Podemos situar el acontecimiento en 1982, aunque sólo sea a título orientativo. Fue cuando arribó a Fuentes la "modernidad", política realizada en España por el PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra. En realidad, aquella modernidad tenía cuarenta años de antigüedad, aunque aquí era tan desconocida que pareció recién inventada. Aquella modernidad no era otra cosa que el estado del bienestar surgido en toda Europa poco después de acabar la segunda guerra mundial como respuesta a los desastres del capitalismo salvaje que, a base de dejarse arrastrar por la montaña rusa de los ciclos económicos -crisis y recuperaciones- había desembocado en el fascismo y su corolario de la guerra. Cuarenta años había tardado en llegar a España aquel estado del bienestar que propugnaba una política social que no dejara a la mayoría tirada en la cuneta cada vez que el capitalismo entraba en sus periódicas fases de recesión.

Para Fuentes, el estado del bienestar se llamó principalmente Plan de Empleo Rural y subsidio de desempleo. Ambos trajeron el principio del fin de la incertidumbre y la humillación de las listas del empleo comunitario. Pero también, subvenciones agrarias, instituto, carreteras, hospital comarcal... Aquello lo implantó un gobierno dirigido por un andaluz llamado Felipe González, abogado laboralista y político, hijo de un tratante de ganado y conocedor de las penurias que atravesaba el obrero que, al no cotizar a la seguridad social, carecía de la protección necesaria y al llegar a viejo debía ser mantenido por los hijos que trabajaran. En honor a la verdad hay que decir que, como tantas otras mejoras, aquella conquista fue colectiva y arrancada a base de lucha obrera protagonizada por los sindicatos del campo que mediante la ocupación de fincas, cortes de carreteras y huelgas exigían mejores condiciones de vida y la reforma agraria.

Hasta entonces, el obrero agrícola llevaba siglos sumido en la miseria. Cuando no trabajaba, que era muy frecuente por el carácter estacional del empleo en el campo, iba al empleo comunitario, lo que significaba hacer arreglos y chapuzas en las calles. El empleo comunitario no siempre llegaba a Fuentes. En este sentido, una de las fechas importantes fue la del uno de enero de 1984, día en el que quedó abolido el sistema que exigía pasar lista del empleo comunitario. Desde aquella fecha, con 60 peonadas cotizadas en el INEM se adquiría el derecho a cobrar el subsidio de desempleo. Había nacido el régimen especial agrario, por el cual el jornalero tenía derecho al subsidio seguro sin tener que estar pendiente de que el gobierno dispusiera del dinero para el empleo comunitario. El subsidio del paro sí era seguro, así como las dos semanas de trabajos en el Plan de Empleo Rural.

Los llamados "listeros", aquellos encargados de apuntar a los jornaleros que debían acudir a empleo comunitario, se quedaron sin función. Pasaron a la historia. Eran un jovencísimo Pepe Ricardo presumía de hacer la lista del empleo comunitario "de memoria", un Pepe Retamero, que en sus tiempos fue cantante del grupo "Aljabara" y que dejó a un lado el Vespino con el que recorría los tajos pasando lista. Lo mismo que José Ruano. David, conocido en Fuentes como "Currete", ya no era listero del paro o empleo comunitario. Se hizo albañil y, por esas fechas del otoño de 1983, se dedicaba a arreglar las calles del Cerrillo los Liosos. En las obras del plan de empleo rural estaba Oliverio, conocido como "Caparrón", y Juan, hermano de David "Currete".

Nunca el obrero agrícola fontaniego se conformó con las 60 peonadas que, por término medio, le brindaba el campo. Tampoco había para más. Por eso se dedicó a buscar trabajo en zonas más favorecidas, aunque las oportunidades no siempre llegaban. España no tenía tejido económico para dar trabajo a todo el mundo y menos una jornada completa con contrato fijo. Muchas malas lenguas en nuestro pueblo y fuera de él dijeron que el obrero lo que quería era la comodidad de cobrar el paro. Eso es una falsedad malintencionada, utilizada políticamente para atacar al gobierno. Algunos recordarán aquello de "pitas, pitas" que dijo la presidente de Madrid Esperanza Aguirre para atacar al PSOE. Nos llamaron estómagos agradecidos y vendedores de votos a cambio de subsidios. Mala política es la que usa a los de abajo para atacar a los de arriba.

El caso es que aquello del empleo comunitario terminó y entró en vigor el subsidio de desempleo agrario, que con 60 jornadas presentadas en el INEM, daba derecho a cobrar 9 meses a 20.000 pesetas el mes, previo pago del sello o seguro agrario que por aquel entonces costaba 5.000 pesetas. Además de estos meses de subsidio, estaba el PER, que eran dos semanas de arreglos municipales. Por aquel entonces, para que el subsidio alcanzara, una familia 4 miembros debía juntar las 60 peonadas, lo que serían 240 peonadas, y los correspondientes subsidios. Una peonada en el campo estaba en torno a 2.640 pesetas. Las 60 peonadas y los 4 subsidios suponían 1.500.000 pesetas, la única manera de ser fuerte. La unión y echar todos en la misma bolsa era la fórmula para vivir todo el año y guardar unos ahorrillos para cuando faltara.

Los principales agricultores que sembraban remolacha, el principal cultivo "social" de la época, eran Pepe Ramos, Miguel Atienza, El Lata, y José Manuel "el  Pintao", este último conocido en Fuentes como "Señorito José Manuel" por la clase que tenía como persona. Obreros pioneros en la peonada de la remolacha eran el Monichi y el Reloj. Felipe González fue el artífice del estado del bienestar en toda Andalucía y en Extremadura. Dicen que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. Repetir supondría volver a vivir en una tierra regida por la única solidaridad de la familia. Supondría volver a juntarse toda la familia para trabajar y depender de la suma de cuatro jornales para salir adelante en medio de las penurias, depender de los bajos precios y de la compra de fiado.

En aquel Fuentes, el jornalero buscaba tajo en Francia, en la uva y en la arboleda, en Jaén y en Córdoba en la aceituna, en Huelva en la fresa, en el cultivo de la remolacha en Fuentes, en los pueblos colindantes. Menos mal que el obrero agrícola fontaniego era un borrico para trabajar, más duro que el hierro, honrado al cien por cien, capaz de ganar el pan con el sudor de la frente. En los años 40 se pasaba hambre. No había desarrollo ni progreso, ni evolución. Solo el mulo y el arado, una vida totalmente autárquica, donde imperaba el yo me lo guiso, yo me lo como. Estaban en los cortijos y casillas en condiciones de esclavitud, trabajaba por la comida y poco dinero. Fue llegar el progreso a causa del talento humano y todo cambió.

Muchos fontaniegos y fontaniegas dejaron de depender del campo encontrando una salida fuera de Fuentes, aunque siempre lo llevaran en el corazón. Habían encontrado las industrias de Barcelona y el turismo de Palma Mallorca y Benidorm. El fontaniego que había decidido continuar en el campo, puesto que el campo es preciso, se agarró a la política protectora de trabajar los 60 días y cobrar su subsidio de desempleo. Fuentes vio la llegada de la modernidad cuando ya no te tenía que estar en un cortijo segando trigo a mano, de sol a sol, por un pan y un tocino, o por un gazpacho con pan y huevo de pava, o por pan y cuatro sardinas arenques.

Llegó la modernidad, la evolución de la vida, la industrialización de los medios de producción, el progreso y el turismo. El Estado había asumido el papel de protector de las políticas sociales, dejando de lado las estrategias pasadas que lo reducían a la mera función de apagafuegos. Es verdad que hubo que hacer frente a mayores impuestos, pero a cambio de disfrutar de mejores servicios públicos, carreteras acordes con los tiempos, escuelas y servicios médicos gratuitos.

Durante el periodo que va desde 1982 hasta 1996, en nuestro pueblo se produce una serie de avances concretos, además del citado subsidio agrario. En 1988 se hace el paseo San Fernando, conocido como paseíto el coño, como una zona verde que alberga el ocio juvenil de Fuentes. En 1992 se hace la autovía Madrid-Sevilla, con la consiguiente reducción del tiempo de viaje a Sevilla y la mejora de la comunicación con Écija y Carmona. En 1993 se construye el hospital la Merced de Osuna, a 30 kilómetros de nuestro pueblo, que da asistencia a 25 municipios de la sierra sur de Sevilla. En 1997 abre sus puertas el instituto de bachillerato Alarifes Ruiz Florindo, que dio a Fuentes calidad de vida y evitó que los padres de alumnos tuvieran que gastar el dinero en los estudios de sus hijos.

Capítulo aparte merece la llegada de las subvenciones agrarias en 1990. Antes de esa fecha, el agricultor Miguel Oviedo se lamentaba en la esquina de la calle Calderero, que una inesperada helada había pasmado los trigos y que a él le había cortado el cuerpo, que sólo tenía ganas de acostarse. Con la entrada en vigor de las subvenciones, agricultores como Miguel Oviedo respiraron aliviados. Sólo tenían que sembrar y, tanto si el el año era bueno como si era malo, cobraban su subvención. Los mayetes recibieron, por término medio, unas 30.000 pesetas de subvención por fanega. Para vivir, un mayete tenía que tener 50 fanegas de tierras, que le dejaba alrededor de 1,5 millones al año. Por estas fechas una fanega de tierra costaba 350.000 pesetas.

(Foto de portada: Juan Ferreras)