Lo único imprescindible para vivir el carnaval es tener ganas de divertirse. Todo lo demás son papelillos, cosméticos. De eso sabe mucho Carmen Lora, la Carmela del Chato el Polvo. Ella se ha divertido en el carnaval como pocas. Carmela debería tener el título de doctora "honoris causa" del carnaval de Fuentes. Que le hagan todos los exámenes que quieran sobre las letras de las murgas antiguas. Se las sabe todas. Puede estar horas cantándolas y hasta bailándolas. Dice que para cantar no hace falta saber, sino querer, y para bailar, tener un cuerpo rumboso. Y eso que ha pasado muchas fatiguitas en la vida. Fuentes de Información termina con Carmela esta serie de entrevistas sobre el carnaval. Carmela está aquí en representación del público, el respetable, que se decía entonces, el auténtico protagonista del carnaval.

Pregunta.- Carmela, ¿ni un carnaval te has perdido en los 70 años de vida que tienes?

Respuesta.- Ni uno. Desde chica me iba detrás de las murgas mientras mi madre gritaba "¿niiiiiiña, a dónde vas, ven acá pacá? Vivíamos en un chozo en la Puerta del Monte y yo siempre me escapaba para pasar el día repitiendo las coplas y bailando. No sé ni cantar ni bailar, pero estoy todo el día cantando y bailando. Desde que vine al mundo. Me he vestido de máscara siempre, hasta cuando estaba prohibido. De pronto alguien gritaba "¡que vienen los municipales!" y corríamos a otra calle. Mi madre, Anita la Mangarra, era la primera en vestirse de máscara. Y nunca nadie la conocía.

P.- Para el carnaval, la murga. ¿No?

R.- Había tres murgas, la de Juanillo el Gato, la de Marcelino y la de Zahones. Yo me aprendía las coplas para cantarlas todo el año. De las de ahora no me acuerdo, pero de las de antes...

P.- De máscara sí, ¿pero nunca quisiste salir en una murga, incluso cuando salieron las primeras de mujeres?

R.- Claro que me habría gustado salir en una murga, pero primero estaba mal visto que las mujeres pudiéramos salir. ¡Ni se nos pasaba por la cabeza! Y luego, cuando se podía, ya no hubo ocasión. La vida no era fácil. Con 7 años gané el primer jornal cogiendo algodón. Pisé la escuela por primera vez cuando tuve que ir a recoger las notas de mis hijos. Y eso que vivía enfrente de la escuela de la Puerta del Monte. Lo que he aprendido ha sido por mi cuenta y mi marido aprendió a leer y a escribir en la mili.

P.- ¿Qué dices del carnaval de ahora?

R.- Que el carnaval está reñido con el lucimiento. Al carnaval va una a divertirse, no a lucirse. Y hoy se busca más el lucimiento. Fíjate que la máscara, que es lo propio de Fuentes, es más bonita cuanto más fea salga. Para lucirse está el baile de disfraces. Y que la murga se forma casi sin instrumentos de música porque lo que importa no es cantar bien, sino divertirse, no quedar bien y que la gente diga "qué bien canta" o "qué disfraz más bonito lleva". La murga nace del pueblo pueblo. No digo que haya que volver a aquello de que los murguistas fueran de bar en bar, como antes, para ganarse unos vasos de vino, unas tapas y 30 duros para la familia.

P.- Lo que ha cambiado son las condiciones de vida, ¿no?

R.- Claro. Ahora las chirigotas y murgas van con un carrito repleto de botellas de cerveza, vino y un jamón. Yo de niña estaba por las calles recogiendo colillas para que mi padre fumara. No digo que debamos quedarnos en el pasado, lo que digo es que no es eso lo que importa en el carnaval, sino la gracia de las letras y que se retrate las cosas que pasan durante el año en Fuentes.

(Con memorias como la de Carmela, para guardar las coplas antiguas no haría falta tener un "pendrive". Aquí va un pequeño muestrario)