¿Dónde están las feministas? Esa pregunta aparece en las redes, ciertas redes, en los bares, y cala en cierta juventud que puede que esté algo despistada. Todo conflicto bélico es la expresión más clara del patriarcado. Dirán algunos: las guerras las han declarado los hombres porque han sido los que a lo largo de la historia han estado al frente del poder, de los estados. Si las mujeres mandarán las declararían ellas.

Dejando a un lado, para otra ocasión, los motivos históricos del poder masculino, no podemos hacer ciencia ficción con: Qué hubiese pasado si… O quizás sí. Las mujeres, como ya dijimos hace unos días, creamos la vida, y por lo tanto la amamos. Amamos a aquellos a los que creamos: las personas y, especialmente, aquellas que necesitan cuidado por su vulnerabilidad, venga ésta de donde venga.

Las mujeres no se esconden, no huyen, están protegiendo la vida, la de los demás y la suya propia. Sí, la suya propia porque en todos los conflictos son ellas las más vulnerables, junto con niños y ancianos; están expuestas a vejaciones, violaciones y torturas, todo ello perpetrado por los hombres. Se quedan en la retaguardia, a pesar de todo, a cargo de los cuidados y, seguro, quedarán encargadas de reconstruir la vida. Esto no es visible. Como siempre, el papel de la mujer se oculta, no aparece en medio de la batalla como heroína que da su vida por la patria.

Pero también hay mujeres que deciden luchar en el frente, como nos cuenta la cineasta ucraniana Masha Kondakova en su documental "Inner Whars", o las guerrilleras kurdas del YPJ (Unidades Femeninas de Protección) que luchan contra el ISIS y tienen muy claros sus ideales de un mundo paritario sin distinción de género. Estas mujeres saben lo que es luchar no solo con la armas, sino también con los prejuicios machistas y el patriarcado.

Las mujeres a lo largo de la historia cuando han visto la vida o la justicia en peligro han luchado de muy diversas maneras. Ya en la antigüedad clásica Sófocles nos presenta a Antígona, que primero cuida de su padre, Edipo, para luego dar su vida por aquello que cree justo. Aristófanes nos narra la rebelión de las mujeres en Lisístrata que se niegan mantener relaciones con sus esposos y amantes a la vez que abandonan las tareas domésticas para así parar la guerra. No es nueva la frase de “Haz el amor no la guerra”. Como dice Aida Acero en Pikara Magazine “Las feministas, señores de Twitter, estamos donde haga falta”.