Camino por la cañada, las pocas que quedan con dimensiones parecidas a las tuvieron antaño. El manantial de la Fuente de la Reina apenas sobrevive, a pesar de las lluvias recientes. ¿Acción humana, cambio climático? Lo uno está unido a lo otro. Poco a poco el paisaje irá cambiando conforme vayamos hiriendo a la naturaleza en nuestra auto atribuida calidad de dueños de la misma. Qué importa que nuestros ojos sean los últimos que vean las formas, la luz y la brisa de esta tarde invernal. Todo se supedita a producir para consumir. Este momento no se repetirá nunca más, igual que no se repetirá cada momento del tiempo, ese tiempo que unido al espacio nos crea con polvo de estrellas.

Los seres humanos ignoramos que somos parte de la naturaleza. Somos naturaleza. Sin embargo, trituramos nuestra esencia en nombre de la codicia, del obtener para obtener más, en un bucle invisible que nos ata al cuello una cadena de repetición, trabajo y vida todo en uno, mientras sonreímos porque pensamos que pronto obtendremos más de nuevo.

¿Cómo será el paisaje que observo esta tarde dentro de doscientos, trescientos años?  ¿Cómo era el que observaban mis ancestros hace 2000, 3000 años? Cierto que la vida es evolución, todo va adaptándose. Es una ley inexorable, pero hay muchas maneras de hacerlo desde el tiempo humano, de respetar los tiempos y los espacios del planeta, del universo. Cuando pasen los años, los siglos, cómo nos verán los seres humanos que vivirán en este mismo espacio que ahora contemplo. Tal vez sueñen en otros seres humanos que les precedieron. Tal vez los maldigan por dejarles ese mismo espacio, ya no humanizado, hostil. Tal vez una nueva espacie domine el planeta evolucionada de ésta que empieza a vivir por, entre, cabe, si, sobre, tras de las máquinas y sus aplicaciones nada neutras, por mucho que nos lo quieran hacer creer.

Llevo un tiempo peleándome con las máquinas que atienden a los usuarios, con esas aplicaciones que te atienden según los datos que tengan de ti. Así es fácil tomar decisiones nada empáticas. Somos las personas viejas, los empobrecidos, los precarios laboralmente, los no emprendedores (emprendedor/a, palabra mágica que te hace sentir fracasada si no triunfas económicamente y te hace trabajar sin empatía) los que acudimos a la sanidad pública porque creemos en ella igualmente que en la educación pública y el transporte público, los que empezamos a estar fuera de ese mundo donde las máquinas, las tecnologías están al servicio de las corporaciones que han dejado que las decisiones las tomen unas aplicaciones en base a datos que nos cosifican. Si te despiden es el logaritmo que dice que no eres la persona adecuada para el trabajo, no es el jefe quien toma la decisión, qué alivio.

A todo esto, Feliz Navidad, que pasen estos días lo mejor posible y que los Reyes Magos les traigan todo lo bueno que deseen.