Casi un siglo después, los Fernando Fernández siguen trajinando en la calle Lora con la harina que hace el pan que come medio Fuentes. Lo cuenta otro Fernando Fernández en su libro Entre harina y recuerdos que esta mañana es presentado en el ayuntamiento. Panadero de la calle Lora por parte de padre y Roete por parte de madre, Fernando tiene 24 años, estudia Matemáticas en la Universidad de Cádiz, hace pinitos histórico-literarios, hurga en los archivos locales, arma el puzzle del árbol genealógico y, como si todavía le quedara tiempo para aburrirse, estos días anda liado con la siembra del triticale en las tierras de la familia. Debe de ser que esto de trastear de aquí para allá va en los genes de los Fernando Fernández.

Pregunta.- ¿Mucho que contar de la panadería de la calle Lora?

Respuesta.- En la panadería de la calle Lora hay mucha historia de la familia de los Fernando Fernández, una historia que resume también un siglo de vida en Fuentes. Es una larga aventura marcada principalmente por el afán del primer Fernando Fernández (Barco) empeñado en buscar la estabilidad económica para su familia en unos tiempos en los que eso no era nada fácil.

P.- ¿Por qué no contamos la historia al revés, empezando por el final, el libro?

R.- El libro es fruto de la curiosidad que despertó en mi un artículo de Manolo Arropía publicado el 28 de noviembre de 2022 en Fuentes de Información con el título Luis la Roeta, la prestancia del hombre correcto. La lectura de aquel artículo me hizo reflexionar sobre mis orígenes y me despertó el gusanillo de hacer el árbol genealógico de la familia. ¿Quién no ha tenido alguna vez ese sueño?. Ahí empecé y acabo con este libro después de un largo proceso de búsqueda de conocimientos y datos aportados por familiares, el registro civil, los archivos de Fuentes y el provincial de Sevilla, más la ayuda de Francis González. Lo que he hecho es remontarme hasta la sexta generación de los Fernando Fernández.

P.- ¿Cuál es el origen?

R.- Fernando Fernández Barco era de La Campana, donde vivió hasta finales del siglo XIX junto con su esposa, con la que no podían tener hijos. Les dijeron que el agua de San Nicolás del Puerto, en la sierra, hacía maravillas en los casos de infertilidad y allí se fueron en busca de descendencia. En San Nicolás lograron engendrar tres hijos. Después se trasladaron a Alanís, donde falleció la esposa y él, viudo y con tres niños, uno de once, otro de diez y otro de cuatro años, decidió regresar a La Campana buscando el amparo de una hermana. Más tarde trabajaron en una cooperativa panadera de Carmona, donde aprendieron el oficio Manuel y Fernando, los dos ya mocitos, y poco después vienen a Fuentes para crear su primera panadería en la zona del Lavaero, en la trasera del chalé de Camarita.

P.- Un poco culo inquieto ese Fernando Fernández.

R.- Toda su obsesión era asegurar el bienestar de los hijos, que tanto le había costado tener. Por eso acabó en Fuentes, donde pronto adquirió la panadería de la calle Lora, que antes había pertenecido a Manuel Hidalgo Tortolero. Eso fue en 1932, cuatro años antes de la guerra. Hasta la guerra surtió el pan que la Casa del Pueblo repartía como parte del auxilio social (Fernando no era de derechas) lo que le costó tener que huir a La Campana al comienzo de la guerra. Pudo regresar a Fuentes, pero el falangista Luis Conde le "recomendó" mantener cerrada la panadería hasta que las tropas de Franco tomaran Madrid.

P.- ¿Algún descubrimiento destacable en tu investigación en los archivos?

R.- Gracias a que hurgué en el archivo provincial de Sevilla hemos sabido que el IX marqués de Fuentes, Juan Bautista Cabrera y Bernuy, el último de la dinastía, vendió una parte del castillo del Hierro a Francisco Ruiz Urbán, padre de Francisco Ruiz Pérez, más conocido como Frasquito Cabecilla.

Familia de Frasquito Cabecilla y Dolores la Roeta

P.- Habrá sido laborioso el trabajo de investigación.

R.- La recuperación de la historia es trabajosa porque la información está muy dispersa y hay que hurgar en el registro civil y en los archivos municipal, parroquial, provincial... Incluso en los soberaos y en las cajas de carne de membrillo donde todavía muchas familias guardan fotografías. En el soberao encontré una fotografía de Frasquito Cabecilla con su mujer Dolores Gamero, la primera Roeta de Fuentes, junto con tres de sus hijos. En esa foto falta Luis la Roeta, que nació más tarde, aquel al que Manolo Arropía califica como ejemplo de "prestancia del hombre correcto" en su artículo de este periódico.

P.- ¿Qué podemos encontrar en tu libro?

R.- Está dividido en varias partes. La primera es un prólogo de Francis González y una introducción, donde cuento lo que ha supuesto el pan en la historia de Fuentes. El pan era lo que nunca podía faltar, el sustento común de los hombres, como dice una definición de 1611. Luego introduzco un capítulo sobre el pan y sus técnicas y herramientas de elaboración. Y, por último, dedico un apartado a lo que llamo el "pan de reunión", donde relato la historia de la familia Fernández desde finales del siglo XIX hasta aquí.

P.- ¿La panadería de la calle Lora está condenada a desaparecer?

R.- Si no hay un cambio en el horizonte, lo más probable es que sí porque Fernandito y el Pope se jubilarán en 2028, lo que implica el cierre de una historia que habrá durado en Fuentes un siglo. Empezó en 1927 con un Fernando Fernández y acabará con otro Fernando Fernandez. Yo no tengo madera de panadero.

P.- ¿Quién es Fernando Fernández Ruiz, el autor del libro Entre harina y recuerdos?

R.- Soy un fontaniego amante de la historia local, aunque estudio Matemáticas en la Universidad de Cádiz. Soy un joven fontaniego de 24 años, sobrino de Fernandito y primo segundo de El Pope, los panaderos de la calle Lora, que ve borroso su futuro, es decir que no sé a dónde iré a parar, aunque me gustaría seguir viviendo aquí y es posible que acabe dedicándome a la docencia. Como matemático podría trabajar en el sector de la logística, en el tratamiento de datos o incluso en algún hospital en la investigación sobre el tratamiento de tumores cerebrales.

P.- ¿No es raro alguien que tiene las matemáticas como vocación?

R.- Sí, un poco raro es. Antes era más raro que ahora porque se ha despertado entre los estudiantes la curiosidad por la inteligencia artificial. A mi la vocación me la despertó el profesor Manuel Barco, que me supo contagiar el veneno de las matemáticas. Estudio en Cádiz, dudo de lo que infalibilidad de la inteligencia artificial, ayudo a sembrar las tierras de la familia y escribo un libro sobre mis ancestros, que es lo mismo que escribir sobre la historia de Fuentes.

Los Fernandez, este sábado en la presentación del libro Entre harinas y recuerdos