Hay muchas menciones a las liebres, que son un símbolo de nuestra campiña. Según los aficionados a las carreras de liebres con galgos, una de ellas dice "quien le da un tiro a una liebre debía estar ‘condenao’, que una liebre se avasalla con dos perros ‘acolleraos’ y si se va, que se vaya. También se les menciona en los fandangos y coplas. "Le di un tiro a una liebre en una mata ‘escondía’, yo vi que en su agonía daba calor a sus crías. Madre, ya no voy más de cacería." "Bola de seda en el barbecho". Y así muchas más cosas sobre las liebres en la poesía, en la literatura, en el deporte. Y de pronto, sin más avisos, una enfermedad incurable o qué sé yo, está arrasando las liebres y amenaza con hacerlas desaparecer, no solo en Fuentes de Andalucía, sino en Europa entera. La mixomatosis de los conejos dicen que ha pasado a las liebres. Una excusa.

Cuántas cosas desaparecerán con su extinción: riqueza, afición a los galgos, ilusión, cotos de caza para correr liebres que pagaban a los propietarios de fincas, puestos de trabajo y gran largo etcétera. Faltará algo en nuestros campos. La muerte de la liebre es una catástrofe de gran calado. Y no se le adivina una solución a corto plazo por medio de vacunas, medicinas ni otro remedio. Por qué no interesa proteger a la liebre. Por qué no se protege como al lince o al águila imperial. O por lo menos por un par de temporadas.

El campo sin liebres pierde un gran atractivo, un habitante bello, alegre y codiciado. Nuestra naturaleza se muere a pasos de gigante. Están desapareciendo los alcornoques y las encinas por culpa de un virus llamado la seca y por un gusano que horada sus troncos hasta hacerlos morir. Las chumberas están siendo extinguidas por una enfermedad llamada cochinilla, que las seca. Las palmeras con el picudo rojo han desaparecido en casi su totalidad. Eran un signo característico en el paisaje de los cortijos y los pueblos de Andalucía.

Los conejos sin embargo aquí han logrado sobrevivir. Casi habían desaparecido de los campos y dehesas con el efecto pernicioso de la lengua azul y la mixomatosis. Ahora son un problema.. Todo esto es una gran tragedia que va a transformar nuestros campos y de hecho es así. La naturaleza no la puede modelar el ser humano. Cambiará la fauna y la flora. El paisaje será cada vez más distinto y desolador. No sé qué medidas se pueden adoptar para frenar estas catástrofes medioambientales. Quizás no las haya. O estén aún por descubrir. Desde luego, lo que es innegable es que es preciso cuidar, mimar, proteger nuestro medio natural. Si no lo hacemos, las generaciones que nos sucedan padecerán las consecuencias.

El ser humano es el mayor depredador de la naturaleza y el que más daño le hace. Escribo estas líneas entristecido. Mi vida ha discurrido y discurre en el campo, rodeado de una naturaleza que está padeciendo graves amenazas. Hay que hacer algo para protegerla. Sin alarmismos ni políticas estériles, gravosas y exageradas, desde nosotros mismos, desde los mismos aficionados. Pero hay que tomar conciencia y actuar. Esto es una tarea de administradores y administrados. Con una sensibilización colectiva para preservar el medio ambiente, la flora y fauna.