con Paco Puro cuando se equivocaba con la linterna y les alumbraba. Cuando se acabo la dictadura allá por el año 1975, venían al cine Avenida los desfiles de tías en pelota y fue un escándalo, también empezaron las películas de tías en pelota, o películas verdes, como se les decía por aquella época.

El dueño del cine vivía en Écija. En total el cine tenía su dueño y una plantilla de 10 trabajadores por aquella época. Al cine Avenida se entraba, los días de diario, a las 7 de la tarde y a las 9 en la segunda sesión. Los sábados y domingos había tres sesiones: a las 7, a las 9 y a las 11. A partir de 1974 el cine se quedó sólo con 3 días de proyecciones: los jueves de 7 a 9 y 9 a 11. Los sábados y domingos con tres sesiones de 7 a 9, de 9 a 11 y 11 a 1. La matiné era los domingos a las 4:40.

El cine Avenida dejó huella en Fuentes, como dejaron huella algunas de sus películas: “El crimen de cuenca”, el 6 de marzo de 1982; el Planeta de los Simios un 20 de enero de 1972, “La fuga de alcatraz”, en el verano de 1980; “El expreso de medianoche”,  el domingo Ramos de 1980.... La sala del cine Avenida fue utilizada después para celebrar los disfraces de carnaval, de los años 1986, 1987, y 1988, aproximadamente, y también aproximadamente se utilizó para una obra de teatro sobre 1988.

El cine Avenida echó el cierre en enero de 1984 con la película “Oficial y Caballero”, dirigida por Taylor Hackford y protagonizada por Richard Gere. Había dejado de ser rentable y lo tuvieron que cerrar. La discoteca el Patio le comió el terreno, le ganó la partida. El Patio abrió en diciembre de 1983 y el cine cerró un mes más tarde. Por aquel entonces el Patio era un complejo muy bonito y lujoso, bar discoteca y cafetería. La gente se volcó con la discoteca y le dio la espalda al cine. La vida cambia, evolucionaba.