El agua inunda campos y carreteras cuando no encuentra libres sus cauces naturales de desagüe. Ocurrió en Fuentes el año pasado por estas fechas y ha vuelto a ocurrir el miércoles de esta semana con los más de 100 litros por metro cuadrado registrados en menos de 24 horas. Ocurre siempre que llueve con fuerza. En Valencia lo hizo de forma trágica el 29 de octubre de 2024. Con más o menos efectos dañinos, ocurrirá siempre que los cauces estén ocupados o atascados. Esta semana se ha vuelto a poner de manifiesto que los campos de Fuentes carecen de un manejo adecuado ante la llegada de las lluvias. Los arroyos están atorados por maleza, por cañas de girasol arrastradas por el agua, por lodo, por envases de plástico, por latas de cerveza...

La peor parte se la lleva la Madre de Fuentes en su tramo que va desde la depuradora a la Peñuela, donde hay gran acumulación de vegetación de ribera, sedimentos y cañas, además por latas y envases arrastrados por el agua. Más de treinta parcelas y numerosos caminos se ven afectados por las frecuentes crecidas del arroyo causadas por la falta de limpieza, según un informe de la guardería rural enviado a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). El informe indica que "todas estas parcelas se ven afectadas por la crecida del arroyo debido al nivel de agua que rebasa el cauce en épocas de lluvia afectando también al camino o Vereda de los Mellizos que está impracticable por ese mismo motivo". El badén de hormigón que se hizo hace poco está intransitable por la acumulación de forraje y lodo.

Nadie se atreve a limpiar esos espacios porque el servicio forestal de la Guardia Civil impone fuertes sanciones en aplicación de la ley de protección de la naturaleza. Quien puede hacerlo es la CHG, pero no lo hace. La última vez lo limpió el ayuntamiento, en 2015, con Miguel Fernández como alcalde. En este momento, la CHG tiene el citado informe de la guardería rural y un escrito con unas 500 firmas de agricultores fontaniegos afectados pidiendo la limpieza urgente de los cauces y arroyos del término municipal. La responsabilidad es de la CHG y el ayuntamiento asegura que el servicio municipal de arreglo de caminos y la guardería rural hacen lo que pueden, pero que no dan abasto por los daños que sufren por culpa del mal estado de los aliviaderos, por la ocupación de espacios públicos como arroyos y caminos y por las malas prácticas agrícolas.

La zona en peor estado es la descrita de la Madre, pero la situación de abandono se repite por todo el término municipal con mayor o menor gravedad. Otro punto crítico es el desagüe del Barrancón, donde uno de sus dos aliviaderos naturales permanece cerrado por una resolución judicial a raíz de un pleito entre vecinos. El ayuntamiento ha incluido el dragado del Barrancón en su demanda presentada a la CHG. El objetivo es aumentar su profundidad dado que los aportes de sedimentos han colmatado drásticamente su vaso. Para hacer ese dragado se necesitan los permisos de la CHG y de Medio Ambiente porque está ubicado en una zona especialmente protegida.

En muchas ocasiones, los campos se inundan también porque los agricultores rompen los niveles naturales de sus tierras mediante traíllas u ocupan con sus cultivos una parte de los arroyos. Evitan que se inunden sus campos, pero a costa de echarle el problema al vecino. Cuando el vecino ve lo que ocurre hace lo mismo y traslada el problema a otro, creando una cadena de modificaciones de la orografía natural que desquicia y hace peligrosa la circulación de las aguas de lluvia. Por eso se inundan ahora más que antes los caminos y carreteras, señalan fuentes conocedoras del campo. El pasado miércoles la carretera de Fuentes a Lantejuela estuvo cubierta por las aguas varias horas.

Por su parte, los agricultores creen que la colmatación de los arroyos y gavias es consecuencia directa de la prohibición de quemar los restos de cosechas, además de la consabida falta de mantenimiento. Esta temporada la prohibición de la quema de rastrojos como medida de prevención de incendios forestales ha sido prorrogada hasta el 1 de noviembre. Las lluvias empezaron con fuerza tres días antes. Los agricultores reclaman un cambio normativo porque la quema de restos de cosecha es peligrosa en zonas próximas a terrenos forestales, pero no en la campiña. También es peligrosa si se hace como antes, "pegándole fuego al rastrojo y quitándose de en medio", dicen varios mayetes consultados por este periódico. No lo es si se hace en hileras y montones con vigilancia permanente de un responsable y medios adecuados para apagar si amenaza con extenderse.

El resultado es que muchos campos del término municipal muestran una imagen de abandono y suciedad, en parte por esa limitación de quemar restos de cosechas y en parte porque los agricultores los dejan sin labor hasta que las primeras lluvias ponen la tierra en mejores condiciones para el arado. Llueve y el agua arrastra las cañas de los girasoles y el pasto seco del verano a los cauces y gavias, que para colmo no hay quien los limpie. ¿Solución? Dicen los que entienden de campo que todo pasa por la limpieza de los cauces y por la responsabilidad ciudadana para que nadie se apropie de lo que no es suyo, que se queme con precaución y que se extreme el respeto por los cauces naturales. Esos cauces de los que las aguas traen las escrituras de propiedad bajo en brazo cuando llegan en otoño proclamando "esto es mío y aquí estoy yo".