¿Es imaginable un centro histórico de Fuentes sin coches y lleno de árboles de sombra? Un centro sin contenedores de basura, sin esa maraña de cables que cubre cielo y fachadas haciendo imposible sacar una fotografía limpia de cualquier edificio. Sin barreras arquitectónicas ni coches subidos a las aceras. Un pueblo con abundantes bancos para sentarse y papeleras para mantenerlo limpio. No hace falta tener mucha imaginación, basta con pasear por algún pueblo del entorno o por el centro de alguna ciudad cercana, como Sevilla. En Fuentes habría un antes y un después si se hiciera una reforma del centro a fondo. El ayuntamiento pretende abordarlo en esta legislatura.

Lo anterior lo dicen las personalidades (ver capítulo anterior) que participan en esta serie sobre los cambios que Fuentes necesita para estar acorde con los tiempos que corren. La intención de esta serie de artículos es abrir el debate ciudadano para promover el avance, la mejora, la puesta al día. El sábado pasado abordamos la peatonalización. Este sábado, el exorno y la limpieza. El sábado próximo recogeremos la respuesta del ayuntamiento y sus propuestas al respecto.

El centro de Fuentes es ahora un territorio castigado por el sol por culpa de la escasez de arbolado. Una inclemente solanera durante las horas centrales del día. Excepto unos pocos árboles aquí y otros pocos allá. Caminar por las calles de Fuentes a partir del mediodía es un castigo. Lo sería mucho menos si la Carrera, por ejemplo, tuviese aceras más anchas, la calzada con un único carril de coches (o ninguno) y dos hileras de árboles frondosos dieran sombra a los caminantes y algunas fuentes sirvieran para refrescarse. Sería una verde alameda menos castigada por el sol en la que poder sentarse a descansar. Ahora, desde la Puerta al Monte hasta el paseíto la Plancha no hay un rincón donde descansar ni donde guarecerse del sol.

Hacen falta árboles en la Carrera y en las calles Mayor, Lora, Hermanas Sevilla, Flores, Enfermero Ramón Barcia, Huerta, Aurora, San Antonio, Sevilla, San Francisco, Postigo, Cruz... Los árboles embellecen y dan sombra. El que a buen árbol se arrima... Está demostrado que bajan considerablemente la sensación térmica en verano, algo fundamental en un pueblo andaluz de la calurosa campiña. Una calle o una plaza con árboles registra en verano entre dos y cuatro grados menos que otra sin ellos. Eso respecto a la temperatura real, pero su efecto es mucho mayor respecto a la sensación térmica, que puede bajar hasta diez grados. Algo muy de agradecer en estos tiempos de temperaturas extremas.

A Fuentes le faltan árboles y le sobran cables. Le sobran contenedores y señales de tráfico y le faltan bancos y papeleras. Plantar árboles, al mismo tiempo que se ejecuta un proyecto de peatonalización, es relativamente fácil. Pero eliminar la maraña de cables parece tarea de titanes. Es difícil dar con una fórmula de eliminación que no sea su enterramiento bajo las aceras. Pero eso requiere, además de levantar medio pueblo, el concurso de las compañías de telefonía, internet, electricidad... que necesitan instalar registros cada cierto número de metros. Habría soluciones intermedias, como crear cornisas en las fachadas, igual que han hecho los propietarios de una casa de la calle Cruz. En cambio, en la misma calle puede verse cómo otros vecinos no han resuelto aún el problema de los cables en su fachada. (Ver las dos imágenes abajo).

A Fuentes le falta un poco de más mimo por parte de los vecinos y empeño político del ayuntamiento. En todo el casco urbano, pero de forma especial en el centro si el turismo es de verdad una apuesta económica. Un Fuentes para turistas, sí, pero también para el disfrute de los fontaniegos y fontaniegas, que con un poco de más esmero en el exorno todavía sería más bonito y habitable. Por ejemplo, dejando atrás el coche siempre que sea posible. Por ejemplo, dejando de tirar al suelo papeles y envases, para acto seguido exigir a los servicios de limpieza más diligencia.

Hay la tendencia, casi enfermiza, de dejar todo en manos del ayuntamiento, como si los vecinos y vecinas no tuvieran nada que hacer, ninguna responsabilidad en el cuidado y mantenimiento de Fuentes. Es habitual proclamar a los cuatro vientos el amor sin medida hacia Fuentes y después construir una "chabola eléctrica" sobre el tejado de la casa para poner paneles solares. O abandonar muebles viejos en cualquier esquina o dejar que los animales de compañía siembren de excrementos la vía pública. O recubrir la fachada de la casa con un zócalo de gres. Sería de buen ciudadano actuar de forma coherente con lo que se proclama. Sin perder de vista que no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia.

Cerremos un momento los ojos para imaginar cómo sería la plaza de España, paseíto la Arena como se le conoce aún, sin coches, con un suelo limpio y de la misma altura en toda su superficie, con una frondosa vegetación dando sombra a los bancos, con la espléndida fachada neoclásica del ayuntamiento recién restaurado, con la torre de la iglesia de fondo y con el trino de los gorriones en la calma de la mañana. Libre de contenedores de basura y de las manchas de aceite de los coches aparcados a todas horas.

¿Cómo sería la plaza de Andalucía sin coches, con un espacio autorizado sólo para carga y descarga, y con el acceso al aparcamiento provisto de una nueva fachada, vegetal y de fácil acceso? Las dos callejuelas de la iglesia sin esos coches que rompen el corazón más preciado de Fuentes. Con bancos sombreados, sin contenedores ni cables. La blancura espléndida del centro comercial con un pórtico adornado de naranjos, con un mercado vivo en su interior. La calle Lora sin sorpresas, sin tener que apretarse contra la pared para que pase ese coche que apenas cabe por la estrechura. El sol dorado del atardecer iluminando las Mercedarias, con su fachada recortada únicamente por las copas de los árboles y sin la soga de los cables estrangulando su portada.

No son pocos los ejemplos que pueden ilustrar de qué manera es posible mejorar Fuentes. Al principio, todos se antojan complicados y hasta incómodos, pero el cuidado se transforma pronto en nuevos hábitos que revierten, sin lugar a dudas, en mejoras de la calidad de vida. No hay más que mirar atrás al Fuentes del pasado. Un Fuentes donde las personas convivían con los mulos, los burros, los cerdos o las cabras. Aquel Fuentes de los albañales y los cagajones por las calles. El Fuentes donde la atmósfera de los bares estaba cargada de humo de tabaco y los suelos cubiertos de serrín, colillas, peladuras de gambas y pellejos de altramuces, cuando no de salivazos. Si aquello fue posible cambiarlo, por qué no va a serlo ahora.