El primer teniente de alcalde de la villa de Fuentes de Andalucía, Pablo Escalera Cuentas -Maestrante de la Real de Ronda- le escribe una carta al héroe Rafael del Riego. A principios de marzo de 1820, general Rafael del Riego Flórez estaba a punto de refugiarse en Portugal, convencido de su fracaso, cuando de manera inesperada la rebelión se extendió por toda España y sumió en el desconcierto al gobierno absolutista de Fernando VII..


El documento, copiado textualmente, dice lo siguiente:

«LA VILLA DE FUENTES DE ANDALUCÍA AL HÉROE DON RAFAEL DEL RIEGO.

Ciudadano invicto:
Una corta porción de los veinte millones de esclavos, a quienes tu mano generosa acaba de volver su libertad, llega a expresarte con respeto su cierno reconocimiento y los transportes de su júbilo. Si el conducir tu acción a la posteridad y hacer resonar en el universo la gloria de tu nombre solo es concedido a las plumas más sublimes, y si premiar dignamente, si es posible, tú heroicidad, pertenece a la Nación, demostrarte los sentimientos de la gratitud más viva y colmarte de bendiciones es un homenaje que te deben de justicia todos los españoles de ambos mundos. Sí, todos; si hubiese un indigno, cuya alma vil, poseída de prestigios contrarios al bien de sus conciudadanos, se niegue à tributarte la prueba de su agradecimiento, sepa que la Patria lo detesta y tiene à desgracia haberlo producido.

¿Qué no te debemos? Desde que el genio del mal, seduciendo en 814 el corazón de nuestro joven Monarca, le impelió a destruir el cimiento de nuestra libertad, ¿qué calamidades hubo que no sufriéramos? Oprimidos bajo el bárbaro yugo de la tiranía ministerial, arruinados por exacciones violentas y ejecutores sanguinarios, no atreviéndose à desahogar las quejas de nuestro corazón ni aun en el seno de nuestras mismas esporas, recelando hallar en ellas los espías del tenebroso gobierno o de los santos verdugos, y besando trémulos y miserables el execrable azote que nos castigaba, presentábamos a la Europa el cuadro más lastimero del envilecimiento y la ignominia. Conocíamos bien todos los males que sufríamos y aun los que nos amenazaban; pero nuestro espíritu degradado con tantas humillaciones solo nos sugería esperar con una horrible tranquilidad el último golpe que concluyera nuestra precaria existencia, y ninguno osaba levantar del polvo sus tímidos y llorosos ojos, temiendo fijarlos en el suplicio que le esperaba.

Tal era, inmortal caudillo, nuestro mísero vivir, cuando tú, a la frente de un puñado de héroes, emprendiste romper nuestras cadenas. Arrostrando la fuerza y los tiranos gritaste con voz osada: ¡Levantaos españoles si queréis ser libres! Pero solo un grito de dolor contesto à tu acento en aquellos instantes primeros, pues sobrecogidos del estúpido pavor a que el cerro de hierro nos había acostumbrado, solo fuimos capaces de compadecerte, creyendo que los asesinos de Porlier y de Lacy corrían à sofocarte. Pero tu constancia heroica inflamarnos del amor patrio, tus clamores y sus esfuerzos consiguieron al fin sacarnos de nuestro entorpecimiento. Bien pronto en todos los confites de la madre España se oyen resonar las dulces voces que tu pronunciaste el primero; los españoles se reconocen, el despotismo tiembla, vacila, se precipita y la Patria se salva.

Esta esta es tu grande obra. Tú nos has regenerado, tú has restablecido ese código santo baluarte de nuestros derechos imprescriptibles y por quien suspirábamos, tú has destruido las infames barreras que separaban al Rey de sus conciudadanos, has enjugado las lágrimas de la Patria y le has abierto el camino a la felicidad y à la gloria. Todo va renacer en ella; la benéfica tierra sentirá por todas partes los golpes del activo labrador que le tributará con placer sus sudores, las artes desplegarán su genio sublime, el comercio su vuelo da sana filosofía, su brillante luz.

¿Y podremos olvidar nunca, generoso libertador, todos estos beneficios y el dulce, consuelo que has vertido a manos llenas en nuestras almas? No, jamás. Cada uno de nosotros pide al cielo la proporción de darte; las pruebas más sinceras de tu agradecimiento y amor a tus virtudes. Viviremos colmándote, siempre de bendiciones y haciendo ardientes votos por tu prosperidad; y miraremos como un deber repetir incesantemente a nuestros hijos; nuestros padres nos dejaron por herencia la esclavitud y nosotros vivíamos envueltos entre la miseria y la ignominia; sí, sois felices, sí sois libres, sí disfrutáis las riquezas que os han granjeado vuestra industria y trabajo, todo, todo lo debéis al héroe, que oponiendo su frente al despotismo, rompió las cadenas que habían de abrumaros. Sí, todo lo debéis al inmortal Riego. Lo eterno a nuestro libertador y que su nombre pase lleno de gloria hasta las últimas generaciones.

Fuentes de Andalucía 28 de Marzo de 1820.
El teniente de alcalde 1º Constitucional en nombre del Pueblo.
Pablo Escalera y Cuentas.»
Extraído del periódico “Diario Mercantil de Cádiz”, del domingo 30 de abril del año 1820, número 1366, de su página 1.