El lagarto está llorando. Así empieza un poema de Lorca que leía a mis hijas cuando aún no sabían leer. Más tarde fueron ellas las que leían al poeta.

El 18 de agosto de 1936 asesinaron a Federico en su Granada. Y hoy sigue sin haber mejor homenaje a su memoria que leer su poesía, su teatro, escuchar sus poemas cantados por Ana Belén, Miguel Poveda, Serrat…

Leer sus poemas para comprender lo grande que era. Para sentir la sensibilidad que tenía. Para horrorizarnos de lo que se perdió con él. Para intuir qué mundos hondos albergaba. Para imaginar lo que hubiera podido crear si no llega a ser asesinado por una jauría de hombres sedientos de sangre.

A veces siento que está presente en los amantes, en la luna llena de las noches de verano, en los campos de trigo y los olivares. Tenía una personalidad tan arrolladora que Jorge Guillen  dijo de él: “Cuando estás con Federico no hace sin frío ni calor, hace Federico”.

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.

Lloraron, lloramos, llorarán por un poeta eterno que nació y fue vilmente asesinado en Granada. Todos lloramos.

Esto no son más que un puñado de palabras, pero no podíamos dejar pasar un día como éste sin recordar a Federico García Lorca, nuestro Federico inmortal.