Cercano al día 29 y anunciando el presidente valenciano, Carlos Mazón, su asistencia al funeral por las víctimas de la DANA yo pensaba que este hombre estaba en un callejón sin salida. Si no acude al funeral está diciendo que es culpable y así no puede representar a los valencianos y valencianas. Eso sería su muerte política. Sin embargo, al ser presidente de la comunidad, no podía dejar de representarla. Hubiese sido un agravio más dentro de la locura que ha ido él mismo tejiendo, junto al PP.
Todos recordamos la sonrisa y aplausos que le dedicó Feijóo mientras él, muy ufano, lanzaba besos a los presentes, como si una estrella mediática fuera, ridículo y estomagante. Horas antes del funeral, sus cargos valencianos le aplaudían como si sus mentiras e indecencias fueran admisibles, no ya en un político, sino en un ser humano decente. Si acude, pensaba, va a recibir la rabia y el dolor de las víctimas en directo, lo van insultar con toda la razón por mucha solemnidad que tenga el acto. No va a valer lo de que hay que respetar, es mucho dolor y mucho tiempo de sufrir sus desplantes, sus mentiras y falta de empatía. Estaba metido en un buen lío, fruto de su propia irresponsabilidad e ineficacia.
Lo que no llego a entender es cómo el dirigente del PP y sus asesores han esperado a ver en directo cómo las víctimas, el pueblo de Valencia, le decía a la cara lo que pensaba de su presidente, cómo no han reaccionado antes y le han obligado a dimitir. Bueno, lo que hizo ayer es una dimisión o un esperar a ver qué dice y hace Vox. Volviendo a la espera del PP, me pregunto ¿ha sido una estrategia y ahora consideran que es el momento? ¿Ha sido, una vez más, el no ver la realidad de unos políticos que se creen estar por encima del pueblo y tener verdad absoluta? ¿O simplemente son tan incapaces que no aciertan ni teniendo la evidencia delante? Estos políticos, como decía en otro artículo, viven en una burbuja donde los paniaguados palmeros le bailan el agua hasta que esa misma agua les llega el cuello y se van nadando en busca de otra orilla más segura, si la hay, claro está.
Son esta clase de políticos, esta clase de política, los que dañan la democracia, la confianza de la ciudadanía. Estamos, así lo percibo, en un cambio de época, de paradigma incluso. El mundo se ha vuelto peligroso y necesitamos políticos honrados, inteligentes y valientes, no mentirosos e interesados en su propia supervivencia. Políticos que no estén sordos a lo que la gente de a pie pide y necesita. Solo tienen que escuchar y ver, salir afuera.

