La conquista de la democracia supuso en España la realización material de un sueño perseguido durante años por gran número de ciudadanos que incluso dejaron bienes, salud y algunos la vida en el camino. Era llegada la hora de conseguir los órganos de poder más inmediatos a los fontaniegos. Eso hizo posible que la composición del primer ayuntamiento democrático, en 1979, fuera el fiel reflejo de la sociedad fontaniega de la época: una sociedad de mayoría de izquierda, pero con un fuerte componente de centro. Eran años en los que el espíritu democrático impregnaba toda nuestra vida ciudadana y nuestra participación era muy activa en todos los sectores: laboral, ciudadano, público e incluso privado.

¿Hemos conservado los fontaniegos, en estos años, aquel espíritu participativo? ¿O por el contrario nos hemos convertido en un pueblo conformista? Creo que con el tiempo hemos ido perdiendo poco a poco el espíritu democrático y de participación, que ha quedado reducido, por desgracia y en muchos casos, en un escéptico acudir cada cuatro años a las urnas. La "res pública" ha sido relegada por los que nos gobiernan. Nuestra soberanía ha sido secuestrada por quienes manejan las urnas. Por eso creo que es hora de que la rescatemos de nuevo y que participemos activamente, día a día, en las decisiones que nos afectan. Como ciudadanos demócratas, debemos ser misioneros de esa forma de vivir, de pensar y de actuar. Debemos proseguir la tarea de propagar entre los jóvenes los valores de la democracia y el carácter luchador que siempre ha caracterizado a la sociedad fontaniega.

Ha sido enormemente aleccionador para todos nosotros que en las candidaturas de las últimas elecciones municipales, en todas las listas, figuraran numerosos jóvenes y las listas presentadas fueran casi paritarias. Ese es el camino real que debe seguir un pueblo en el que está viva su democracia. Para confirmar este hecho, en la actualidad tenemos el alcalde más joven de toda nuestra historia. Los fontaniegos luchamos en su día por la democracia. Ahora, los fontaniegos debemos seguir luchando día a día por seguir manteniéndola. ¿Cómo? No dejando que nuestro gobierno municipal gobierne a su antojo, a espalda del pueblo que lo ha elegido. Debe gobernar para todos, sin exclusión alguna. Tenemos que exigir a la oposición que haga una labor en beneficio del pueblo en general y no llevado por los intereses partidistas. Que se oponga, no por oponerse por sistema, sino guiado por el beneficio de los vecinos y educando a nuestros hijos en una auténtica democracia, que consiste en el respeto de sus derechos y libertades, pero sin olvidarnos de que éstos terminan donde comienzan los de los demás.

En las primeras elecciones municipales, en nuestro pueblo se presentaron 4 partidos: PCE, PSA., PSOE y UCD. Todos obtuvieron representación popular. Sin embargo, dominó claramente la tendencia de izquierdas. El PCE consiguió 6 concejales, 4 la UCD., 2 el PSOE y 1 el PSA. Nuestro primer alcalde democrático, Sebastián Martín Caro, expresó en su primer discurso de investidura la necesidad de la participación colectiva en la búsqueda y afianzamiento de las libertades y en la gobernabilidad del pueblo.

El 3 de abril de 1979, tras el refrendo mayoritario del pueblo a la Constitución de 1978, se celebraron las primeras elecciones municipales de la naciente democracia española que constituyeron un paso adelante en la consolidación de la democracia, la libertad y los derechos de los ciudadanos y que fueron esenciales en el desarrollo de una cultura democrática en los pueblos y ciudades en los que aún quedaban vestigios del franquismo.

Posiblemente en el próximo mes de mayo o junio se celebrarán de nuevo elecciones municipales libres en España y por ende en nuestro municipio. Ya serán las duodécimas desde la caída de la dictadura franquista y la implantación de la democracia. Esto, que parece tan simple ya en la vida cotidiana de los ciudadanos, tuvo que sufrir un duro recorrido hasta llegar a alcanzar la meta tantos años deseada. Fue el logro de los derechos individuales de todos los ciudadanos, también los de nuestro pueblo, con el sufrimiento, el sacrificio, el aislamiento, incluso la cárcel de muchos españoles. Los hombres y mujeres que querían el reconocimiento de los derechos fundamentales, entre los que se encuentra la soberanía popular como símbolo del poder del pueblo, se unieron para luchar contra la dictadura, instaurada como consecuencia de la la victoria franquista en la guerra civil.

En julio de 1974 se formó la ”Junta Democrática” que estaba integrada por la alianza del PCE, PSP, PTE, Alianzas Socialistas y personalidades individuales que proponían la "ruptura democrática" para terminar con la dictadura. Frente a ella, surgieron elementos del régimen, como Ortega Díaz-Ambrona que, en diciembre del mismo año expuso en una conferencia la tesis de la "evolución democrática". En julio del 1975 va a aparecer otra formación de oposición al régimen franquista, la "Plataforma Democrática" -PSOE, IDC, PNV, ORT, UDC de Cataluña, MCE, RS de Cataluña- que también se declara partidaria de la "ruptura democrática".

No son sólo los partidos de izquierdas los que se van agrupando para acabar con la dictadura. Dentro del mismo régimen fueron surgiendo asociaciones políticas al amparo de la Ley Orgánica del Estado, como la UDPE de Adolfo Suárez, Solis, Pinilla, y otros, de fuerte tendencia al continuismo; FEDISA de Fraga, Areilza, Cabanillas y Fernández Ordóñez, partidaria de la reforma. En el seno del ejército se fue constituyendo la Unión Militar Democrática. En octubre de 1975 se unificaron la Junta Democrática y la Plataforma Democrática en un solo organismo, la "Platajunta", que optó también por la ruptura democrática.

Trabajadores -CCOO, UGT, USO. entre otros sindicatos- políticos del interior y del exilio, de fuera y de dentro del régimen, estudiantes, revueltas de enero del 1965, 66, 67, 69 y 72, militares (unos pocos), clérigos (también unos pocos) tomaron posiciones frente al dictador. La lucha por el pluralismo y los derechos individuales, por la expresión popular, se hizo extensiva en todo el país. Nadie quedó fuera de aquella lucha, unos a favor y otros intentando seguir en las poltronas del poder.

Tras la muerte de Franco se abrió un panorama esperanzador para España: la llamada Transición Política Española (sucesión de hechos que irían conduciendo al país hacia la democracia plena- nombramiento del Rey Juan Carlos I, aprobación del derecho de reunión, ley de asociación de partidos políticos, Adolfo Suárez fue nombrado Presidente del Gobierno, amnistía política, apareció AP. La serie de acontecimientos decisivos continuaron con la celebración del primer congreso del PSOE en España desde la I República, la aprobación de la Ley de la Reforma Política, la supresión del Tribunal de Orden Público, la aprobación de la ley electoral, la legalización del PCE, el nacimiento de la UCD, el regreso a España de Dolores Ibárruri, las primeras elecciones constituyentes libres desde la I República, la Ley sobre elecciones municipales, los primeros estatutos de autonomía, el referéndum de la Constitución, las elecciones legislativas...

En 1979, por fin, se celebraron las elecciones municipales. Por vez primera desde el 13 de abril de 1931, los españoles pudieron elegir libremente a sus representantes municipales. Esta libertad es doble, por un lado, libres a la hora de poder presentarse como candidato -durante la dictadura los candidatos eran elegidos por el poder- y libres a la hora de ser elector, en su doble vertiente, para ejercer o no el derecho al voto y para elegir a sus representantes legítimos. Llegó la hora de que los alcaldes y concejales dejasen de ser designados por el poder establecido. El 3 de abril de 1979, tras 48 años de secuestro de la soberanía popular, nuestros ayuntamientos fueron elegidos libremente. Triunfaron los partidos de izquierdas.

Una tras otras, en las once convocatorias que ha habido de estas elecciones, la participación ciudadana en las urnas ha sido alta -siempre más de un 60%- lo que conduce a pensar en un clima muy aceptable de educación política entre los ciudadanos fontaniegos. Pero ¿realmente nuestra democracia tiene buena salud o hay que reactivarla de nuevo? En los años finales de la dictadura los fontaniegos sentían profundamente la necesidad de participación activa en todos los organismos que se les permitía, fuera el grado de participación el que fuere. Así, se participaba en la Cámara Agraria, en los consejos de dirección de los colegios o en la formación de asociaciones de vecinos, clubes juveniles, etc.

En estas cuatro décadas de ayuntamientos democráticos, cada pueblo ha ido situándose dentro de un contexto económico, social y de participación. Como ciudadanos de Fuentes debemos recapacitar sobre nuestra situación actual y tomar parte activa en ir cambiando aquellas cosas que no nos gustan ni para nosotros ni para nuestros hijos. Es hora de que no dejemos en manos de los políticos nuestro futuro. Ellos tienen una tarea que cumplir y la deben y la pueden hacer porque les hemos delegado nuestro poder. Pero nosotros tenemos otra no menos importante: exigirles el cumplimiento de esa tarea y exigirnos la participación y el respeto por lo público, de lo que es de todos.