Hubo un tiempo en el que la gente de Fuentes estaba obligada a repartirse poca tarta entre muchas bocas. Crecía como eso que llaman una implosión, hacia adentro. Muchos hijos, poca superficie por habitante y menos fondo de alacena por estómago. La nevera vino muuucho después. De la redonda de Fuentes no se salía más que para arar o segar, el que podía. O para irse a vivir a un chozo. A eso se le llamó hacinamiento y hambre. Duró hasta bien entrados los años setenta, precisamente cuando Franco agonizaba. En la historia de Fuentes, lo mismo que en toda España, hay un antes y un después de Franco. Franco murió el 20 de noviembre de 1975 y hasta esas fechas la España que conocimos los que ahora pintamos canas ofrecía una imagen de emigración masiva, chabolismo en las ciudades y estrecheces en las mesas.
Con la conquista de la democracia fue como si de pronto dijeran "¡fontaniegos y fontaniegas, creced y multiplicaos!" Multiplicar se multiplicaron poco, pero lo de crecer, mucho porque Fuentes empezó en aquellos años un proceso de expansión territorial que no ha parado todavía. Exagerando, podríamos decir que vive más gente fuera del perímetro de los años setenta que dentro de él. Barrios enteros han nacido aquí y allá. Lo mismo ha ocurrido en todas las ciudades y pueblos del país. Es como si Arias Navarro hubiese salido en el telediario diciendo "Españoles, Franco ha muerto, creced y multiplicaos". España tenía entonces 35 millones de habitantes, habitante arriba, habitante abajo. Cincuenta años después de Franco, España tiene 49 millones de habitantes.
Éramos más jóvenes: 33 años de promedio, frente a los 44 años actuales. Eso sí, todos o casi todos españoles de cuna, pero pobres como ratas, la inmensa mayoría. Ahora hay entre nosotros nueve millones de españoles nacidos en otros países, somos menos pobres. Dejamos de crecer hacia adentro y crecimos hacia afuera, como hay que crecer, la redonda de Fuentes fue desbordada por la expansión de nuevos barrios, en cuyas casas hay por lo menos un dormitorio por persona, dos cuartos de baño (antes ni uno), uno o dos televisores de chorrocientas pulgadas, uno o dos coches por familia... pero a algunos les parece que es al revés, que con Franco vivíamos mejor.

En Fuentes el primer anhelo era emigrar. El segundo, tener aquí un trabajo para todo el año. El tercero, comprarse un utilitario de segunda o tercera mano. El cuarto, no tener que ir a bañarse en verano a la piscina de la venta Los Remedios o a la de Osuna porque la de Fuentes era una bañera con pretensiones. Los estudiantes soñábamos con un instituto propio de Fuentes para no tener que gastar dinero en desplazamientos. Las familias soñaban con cocinas de butano, con un cuarto individual que acabara con las divisiones de dormitorios mediante cortinas, con un baño para no tener que salir a cagar al corral, con niños que no tuvieran que abandonar la escuela cuando llegaba la temporada de la vendimia o las fresas, con un cochecito que paliara la ausencia del tren recién suprimido, con un polideportivo, con...
¿Cuántos de aquellos sueños se han hecho realidad? Que responsa el lector o la lectora por si mismo. Lo cierto es que llegó un momento en el que hubo que decidir dónde ubicar el instituto, dónde construir el nuevo polideportivo, que hacer en el espacio dejado por la eliminación de las vías del ferrocarril. Fue así que Fuentes tuvo piscina nueva, con sus vestuarios, su bar, su terraza, su pista de atletismo, campo de fútbol, cancha de voleibol y baloncesto. Don Fernando, el maestro escuela más polifacético de la estación fue uno de los impulsores del polideportivo. Daba Lengua Española, Ciencias Sociales, Música, Religión, Gimnasia y Natación, ahí es nada. Con Sebastián Catalino como alcalde llegó la expansión hacia los terrenos dejados por la vía del tren, allá por la casilla de Juan Muñoz y las Erillas Altas, donde floreció el paseíto San Fernando.

Fuentes se estaba liberando de las estrechuras del cinturón (¿de castidad?) que la redonda (el rueo) le había constreñido durante siglos. Aires de libertad, sin ira libertad. Amplio paseo y nuevo barrio de casas acordes con los tiempos modernos que corrían ya por las venas de los fontaniegos. Colegio Santa Teresa e instituto Ruiz Florindo dan otra imagen a la entrada de Fuentes por la carretera de Lantejuela. Atrás quedan las estrechas y bajas aulas del antiguo colegio de la Estación, posteriormente convertida en sede de los bomberos y Cruz Roja. Fuentes tiene por fin un servicio de bomberos. A su lado, el polideportivo y una nueva urbanización de vivienda sociales. Fuentes se expande.
Dicho (escrito) así pudiera parecer que todo fue coser y cantar, pero la realidad es que algunas conquistas fueron difíciles. Como ocurrió en el otro extremo del pueblo, en la Puerta del Monte, donde se ubicaba el cochambroso colegio del mismo nombre. El director del colegio de la Puerta del Monte, don Juan, temía que cualquier día se le iba a caer el techo encima. Era don Juan el hombre más fontaniego y más andaluz que ha pisado Fuentes. Todos los días iba camino del ayuntamiento en busca de Sebastián Catalino (Pepe Martín estaba en la oposición). Como eran los tres más luchadores que ha dado este pueblo, así que allá van seguidos de medio Fuentes, a cortar la carretera nacional en demanda de los nuevos colegios, uno de ellos en la era de Luquita Osuna, entre los arbolitos de la feria y la Cruz Juan Caro.
Ya puestos a expandirse, Fuentes opta finalmente por transformar el antiguo terreno del colegio de la Puerta del Monte en el ambulatorio actual. Y ya puestos, por qué no seguir creciendo con urbanizaciones como la del Carpio, donde parece haber sido abolida la austeridad habitacional, la Orejona, la Vapora y el Cerrillo los Liosos. La imagen del triunfo de la clase media. No les falta razón a los urbanistas que dicen que el espíritu de cada época histórica puede observarse en el porte y en las fachadas de sus construcciones. Para conocer el espíritu del Fuentes actual no hay más que pasear por los nuevos barrios. Hubo una vez en que la tarta de Fuentes estaba reservada para unos pocos y ahora algunos nos quieren convencer de que aquel tiempo fue mejor...

