El fútbol en Fuentes ya no levanta las pasiones de antes. Las tranquilas tertulias del Trompezón tienen poco que ver con las que se vivían en el Seis o en Noventa. No digamos ya las tempestades que el fútbol desataba en los años sesenta y setenta en el Catalino o en el bar Rincón. Será que la civilización ha contribuido a desinflar las venas de los pescuezos, será que las fogosidades han hallado otros caminos para expresarse o será que aquellos polemistas se han hecho viejos y dejado atrás la belicosidad de los colores.

Como entonces no teníamos redes sociales, el fútbol era el catalizador de las abundantes fobias que acumulaba cada hijo de vecino por mor de frustraciones y desengaños. Que uno era bético y anticatalanista, cargaba las tintas contra el Barça. Que era sevillista y contrario al centralismo madrileño, se desgañitaba contra el Madrid. Otro tanto pasaba con los vascos y el Atlético de Bilbao. Lo mismo ocurre ahora, pero con menos pasión. Será que nos hemos vuelto descreídos o que ya no tenemos la sangre ardiente de antaño.

Todo lo anterior viene a cuento de que Fuentes es, además de tierra de entornaos y palmitos, la patria de la tertulia. En menos que canta un gallo -el de Morón- aquí se forma una tertulia. En la barbería, en la taberna, en el puesto del pescao o en la puerta de la casa. Uno dice ¡eje, cómo andamo!, otro responde ¡andamo! y ya está formá la tertulia. Las hay de todos los colores y para todos los gustos. Para los hombres, campo y pelota; para las mujeres, trapos y critiqueo. Decía la Salud de Maudilio que su nieto jugaba e el Barcelona Atlético, con los esaboríos que son los catalanes, y ya estaba formado el taco, unos a favor y otros en contra.

Sebastián el Penco en sus ratos de tertulia mantenía que aquel equipo que tenía el Español de Barcelona con José María, Solsona, Roberto Martínez, De Felipe, también era esaborío moviendo la pelota. Y a discutir se ha dicho, viniera a cuento o no y sin que ninguno entendiera un pimiento de fútbol, de catalanes o de alineaciones deportivas. La cosa es pegar la hebra, sea con quien sea y con lo que sea. Porque en la tertulia pasa como en la romería, lo importante no es tener razón, sino disfrutar del camino. Caminante, no hay camino, se hace al andar, como decía Machado.

Lo que sabe el fontaniego es que la tertulia tiene su arte. Para la tertulia hay que valer, que no todo el mundo vale para todo. El don de la palabra es esencial, por supuesto, pero sin buena información nadie triunfa en la liga del palique. Sobre el carácter catalán, en Fuentes estaban muy bien informados gracias a los corresponsales que todos los veranos venían de vacaciones. Aquellos corresponsales hablaban como si vinieran del país de las maravillas, que si ganaban tanto, que si ya eran jefes de la Pegaso, que si estaban a punto de firmar la hipoteca del piso, que si el niño va a la universidad. Tanta maravilla daba que pensar si no sería una trola. Tendrán todo lo bueno que tengan, pero son de esaboríos

Por si acaso, cuando volvía a Barcelona el que más y el que menos llevaba un traje hecho a medida por las vecinas sentadas al fresco a la puerta de las casas. Allí al lado, en el Bar Ricón, tomándose su cervecita con la tapa de jamón que tan bien partía Juan Luis Carcelero, Benito decía que Javier Clemente, seleccionador español, siempre alineaba jugadores vascos. Aquella selección parecía vasca más que española. Clemente era de Barakaldo y decía Benito ¡coño!, que se ha llevado a 8 jugadores vascos: Zubizarreta, Lopetegui, Alkorta, Vaquero, Goicoechea, Bequiristain, Guerrero y Julio Salinas. Benito entrenaba en aquellas fechas al Carlos III, equipo formado por gente de El Campillo, La Luisiana y Cañada Rosal. Luego entrenó al Fuentes.

Benito era un profesional de la tertulia, con aquella conversación amena que atraía al resto de gente. Benito era el ídolo de Bobi Catalino, al que le gustaba escuchar el recitado de las remontadas del Madrid. Una oda a la alegría eran aquellas palabras sobre las remontadas con tres y cuatro goles en contra protagonizadas por el Madrid contra el Derby County, el Celtic de Glasgow, el Lids United, el Anderlecht, el Borussia Mönchenglacbach y el Inter de Milán. Poesía para los oídos.

La poesía la ponía Benito y la prosa Cristóbal Jardinero diciéndole cuatro burradas a los árbitros. Había uno al que llamaba "Alcornoque Zamorano”, cuando todo el mundo se empeñaba en llamarlo erróneamente Pino Zamorano. Un buen tertuliano era José María Chicaíngo. Decía “El Corte Inglés y la casa Mercedes todo el mundo sabe dónde están. No les hace falta publicidad porque lo bueno sabe todo el mundo donde está, pero hay un tema que no sabe nadie por dónde viene”, y empezaba a hablar del Deportivo de la Coruña.

El misterio de la cripta embrujada era de dónde le venía al Depor el dinero para haber formado un equipo capaz de ganarle la liga al Madrid y al Barcelona. Alrededor del Chicaíngo, los contertulios meneaban la cabeza arriba y abajo con los ojos perdidos en el abismo de las grandes incógnitas del universo. La respuesta al misterio la tenía Manolo el camarero, que salía por peteneras diciendo “mi corte inglés es el mercadillo de Fuentes, me compro un coche de segunda mano y que el Depor saque el dinero de donde le dé la gana, que el fútbol a mi no me da de comer”.