Mira, Pepe, lo que nos pasa a los jóvenes es que una parte estamos polarizados en dos extremos, a la izquierda y a la derecha, mientras la mayoría permanece políticamente huérfana, sin nadie que la represente. Toda la juventud no se ha hecho de pronto de derechas, lo que pasa es que los hijos de papá, los pijos, antes callaban y ahora se han radicalizado y le echan huevos, mientras la izquierda oficial ha dejado de representar a los hijos de los trabajadores, ha abandonado la calle, las redes sociales y la pedagogía política. Pero eso va a cambiar, tiene que cambiar. Quienes hablan de lo que puede ocurrir en las elecciones del próximo domingo son el fontaniego Alejandro Oviedo, de 22 años, y Álvaro Alemany, ambos estudiantes de Biología. Alejandro es militante de la organización Izquierda Revolucionaria.

Dicen Alejandro y Álvaro que lo que importa a los jóvenes es hacia dónde va este país, no sólo a quién se vota. "Es verdad que con nuestro voto elegimos un determinado camino, pero lo importante es saber el camino que queremos, no el voto circunstancial de este momento". El principal problema político hoy es que la izquierda no tiene proyecto y la derecha sí, aunque el proyecto de la derecha es antisocial y perjudicial para las clases trabajadoras. La izquierda no tiene proyecto o no lo sabe explicar. "El domingo, los jóvenes de izquierdas vamos a volver votar. Tapándonos la nariz, pero vamos a votar por miedo a que arrase la extrema derecha. Pero los partidos de izquierdas no pueden seguir ausentes de la calle, de los tajos, las fábricas y las aulas. Cada espacio que abandona la izquierda lo toman al asalto la derecha y la extrema derecha".

La sociedad actual muestra síntomas contradictorios. Hay jóvenes con mentalidad de viejos y viejos con mentalidad joven. Eso puede haber ocurrido siempre, pero no en la medida actual. Es un signo de la confusión contemporánea. Siempre se ha dicho que con 20 años uno tiene que ser revolucionario, con 40 reformista y con 50 conservador. Hoy los tiempos están invertidos. Tenemos a muchos jóvenes viejunos, niños con mentalidad retardataria, involucionistas, negacionistas del cambio climático, homófobos y justificadores de la violencia de género. "Esa juventud existe, pero no es así toda la juventud", matiza Álvaro. Hay mucha coña en las redes sociales sobre el discurso de la derecha. Se empieza por trivializar con bromas la dictadura de Franco y se acaba por asumir que la extrema derecha no es tan mala. Que son lo mismo Vox que Podemos.

Alejandro Oviedo y Álvaro Alemany

Puesto que, según ese análisis, los dos son extremos "naturales", cualquiera tiene el derecho a hacer sus propuestas y a defenderlas. Aunque el primero defienda actuar contra los derechos humanos y los valores de la Constitución como es la igualdad, la progresividad fiscal o el estado de las autonomías. La paradoja es que la extrema derecha, tradicional defensora del sistema capitalista, haya adoptado el papel antisistema y la izquierda, habitual impulsora del derribo del sistema capitalista (o de la corrección de sus efectos más agresivos) esté actuando como defensora del sistema en tanto en cuanto facilitador del estado del bienestar. Está bien que la izquierda centre su acción en la preservación de las mejoras conseguidas en tiempos pasados -sanidad, educación, jornada laboral...- pero eso determina un enfoque político defensivo y deja a la derecha el terreno propositivo.

En los ambientes juveniles existe por igual el miedo a la derecha y el miedo a la izquierda. Con la diferencia de que antes estaban muy delimitados los terrenos entre los hijos de los trabajadores -más numeroso- y los hijos de los ricos -reducido- y ahora se han difuminado. La universidad es un reflejo de la sociedad, un espejo en el que se puede observar la evolución de las tendencias políticas. "La universidad ha cambiado mucho. Donde antes abundaban los hijos de la gente humilde, ahora la mayoría lo son de las clases más pudientes", sostiene Alejandro Oviedo. Las facultades se han alineado políticamente según el carácter de sus materias docentes. Por ejemplo, Biología y Filosofía son claramente de izquierdas, mientras que Administración de Empresas (ADE) o las ingenierías son mayoritariamente de derechas. En el campus sevillano de Reina Mercedes los alumnos proclaman su ideología por medio de las pulseras que lucen en las muñecas. Abundan más las banderas españolas que las andaluzas o republicanas. Aunque realmente, la mayoría no lleva ninguna.

¿Qué va a pasar con el voto de los jóvenes este domingo? Va a ganar la derecha, dicen Alejandro y Álvaro. Mayoría absoluta del PP más Vox. Muchos hijos de votantes del PP van a irse a Vox. Están radicalizados y crecidos. Una parte de los jóvenes de izquierdas, hijos de votantes socialistas y de trabajadores, va a abstenerse porque no cree que su voto sirva para cambiar realmente las cosas, y otra parte va a votar a Por Andalucía, Adelante Andalucía o partidos minoritarios. Si ocurre eso, el PP de Moreno Bonilla abandonará la moderación de estos tres años y medio y entrará a saco con recortes sociales, privatizaciones y destrucción del medio ambiente, dicen Alejandro y Álvaro. "Por eso, la gente de izquierdas tenemos que votar, aunque sea de forma crítica. La derecha siempre vota y hace campaña todo el año. Nosotros dejamos de votar con mucha facilidad y últimamente sólo nos movemos cuando llega la campaña electoral. Así no se ganan las elecciones".

La batalla política del futuro inmediato no va a estar sólo en las urnas, según estos dos jóvenes, sino en la calle, en las aulas, en las redes sociales y en las empresas. Mucha pedagogía política es la receta de ellos. Marta, una compañera de facultad, empezó primero de la carrera votando a Ciudadanos. Este año vota Por Andalucía. Miguel empezó curso defendiendo el discurso de la derecha, ahora abomina de él y dice que no vota a ningún partido. Marta y Miguel evolucionan hacia posiciones de izquierdas porque están en un ambiente propicio. No todo está perdido, ni mucho menos, según Alejandro y Álvaro. Lo probable es que gane la derecha y que entre a saco contra conquistas que costó a los trabajadores años de lucha, pero será entonces cuando la gente reaccione y salga en defensa de sus derechos. La tragedia es que eso tenga que pasar, añaden. Porque la cuestión no es "que viene el lobo". Es que el lobo está aquí.