"Duerme la noche a la vida. Duerme el furor con el tiempo. Duerme la calma a la ira. Duerme la paz a lo violento". Así empieza el poema "¿Duermes?", leído esta tarde por Eva en el inicio del acto de homenaje tributado a su padre, Eloy Morente. Homenaje de Eloy y a la vida, al lado bueno de la vida, a la vida de una persona buena, sensible, popular, querida. Al príncipe de los poetas fontaniegos, título otorgado ahí mismo por la norteamericana Linda Marck, que le ha hecho entrega de una zanahoria y una patata cultivadas en Fuentes como símbolos de la poesía de las cosas cotidianas que siempre ha escrito Eloy. Y una figura de "torero de palabra" como amante de los toros, currista, bético y nazareno de la hermandad de los moraos.

El acto ha sido organizado por la asociación Aires Nuevos, que ha anunciado la creación de un premio literario que llevará el nombre de Eloy Morente. Un parkinson diagnosticado con apenas 40 años ha retirado finalmente a Eloy Morente de la poesía, pero no del calor de la gente y del cuidado de Mari, su otro yo, su sombra día y noche. Porque la noche también proyecta sombras alrededor de los poetas y necesitan escribir para espantarlas. "Duerme la salud al dolor", escribió Morente en su citado poema. Y ¡que no duerme? "No duerme al avariento / su afán acaparador, / pues si posee mil y un ciento / codicia una suma mayor". La poesía ha sido la protagonista de este acto de homenaje. La poesía, sí, pero a la sombra de Eloy Morente. Y de Mari Carmen Fernández porque desde tiempos que nadie recuerda ya, Eloy y Mari proyectan la misma sombra.

(Poema de Eloy Morente)

No sé qué tienen, qué tienen

las cositas de tus calles,

que me saben a cariño

que me gustan los detalles.

Que me dicen: Fuentes mío,

cuando respiro tus aires

cuando huelo tus aromas

a jazmines y azahares.

Y esos me enloquecen, Fuentes,

y yo me adentro en tus calles

buscando encontrar en éstas

recuerdos que se marcharon

donde casi nadie sabe.

Dejando aquí su alegría

vagando por nuestras calles,

llorando por su dolor,

cambiando penas por panes,

dejándose el corazón

por tus fuentes,

por tus aires.

Aire que hoy ya no huele

ni a jazmín ni a azahares.

¡Ni Fuentes es aquel Fuentes

ni hoy huelen...

igual tus calles.