La fiesta internacional de los trabajadores, que desde el año 1889 venía celebrándose en todo el mundo en homenaje a los llamados Mártires de Chicago, fue abolida en plena guerra civil española por Franco en la España que el ejército sublevado controlaba a través de un decreto publicado el 12 de abril de 1937. Además, anulaba el día de la República. En marzo de 1938 se publicó el Fuero del Trabajo, en el que se declaraba fiesta nacional el 18 de julio, día del inicio, según los sublevados, del “glorioso alzamiento” y considerando este día como Fiesta de Exaltación del Trabajo.

Al acabar la guerra civil, las organizaciones obreras en la clandestinidad siguieron usando el primero de mayo para realizar actos de protesta y reclamar sus reivindicaciones. El ejemplo lo tenemos en la protesta que los trabajadores hicieron en Vizcaya el 1 de mayo de 1947 contra la carestía de vida y los bajos salarios, organizada por los sindicatos CNT y UGT. Otro cambio se produjo en la festividad del primero de mayo cuando en 1955 el Papa Pio XII lo declaró fiesta de la iglesia universal con la celebración del día de San José Artesano. Al año siguiente, Franco incorporó esta festividad al calendario laboral español con el nombre de San José Obrero y mandó celebrar misas en todas las iglesias españolas.

La Organización Sindical Educación y Descanso realizaría, en ese día, la llamada “demostración sindical”, en la que grupos de trabajadores y trabajadoras realizaban ejercicios gimnásticos y folclóricos ante el dictador en el estadio de Chamartín, actual estadio del Real Madrid, Santiago Bernabéu. El 1 de mayo fue festivo, por tanto, en España durante la dictadura franquista, pero los trabajadores no tenían derecho a manifestarse para reclamar sus derechos y reivindicaciones laborales.

La creación de Comisiones Obreras en los centros fabriles y mineros del país va a dar un vuelco en la celebración del día primero de mayo. A partir de la década de los sesenta del siglo XX los movimientos obreros integrantes en su mayoría de esas comisiones van a protagonizar movimientos y acciones reivindicativas. Así en el día anterior, 30 de abril, se fue estableciendo un día de lucha con paros cortos, boicots al transporte colectivo de las grandes empresas y establecimientos de minutos de silencio en los comedores colectivos de las fábricas, haciendo concentraciones más o menos numerosas ante los locales del sindicato vertical, único permitido en la dictadura.

En nuestro pueblo también los jornaleros, trabajadores del campo y pequeños agricultores, realizaron actos reivindicativos en el día primero de mayo. Anteriormente, en junio de 1959, ante la llamada por las organizaciones obreras a la huelga general a todos los trabajadores del país, los jornaleros de Fuentes consiguieron un paro en todas las actividades económicas de nuestro pueblo, que fue resaltado por Radio España Independiente -Radio Pirenaica- y la BBC londinense como único pueblo sevillano en donde había sido un éxito la huelga general.

El primero de mayo de 1966 los jornaleros fontaniegos, aglutinados por la convocatoria del PCE local, celebraron el Día del Trabajo en los pinos, donde actualmente está ubicada la fábrica de morteros, con el pretexto legal de celebrar la toma de dichos del dirigente Sebastián Martín y su novia. Era práctica habitual de enmascarar la actividad no legal con una legal para evitar detenciones y a veces malos tratos por la Guardia Civil.

En marzo de 1970 fueron expulsados los últimos colonos que había en el castillo de la Monclova sin indemnización alguna por los años que habían trabajado, haciendo fértiles unas tierras que eran incultas. Ese mismo año los trabajadores agrupados por el PCE deciden organizar una protesta bajo el lema “la tierra para el que la trabaja” y acuerdan ocupar el anterior latifundio propiedad del duque del Infantado para celebrar el primero de mayo y hacer visibles las reivindicaciones de los obreros, al tiempo de protestar por la expulsión de los últimos colonos. En una asamblea celebrada días antes se acordó ocupar pacíficamente la finca para realizar la labor de quitar las varetas a los olivos.

El día señalado se agruparon en el Barrancón con sus herramientas unos 35 o 40 jornaleros, en una mañana un tanto desapacible por culpa de unos negros nubarrones. Iniciada la marcha hacia el castillo, se abrió el cielo y una intensa lluvia deshizo la concentración y, por tanto, la ocupación testimonial y pacífica de las tierras del castillo. Así acabó este Día del Trabajo para los jornaleros fontaniegos. La Pirenaica lanzaba sus ondas al aire el 2 de mayo de 1970 con la noticia de que los trabajadores de Fuentes de Andalucía habían ocupado la finca del Castillo de la Monclova, propiedad del duque del Infantado.

Años más tarde, con la connivencia del cura de la parroquia Santa María la Blanca, Eduardo Castilla, los dirigentes de los jornaleros habían concertado con Comisiones Obreras que uno de su destacado sindicalista acudiese a la misa que se celebraría en dicha parroquia el día de San José Obrero. Llegado el día, la iglesia se repletó de gente. Los asiduos asistentes quedaron extrañados, primero por la afluencia de tanta gente y, segundo porque la mayoría de los asistentes ese día no eran personas habituales en misa.

La misa siguió sus pasos litúrgicos y, llegada la homilía, la persona llegada desde Sevilla subió al altar y comenzó un mitin dirigido a los jornaleros asistentes con el mensaje de que la iglesia había propagado la doctrina social basada en la dignidad de la persona humana, el derecho a crecer en comunidad, la economía al servicio de las personas, el deber de justicia de ayudar a luchar contra la pobreza, la solidaridad, la subsidiaridad y la defensa medioambiental. Al terminar la “homilía”, uno de los asiduos asistentes denunció el hecho ante la Guardia Civil. El cura y el sindicalista fueron trasladados al cuartel y revisadas las notas del discurso fue puesto en libertad pidiéndoles disculpas por el malentendido. Otra victoria de los jornaleros frente a la represión franquista.