Desapariciones masivas en México, acoso a cubanas defensoras de los derechos humanos y dos años de genocidio sin resolver en Gaza son tres de las principales lacras que afectan al mundo, casi siempre sometidas al silencio o al olvido. La primera de ellas es la desaparición de personas a manos de grupos armados particulares o funcionarios del Estado de México. En ese país han desparecido este año alrededor de 133.000 personas en unos 30 estados. Ante la pasividad de las autoridades, cuando se denuncia o se conoce a ciencia cierta la desaparición de cualquier persona o grupo, un colectivo de mujeres buscadoras de sus maridos e hijos ha tenido la necesidad de juntarse para buscar la verdad, la justicia, combatir el miedo que provoca las desapariciones y compartir su dolor.
Los funcionarios del Estado miran para otro lado o archivan la denuncian, mostrando así su desinterés por el asunto. La actividad del colectivo de mujeres es incansable y no paran en dar pasos en busca de sus seres desaparecidos sin razón alguna. Hasta alguna vez, las menos, encuentran el cuerpo de sus maridos o hijos. No pocas de estas mujeres dedican todo su patrimonio a la búsqueda en detrimento de sus condiciones vitales, otras pierden su salud física o mental por su incapacidad de encontrar personas u organismos que apoyen su lucha y se hagan cargo de la búsqueda de los desaparecidos. Son incansables a pesar de todos los contratiempos que encuentran.
En agosto se manifestaron ante el Congreso del estado de Guerrero, donde las desapariciones han aumentado por la expansión de la delincuencia organizada que ha llegado incluso a infiltrase en la policía y en las fuerzas armadas. En esta manifestación exigieron que se aprobara una ley sobre desaparición de personas y la creación de un centro de identificación de personas. Ante estos hechos, el Estado o bien colabora con los grupos de delincuentes o mira para otro lado o niega que las desapariciones sean sistemáticas, a pesar de que en el país hay más de 72.000 cadáveres sin identificar y más de 5.500 fosas clandestinas.

Defensoras de los derechos humanos
En Cuba, las mujeres defensoras de los derechos humanos, activistas y periodistas sufren detenciones arbitrarias, vigilancia, uso indebido del sistema penal, violencia física y psicológica y violaciones al derecho de un juicio justo por parte del estado. Así lo denuncia un informe de Amnistía Internacional. Estas mujeres, según denuncia la cubana Johana Cilano Peláez, investigadora de Amnistía Internacional en el Caribe, sufren una dura represión que tiene unas consecuencias no sólo para ellas y su vida privada sino también para sus familias. No sólo se ve afectada su salud física, psicológica y emocional, sino que también se ven afectados sus familias, sus círculos sociales e incluso las empresas donde trabajan. La presión ejercida por los poderes públicos intenta crear alrededor de ellas un clima de presión para aislarlas y evitar que otras mujeres se adhieran a organizaciones en defensa de los derechos humanos. Así intentan que las mujeres pasen a un segundo plano evitando que involucren en la vida pública y evitar que no cuestionen las políticas estatales.
Ante el aumento de las protestas pacíficas en el país, las mujeres han sido protagonistas de las protestas por la escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos. Ello ha representado un aumento considerable de la represión, que es cada vez más dura, sobre todo cuando se realizan contra las mujeres, que se ven sometidas a detenciones arbitrarias, desapariciones y violaciones de sus derechos, a las que se suman por su condición de mujer a todas aquellas que son estereotipos de su condición femenina, tales como desnudos en la toma de declaraciones, registros corporales, estigmatización en razón a su género y orientación sexual.

Por lo tanto, podemos suponer que las leyes protectoras de las mujeres como pueden ser las que luchan contra la violencia de género no existen o están anuladas o no se llevan a cabo, ya que el gobierno, aunque ha anunciado algunas medidas administrativas para combatirla, el acceso a datos de género de género no está garantizado porque o no se disponen de ellos o porque no se registran los actos de violencia ni mucho menos las muertes de ellas a manos de sus parejas o exparejas. Otra forma soterrada de represión es el impedimento de asociarse las mujeres para defender sus derechos. Las asociaciones de mujeres no son consideradas legales por el gobierno, ya que éste sólo reconoce la asociación estatal Federación de Mujeres Cubanas, que ostenta el monopolio de la representación de ellas.
Por finalizar decir que las mujeres defensoras de los derechos humanos que están presas en cárceles cubanas se ven sometidas a ver como no se respetan sus derechos de visitas, llamadas telefónicas y acceso a alimentos y medicinas para sus hijos, que viven con ellas en el penal para provocarles dolor e intentar presionarlas a que dejen de denunciar las violaciones de derechos humanos.
Dos años de genocidio sin resolver
Desde que el 7 de octubre varios grupos de palestinos armados y pertenecientes al movimiento Hamás penetraran en territorio israelí y asesinaran a más de 1.200 personas y secuestraran alrededor de 250 que los condujeron a Palestina como rehenes, hemos sido testigos, mudos testigos, de una tragedia en Gaza, muerte y destrucción. La respuesta del estado de Israel, de su gobierno y del ejército ha sido devastadora. Desde el primer momento. Bombardeos de ciudades, refugios y campamentos de refugiados, hospitales y centros educativos. Todo arrasado.
La sociedad occidental ha presenciado con horror como se reducía a cenizas la ciudad de Gaza, como la gente iba y venía de un lugar a otro en busca de un refugio seguro que no encontraba. Hemos presenciado homicidios y lesiones a los civiles, desplazamientos de la población para buscar el refugio indicado que luego era bombardeado, ataques del ejército indiscriminados y destrucción masiva de infraestructuras vitales para la población y su desplazamiento, calles, carretas, caminos, escuelas, hospitales han quedado arrasados. Su visión es como si un enorme vendaval o huracán hubiese pasado por allí y todo hubiera quedado. Ha sido la destrucción por la destrucción, el intento de que desaparezca un pueblo milenario. A ello se ha unido el impedimento y las trabas puestas por el estado israelí de la entrada de ayuda humanitaria, para profundizar más en la masacre, que no ha respetado edad, sexo o condición social. Todos han perecido o padecido en la terrible guerra desigual.

Y cómo ha respondido la comunidad internacional. De una forma fragmentada e insuficiente. Frente a algunos países que han acusado a Israel de genocidio, presentando una demanda ante la Corte Internacional de Justicia, otro que han sometido a Israel a restricciones de armas y exportaciones de otros productos u otros, los menos que ha reconocido el estado palestino, pero sin posibilidad que se lleve a efecto la creación de este estado por la oposición de países poderoso que apoyan a los judíos por intereses económicos, ya que anulan las decisiones de la ONU con su derecho al veto.
Sólo la sociedad civil de la mayor parte de los estados mundiales se ha movilizado tomando las calles en protesta masiva contra el genocidio realizado contra los gazatíes, que ha sido clave para visualizarlo, presionar a los gobiernos y hacer cambiar algunas posiciones políticas. Cientos de miles de personas de todos los signos políticos, religiosos y sociales han salido a la calle para reclamar de sus gobiernos tomasen medidas para que cesasen los ataques contra un pueblo desarmado, para que llegase a este pueblo masacrado la ayuda humanitaria que se agolpaba en las fronteras o para que Israel rindiese cuentas ante los organismos mundiales, ONU o Corte Internacional de Justicia.
También la presión ha surgido en las redes sociales y en el activismo digital. Ha habido miles de personas que firman campañas, se han abierto exposiciones de todo tipo contra la guerra y en favor del pueblo azotado por la guerra, campañas para no asistir a los eventos internacionales en los que participen representantes israelíes, como el caso de España y otros países europeos que han acordado su retirada del festival de Eurovisión. Además de estos tres problemas irresueltos, hay otros muchos casos internacionales de violaciones de derechos humanos. Conviene recordar que aún existe una guerra en Europa que hemos asumido como un caso normal en nuestras vidas.

