Llegó la hora de votar en vez de quejarse. O la hora de quejarse por medio de las urnas. En menos de dos meses, el 19 de junio, tendremos la oportunidad actuar de manera inteligente o dejarnos llevar por el cabreo. Moreno Bonilla ha puesto esta semana fecha a las próximas elecciones andaluzas, las duodécimas de la era autonómica. Once elecciones hemos tenido hasta ahora y las once las hemos ganado el conjunto de los andaluces si coincidimos en decir que hoy vivimos mejor que aquel 23 de mayo de 1982. Pese a todos los cabreos de estos tiempos de zozobra, justificados sin duda, hoy vivimos en Andalucía mejor que hace 40 años. Negarlo sería mentir.

Podríamos vivir mejor, claro que sí. Podríamos vivir mejor si hubiésemos tenido mejores partidos políticos y mejores gobiernos. Pero hemos tenido los partidos políticos que elegimos de entre los disponibles. Si falta alguno es porque no hemos querido crearlo nosotros mismos o participado en su composición. Conviene recordarlo en estos tiempos de revisionismo y críticas. Nadie nos obligó a elegir lo que elegimos. Como nadie nos va a obligar a elegir el próximo Parlamento de Andalucía. Lo que salga de las urnas el 19 de junio será la voluntad del pueblo, nos guste más o nos guste menos.

Me temo que estaré incluido entre los que sintamos rabia y decepción la noche electoral. Esos sentimientos no serán nada nuevo para mí porque son los habituales casi desde las primeras citas con las urnas. Podría decir que nunca he estado entre los ganadores de unas elecciones, pese a haber votado fielmente desde que pude hacerlo por primera vez en 1978 en el referéndum de la Constitución. Siempre he perdido, pero sigo convencido de que el sistema democrático, con sus muchos fallos, lagunas e imperfecciones, es el menos malo de los que conocemos. Si conoces otro mejor, créalo o ayuda a crearlo y tendrás mi voto. (Otro día hablaremos de los fallos del sistema porque esto hoy va de las elecciones de Andalucía).

Lo dicho, es la hora de Andalucía. No la hora de votar en Andalucía mirando a otros territorios. Hora de votar pensando sólo en Andalucía. No en el futuro de la coalición de PSOE y Unidas Podemos en Madrid. Ni en el futuro de Núñez Feijóo al frente del PP. Ni el pacto del PP y Vox en Castilla y León. Ni en los independentistas catalanes ni en el horizonte de odio con el que amenaza el discurso cuartelero de Vox. Andalucía es Andalucía con sus virtudes y defectos, con sus potencialidades y lastres. Andalucía por sí y para sí. El voto de Andalucía para Andalucía. Que nadie contamine nuestras urnas debería ser el lema que presida la larguísima campaña electoral en la que ya estamos inmersos. Los partidos no lo van a poner fácil porque van a mirar a Andalucía con la vista puesta en España.

De momento, el punto de partida de esta campaña no augura nada bueno porque Moreno Bonilla ha convocado las elecciones buscando que haya poca participación. Con la clara intención de desactivar los innumerables malestares que atraviesan al electorado de parte a parte. La fecha del 19 de junio hace que el arranque de la campaña coincida con el fin de semana del Rocío y que el cierre caiga en el puente del Corpus. El 19 de junio están convocados 30.000 maestros a unas oposiciones, pruebas que serán trasladadas a otra fecha por razones obvias. Suele ocurrir que la abstención perjudique al partido del poder cuando las aguas de la política bajan calmas y le beneficie cuando bajan turbulentas, como ahora. Interesa el quietismo.

Moreno Bonilla quiere para 2023 el presupuesto que no ha podido conseguir en 2022 por falta de apoyo parlamentario. Intención loable. Para ello, el PP hará una campaña electoral plana, institucional y basada en el discurso moderado que ha desplegado durante los tres años y medio que ha durado la legislatura. Todo el empeño de la coalición del PP y Ciudadanos ha sido aplicar una "política compresa", que no se vea y no se note. Continuismo político en las formas ensayadas durante cuarenta años del PSOE al frente de la Junta de Andalucía. Y ante las pocas críticas surgidas, la culpa de todo la tiene el PSOE. Especialmente por los recortes aplicados a la sanidad y la educación. El PSOE concurre a las elecciones noqueado por el lastre de Susana Díaz y con un candidato, Juan Espadas, al que le falta todavía bastantes hervores.

La paradoja puede llegar después del verano, si el PP gana las elecciones con mayoría simple, como anuncian las encuestas. Porque puede conseguir el ansiado presupuesto, pero con las condiciones de extrema derecha que le imponga Vox. Otra paradoja: el partido euroescéptico (antieuropeo, mejor dicho) puede sacar tajada electoral del cabreo de los agricultores, sector que más se ha beneficiado y se beneficia de las ayudas europeas. Si se produce el escenario de un pacto PP-Vox, la moderación de la primera legislatura de Moreno Bonilla saltará por los aires como saltó el centrismo de Aznar en la pésima gestión de los atentados del 11M que le llevó, tres días más tarde, a perder las elecciones del 14M de 2004 a manos de un sorprendido José Luis Rodríguez Zapatero.

Es posible que Moreno Bonilla haya querido celebrar elecciones en Andalucía antes de que se note el pacto con Vox en Castilla y León. Y antes de que la economía se deteriore aún más, como ha reconocido el propio presidente de Andalucía al decir que quiere despejar el panorama político ante la previsible llegada de la "pandemia económica" que sigue a la sanitaria. Las previsiones económicas de futuro no son nada halagüeñas. La incertidumbre va en aumento y de ahí que todo el mundo quiera afianzarse en el poder ante la marejada que se avecina.

Hay mucho cabreo político, pero casi todos los dedos señalan al Gobierno central. Puede que el enfado catalice en un aumento importante de votos para la extrema derecha, pero no tanto en Andalucía, donde no hay un gobierno social-comunista-feminista-ecologista. La derecha ya está en el poder, en gran medida con el aval de Vox, así que las diatribas de la extrema derecha muerden en falso. Por todo eso, en este momento las encuestas son favorables para Moreno Bonilla, así que a las urnas. Garantizarse cuatro años por delante es una tentación demasiado grande como para dejarla pasar de largo. Aunque exista el riesgo de tener que pagar peaje a Vox. Esa es la apuesta. ¿Y los andaluces? Los andaluces a votar por Andalucía. Sin intoxicaciones externas. El voto de Andalucía, por y para Andalucía.

(Foto: Jon Nazca)