En Fuentes hay dos calvarios. El primero es el conocido de la ermita del Cristo de la Piedad. El segundo se llama A-407. El "otro calvario" empieza nada más dejar atrás el instituto Ruiz Florindo y no termina hasta llegar a Osuna. Con la carretera autonómica 407 Fuentes no necesita parque de atracciones. Meterse en un coche para viajar a Osuna garantiza emociones semejantes a las del Dragón Khan. La aventura arranca en el kilómetro 34 y termina en el kilómetro 4, a las puertas de Osuna. En medio, el viaje está plagado de riesgos: parches, grietas, hundimientos, desprendimientos del firme, terrones de barro dejados por los tractores, estrechamientos, curvas peligrosas...

Para empezar, la carretera no tiene arcenes, lo que supone un grave peligro. Hace poco volcó un camión y ese accidente mantuvo cortada la carretera varias horas. No es extraño que haya vuelcos porque la ausencia de arcén hace que si un conductor se sale del firme, aunque sea unos centímetros, la cuneta le dificultará volver a la calzada y lo más probable es que pierda el control del vehículo. La pendiente de la cuneta casi asegura el vuelco. Si al menos el firme estuviera en buen estado el riesgo de salirse de la carretera sería menor. Pero la interminable sucesión de altibajos, baches y grietas hacen complicado mantener el coche en la estrechez del asfalto. Si a eso se une un día de viento o lluvia y el barrizal que en invierno dejan los tractores, lo extraño es que no haya más accidentes.

El estado de la carretera A-407 ha provocado la protesta de algunos usuarios habituales, como son Joaquín Muñoz, agente comercial, y Chari Muñoz, que suele ir a Ronda todas las semanas. Hay otro usuario, taxista de profesión, que prefiere guardar el anonimato. Este último asegura que cada año le teme más a la llegada de las lluvias porque la carretera, con la salida de los tractores de las fincas, se convierte en una pista de patinaje sobre barro y una carrera de obstáculos por la cantidad de pellas que van sembrando a su paso. Al no haber camino se servicio ni arcén, los tractores se ven obligados a circular por el asfalto o con una rueda en la cuneta.

Antonio Muñoz y Chari Muñoz añaden que la carretera se deteriora por momentos. En un año se han ido abriendo grietas por todas partes desde Fuentes hasta el cruce de la venta de Los Remedios. "Cuando llueve tienes que ir por el centro de la carretera por la cantidad de charcos que se forman y el riesgo que eso supone". Chari dice que ella sale con una hora de antelación para poder ir despacio, aunque el peligro es grande cuando se cruzan dos vehículos. Los dos estrechamientos existentes son un peligro porque "no todo el mundo reduce la velocidad o cede el paso cuando tiene que hacerlo".

Fuentes de Información ha hecho el recorrido para describir el estado de esta carretera competencia de la Junta de Andalucía. El peor tramo es el comprendido entre Fuentes y la venta de Los Remedios. Son siete kilómetros sembrados de grietas, casi todas tan mal tapadas con pegotes de alquitrán que el arreglo hace todavía más peligrosa la circulación que si estuvieran abiertas. En muchos puntos de este tramo la capa de alquitrán se ha desprendido en el borde de la cuneta y las hierbas han invadido una parte de la calzada. Engullidas por la cuneta, desaparecen metros de las líneas blancas que deberían señalar el firme, elemento esencial para conducir de noche.

Las incontables grietas que tachonan la carretera hacen insufrible la conducción. Además de peligrosa, claro está. Más que viajar en coche, parece estar subido a una barca en medio de una tempestad. Una persona que recientemente ha acompañado el traslado de un enfermo al hospital de Osuna asegura que tuvo que echarse encima del paciente para que no saliera despedido de la camilla. La montaña rusa A-407. Lo reconoce un operario de mantenimiento de esta carretera, que ha dicho a este periódico que la parte de la A-407 que va de Fuentes a la Venta Los Remedios es "lo peor y más peligroso que hay en toda la comarca".

En el kilómetro 21, una vez pasada la venta Los Remedios, empiezan las curvas peligrosas, agravadas por el cuello de botella que forma el puente del arroyo Pedro López. Aquí, excepto en el kilómetro 20, el firme no está del todo mal hasta llegar a Lantejuela. Desde esta población hasta Osuna proliferan también los hundimientos de la calzada y, a tramos, la pérdida de las márgenes de alquitrán desprendidos por el avance de la cuneta. Como el resto de la carretera, no hay arcenes y poco antes de llegar a Osuna, pasado el kilómetro 4, el viajero se ve sorprendido por un segundo cuello de botella, éste más peligroso aún que el anterior, y se ve obligado a ceder el paso a los vehículos que circulan en dirección a Lantejuela.

El alcalde de Fuentes, Francisco Martínez, ha pedido una reunión urgente al delegado de la Junta de Andalucía en Sevilla, Ricardo Sánchez, para tratar, entre otros asuntos, del arreglo de la A-407. Reconoce que la carretera es "muy peligrosa" y que hay un plan previsto de arreglo para antes de que termine 2022. Aunque a este ritmo no es fácil que se cumpla. En esa reunión, para la que todavía no hay fecha, el alcalde le va a pedir al delegado que le ponga día y hora para el inicio de la obra. "Si no, procederemos a recoger firmas entre los habitantes de Fuentes", agrega. El plan previsto no incluye la eliminación de curvas, aunque sí un ensanchamiento de la plataforma, un nuevo asfaltado completo y la creación de arcenes.

La carretera no es precisamente de poco uso. No hay datos recientes, pero ya en 2004 soportaba una intensidad media diaria de 1.284 vehículos.  Un grupo de fontaniegos usuarios de esta carretera está pensando crear una plataforma ciudadana para luchar por su arreglo. El comentario de todo el mundo es "¡hay que ver la carretera tercermundista que tenemos para ir a Osuna!", aunque cuesta dar un paso al frente para exigir que se arregle. El operario de mantenimiento de la carretera consultado por este periódico reconoce que necesita un arreglo "como el comer". Pero de momento sólo hay instrucciones de parchear los puntos más deteriorados y enderezar o sustituir las señales de tráfico que estén dañadas.