En el capítulo II de esta serie de artículos "¿Qué hemos aprendido de la pandemia?" hemos analizado los puntos más importantes de las enseñanzas de esta crisis sanitaria. Terminamos aquí con el punto décimo, enumeramos una serie de posibles principales errores cometidos en la gestión de la misma y, por último, marcamos una serie de propuestas para mejorar la comunicación hacia la ciudadanía.

Punto décimo: Necesitamos estar preparados para situaciones especiales en la pandemia con una comunicación eficaz.

La pandemia covid-19 ha seguido solicitando la aplicación de recursos durante casi dos años. En la actualidad y en los últimos meses, los diferentes sistemas no han mostrado una capacidad adecuada para hacer frente a un eventual aumento repentino de la solicitud como en un escenario de bajas masivas. El efecto de la pandemia en la población supera el simple recuento de pacientes infectados, hospitalizados y fallecidos: cada día de dificultad para garantizar el estándar sanitario trajo consecuencias directas sobre los pacientes no covid.

Durante la pandemia de covid-19, los líderes del hospital y de la atención primaria y los proveedores de salud se han enfrentado a decisiones difíciles en la provisión de recursos críticos y la clasificación de pacientes que necesitan camas de cuidados intensivos, ventilación mecánica y oxigenación por membrana extracorpórea. La investigación de la verdad es de una manera difícil, de otra fácil.

Algunos de los posibles principales errores son:

-El que aún haya portavocías no técnicas en algunas comunidades autónomas, que no siempre se conociera la realidad de los hechos y actuaciones al comunicar, no poner encima de la mesa la incertidumbre de una nueva amenaza.

-A veces haber pecado de mensajes excesivamente tranquilizadores, de forma involuntaria haber señalado algunas comunidades con riesgo de estigmatización y recurrir a tecnicismos difíciles de entender por la población.

- Esta pandemia nos ha demostrado que la transparencia producen una intoxicación de datos diaria sin interpretación epidemiológica escrita y sin explicar los tiempos para depurar, extraer y consolidar los estadísticos, con una cantidad excesiva de variables y obligando a generar soluciones y sistemas paralelos para la información agregada.

Ideas para la mejora de la comunicación:
1a. Hay que respetar los principios de la comunicación de crisis. Entre ellos cabe destacar, ser proactivos, comunicar regularmente sin saturar, ser transparentes, reconocer la incertidumbre, ofrecer mensajes claros y accesibles, decir lo que se sabe y evitar mantener información secreta para tranquilizar al público. Los portavoces deben ser elegidos con cuidado y ser, preferentemente, una sola persona.

2a. La comprensión de la infodemia debe tratarse como una disciplina científica, igual que la comprensión de la propagación de la enfermedad, ya que el cambio de comportamiento es fundamental para responder a una pandemia.

3a. La confianza en las fuentes oficiales es esencial para gestionar una crisis, pues la falta de confianza propicia la difusión viral de rumores. Involucrar a científicos y ser transparentes ayudan a crear confianza. El 85% de los ciudadanos cree que hace falta más información de los científicos y menos de los políticos.

4a. La comunicación debe adecuarse y extenderse a los diferentes canales, teniendo en cuenta que los ciudadanos se informan simultáneamente por los medios tradicionales y las redes sociales y plataformas digitales. Una acertada estrategia en redes como Twitter, basada en la transparencia y el flujo constante de información, permite luchar eficazmente contra la infodemia.

5a. Para comunicar la evidencia científica se han propuesto algunas reglas, según las cuales la comunicación no debe basarse en la persuasión, sino ser informativa, equilibrada, reveladora de las incertidumbres e inoculadora del sentido crítico.

6a. Para cumplir con la elevada responsabilidad de los medios de comunicación en tiempos de pandemia es importante que la información sea elaborada en lo posible por periodistas especializados en salud y ciencia. Y que se atenga a la deontología profesional y las recomendaciones de las asociaciones profesionales.

7a. La mentira se propaga más rápidamente, más lejos y profundamente que la verdad. Esta confirmación experimental obliga a estar vigilante en la lucha contra la desinformación, como lo ha estado la OMS. Pero probablemente esto no es suficiente, y es más importante estimular el pensamiento crítico de los ciudadanos.

8a. Para gestionar bien una crisis hay que anticiparse y poner en práctica las lecciones de otras crisis. Hace demasiado tiempo que el mundo funciona de acuerdo con un ciclo de pánico y negligencia. Volcamos gran cantidad de dinero en un brote y, cuando este termina, nos olvidamos del asunto y no hacemos nada para prevenir el siguiente. Tener preparado un plan de comunicación ayuda a no cometer los mismos errores.

En definitiva: Ser honestos y abiertos. Ser críticos con las autoridades sanitarias. Ser proactivos, no paternalistas. Buscar alianzas en la sociedad civil para mejorar el impacto de mensajes claves. Cooperar con los medios y los periodistas para transmitir, para ayudar, para entender, para aprender. Sin duda, la planificación, rapidez, principio de voz única, empatía y transparencia.

La comunicación en las crisis de salud pública como la pandemia deben ser:

-Rapidez.
-Precisión.
-Credibilidad