En Fuentes acabamos de asistir al nacimiento a una iniciativa popular en rechazo de los abusos de la compañía de la luz. Un grupo de vecinos y vecinas han decidido crear una plataforma para que CHC y Díaz Gálvez dejen de tratarlos como ciudadanos y ciudadanas de segunda. Esta iniciativa debería servir de ejemplo para cuando otro número importante de personas sientan pisoteados sus derechos, cosa que por desgracia pasa con demasiada frecuencia. No en balde, los organismos internacionales consideran el grado de participación en organizaciones ciudadanas como uno de los indicadores más fiables para diagnosticar la salud democrática de una sociedad.

La plataforma de afectados por los retrasos en el cobro de los recibos de la luz, unos 250 consumidores según la propia compañía, ha conseguido algunas cosas importantes: la empresa ha acelerado la facturación desde que empezó a ver que los usuarios se organizaban. También se ha visto obligada a ofrecer en su oficina de la calle Mayor un trato más diligente. Antes trataban a los clientes de forma maleducada, por usar una palabra suave. Uno de los dueños de Díaz Gálvez y el gerente de la compañía han tenido que dar explicaciones al alcalde y a un representante de la plataforma. A propuesta de la plataforma, el ayuntamiento ha aprobado por unanimidad una reprobación oficial de la citada empresa. Todo eso son "manchas" muy importantes en el expediente de una empresa y en su imagen pública ante los potenciales clientes.

No está mal viniendo de dónde veníamos: de las malas caras y del silencio que sembraban la inquietud y la incertidumbre entre los consumidores de Fuentes. Esos son logros destacados de la plataforma. Enhorabuena. Lo han reconocido en el pleno del pasado día 11 tanto el alcalde, Francisco Martínez, como el portavoz del PSOE, Manolo González. Otro éxito de la plataforma ha sido que gobierno y oposición coincidan en algo, aunque en el pleno el alcalde afeara al opositor con formas poco correctas.

Aparte del citado balance positivo, habría que aprovechar la ocasión para sacar algunas conclusiones generales de esta iniciativa ciudadana. La primera queda reflejada, sin duda, por el dicho popular de que quien no llora no mama. Callar y aguantar sirve para poco. Es posible que haya en Fuentes más de una situación que requiera la misma terapia que la compañía de la luz. Por ejemplo, la cada vez más deficiente atención que ofrece el centro de salud, que esta semana se ha quedado sin personal administrativo. Como ocurrió durante meses con los recibos de la luz, los usuarios del centro de salud se limitan a protestar de palabra, pero nadie ha presentado una hoja de reclamación escrita ni ha tenido la iniciativa de impulsar una plataforma para exigir mejor atención. Por eso no sustituyen las bajas laborales, retiran al médico de la guardia de tarde, siguen aumentado las listas de espera para todo y las consultas médicas por teléfono, por poner sólo algunos males que parecen asumidos como inevitables.

Otros ejemplos son el pésimo estado de la carretera de Fuentes a Osuna y la mala combinación de transportes a Écija. ¿Alguien se acuerda del nuevo pavimentado que le iban a hacer a la carretera de Fuentes a Osuna? Nadie. ¿Por qué? Sencillamente porque los usuarios de esa vía han sido incapaces de organizarse, exigir ver al delegado de Obras Públicas de la Junta de Andalucía y, si no les ofrecía soluciones, cortar el tráfico cada vez que hiciera falta hasta conseguir una solución inmediata. Los enfermos que tienen que acudir periódicamente al hospital de Osuna les estarían infinitamente agradecidos. Pero como nadie dice nada, en la Junta creerán que los fontaniegos rebosan de felicidad con el parcheado que le hicieron. Quien calla, otorga, dice otro dicho popular.

Otra conclusión es que la ciudadanía deposita excesivas expectativas en los responsables públicos a la hora de abordar sus problemas. El ayuntamiento no puede -ni debe- estar para todo. El alcalde no tiene una varita mágica. Pero gran parte de la ciudadanía cree que sí. O acude a él como paño de lágrimas cuando no sabe a dónde ir para que les resuelvan un problema. No me cobran el recibo de la luz, voy a hablar con el alcalde. No me atienden en el centro de salud, voy a hablar con el alcalde. No tengo trabajo, al alcalde. Tengo un problema de vivienda... La función primordial de un alcalde no es actuar de bombero, de paño de lágrimas o de abrepuertas, sino de imaginar un futuro mejor para el pueblo, planificarlo, buscarle recursos y ejecutarlo. Lo está haciendo cuando proyecta un sistema de suministro eléctrico solar comunitario, barato y sostenible.

Un pueblo adulto es aquel que es capaz de resolver sus problemas sin varitas mágicas y sin esperar que alguien quiera, pueda o tenga tiempo de escucharlo y poner remedio. Es un pueblo inmaduro el que delega sus obligaciones en otros, sean el alcalde, el consejero o el ministro. A este respecto, resulta paradójico asistir al enorme desprestigio que tiene la política entre la población y la excesiva expectativa que depositamos en los políticos. Los mismos que los ponen a parir acuden a ellos para cualquier cosa.

El nacimiento de la plataforma de los afectados por el desbarajuste eléctrico de Fuentes es un signo de madurez democrática y debería desembocar en la constitución formal y para siempre de una asociación de usuarios de la luz de Fuentes. Porque el problema del retraso de los recibos puede seguir por mucho tiempo y, sobre todo, porque Fuentes tiene otros muchos problemas eléctricos que resolver, como son los microcortes, la desinformación sobre las facturas, la poca disponibilidad de potencia que está afectando al desarrollo, la antigüedad de los tendidos eléctricos... Además de la solución al problema cotidiano de hoy -el recibo de la luz- la población de Fuentes deberíamos estar pensando en cómo conseguir un sistema eléctrico eficiente, ecológico y accesible.

Los fontaniegos y fontaniegas pueden seguir esperando que el ayuntamiento lo resuelva todo o poner pie en pared, arremangarse y echar manos a la obra para que ni las compañías eléctricas, ni los recortadores de la sanidad pública, ni los que parchean nuestras carreteras sigan rascándose las prominentes barrigas.