No fue Franco con su dedo rechoncho quien impulsó un “régimen más abierto”, como dice el que fue su heredero a título de rey. No fue su majestad quien restauró la democracia en España. Es cierto que la impulsó, pero no tenía alternativa. De no haber entregado su poder absoluto al pueblo, habría vivido toda su vida fuera del país que no lo vio nacer, pero que su estirpe consideraba suyo. Habría pasado de puntillas por la historia como José Bonaparte o Amadeo de Saboya, hablaríamos de “Juan Carlos I, el breve”.

Consiguió caernos bien “Campechano I”. Luego resultó estar en la media de los Borbones. Curiosa la dinastía del “rey Sol”, a lo largo de la historia pactó con tiranos como Napoleón, sátrapas como Godoy, espadones como Narváez o Espartero y golpistas como Primo de Rivera. “Vayamos todos por la senda de la constitución y yo el primero” dijo Fernando VII, “el rey Felón”, antes de restaurar el absolutismo. Su hermano, Carlos Isidro, le costó a España tres guerras civiles. El siglo XIX  fue un baño de sangre y atraso. Pero esta familia tiene la cualidad de saber salir por piernas, irse de rositas y otras florecillas. Quizá Carlos III, amante de pasar de todo, la caza y elegir buenos ministros, sea la excepción. A Felipe VI hay que otorgarle el benéfico de la duda, da tan bien en la tele.  

En 1975, en el reino del “Generalísimo”, apoyado primero por nazis y fascistas, luego por Estados Unidos, empezó a anochecer. Hubo personajes destacados que apoyaron con decisión la democracia, pero fueron los trabajadores y los estudiantes quienes la conquistaron y no fue pacífica. El régimen se hizo el haraquiri no por generosidad, sino por supervivencia, no hubo patriotismo sino mimetismo. Dudamos si el animal que nos representa es el toro bravo o el cerdo ibérico, pero yo creo que el camaleón se nos parece más.

La gente sin nombre salió a las calles, fue torturada y sepultada en cunetas. Los anónimos se levantaron en Castilla con los Comuneros, se acantonaron en muchas ciudades, fueron considerados terroristas de la Garduña y la Mano negra. Gritó viva la Pepa, echó a los franceses. Combatió en las guerras coloniales defendiendo los intereses de los ricos. Gritó ¡viva la República! en un intento de construir una sociedad democrática basada en la justicia, el respeto a todas la personas, a todas las Españas. Hubo elecciones, cuando ganó la derecha se respetó el resultado, cuando ganó la izquierda…  Hay que recordar que la derecha gobernó la tercera parte del tiempo, nadie recuerda a Alcalá Zamora ni a Lerroux. El siglo XX  también fue un baño de sangre y atraso. No hay gomas de borrar para esto.

Hace cincuenta años, yo lo recuerdo, todo lo que no estaba prohibido era obligatorio. Los españoles no éramos ciudadanos, sino súbditos, las españolas menos que eso. Solo se podía oír, ver y sobre todo callar. Hubo centros de tortura, campos de concentración, trabajos forzados en régimen de esclavitud, exilios. La libertad no cayó del cielo, no la trajeron la Virgen del Pilar y el Apóstol Santiago. Pero Franco murió en la cama, no fue derrocado, llevamos pagando la factura hace cincuenta años.

Ahora la carcunda vuelve a ondear la bandera del águila y el odio contra todo lo que no les beneficie por derecho de nacimiento. Ya no llevan camisas azules, ni boina roja, pero saben gastar el dinero de subterránea procedencia (incluso público). La propaganda disfrazada de periodismo se vende como churros. El espíritu propagandista de Goebels campa por las redes pescando en aguas turbulentas. Como nadie contó la historia, muertos de ignorancia y miedo, miles de niñatos futboleros, analfabetos funcionales, compran la falacia de un país multicolor en el que manaba la leche y la miel ¡Oe, oe, oe! Nadie recuerda la corrupción, Matesa y Sofico, la cleptomanía de la familia Franco y allegados, las cacerías de negocios, a Billy el Niño, el adoctrinamiento (el de verdad), el aislamiento internacional de un país paria, los millones de emigrantes. Nadie recuerda que pertenecíamos al tercer mundo.

Ahora “España se hunde”, igual tienen razón y su España hace aguas, pero no la nuestra. La gente normal, no vive en el barrio de Salamanca, ni en Pedralbes o en Los Remedios. La mayoría somos de pueblo, no de cortijo, somos de barrio no de urbanización exclusiva. Pero el pueblo desinformado también es capaz de gritar “vivan la caenas”. Nuestra historia está llena de pinturas negras y duelos a garrotazos. Muchos ignoran de dónde venimos, nadie se lo ha contado. Somos una sociedad que olvida con la misma facilidad que ensalza a los muertos, enterramos mejor que nadie. Como decía Paco Costas en la tele de los setenta “el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces en la misma piedra”.

Nuestro mayor pecado no es la envidia, sino la amnesia.